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Los hombres que si amamos a las mujeres

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Reeducar la masculinidad implica eliminar estereotipos de superioridad económica, social o física y de desterrar conceptos de poder y dominio sobre las mujeres. También implica integrar a los hombres en ese camino.

Foto: Freepik.es

La noche se torna líquida, con la lluvia viene el frío y el hambre, se siente amoscada por la gripe y todavía falta una hora para que acabe el curso cuando un mensaje de texto ilumina la pantalla:

  • Hola, ¿qué haces?
  • En un curso, aburrida y con gripe.
  • Vamos, te invito a comer, ¿qué dices?
  • Pero salgo en una hora.
  • Ok. Te paso viendo.

Fueron a un restaurante de comida china; él no tenía hambre así que la acompañó mientras ella se servía un chaulafán. Al finalizar le dijo que fueran a un bar a tomar algo y bailar.

  • No, gracias, no tengo ánimo, estoy con gripe.
  • Pero vamos, ¡yo te pago todo! ¡Qué aburrida!
  • Oye, me parece algo machista tu comentario.
  • No, que va, yo respeto mucho a las mujeres y no me comprometo con ellas, para no herirlas.

Otra noche, otra pareja:

  • Gracias, me gustó la película -dice ella-.
  • Sí, el Joker es una bestia. Oye, te quedas en mi casa, compramos comida.
  • No, me voy a mi casa, no tengo ganas, otro día.
  • ¿Otro día? ¡Qué te pasa, si yo pago la comida! Te invité al cine. ¡Quédate, ahora estoy sin mis hijos!
  • Sabes qué, ni modo que te explique que porque pagues no me compras. Voy a llamar un Uber, no tienes que llevarme.

¿Qué conduce a un hombre a pensar que el dinero que paga por una invitación debe tener como retribución sexo?

Se puede explicar en varios niveles. Primer nivel, impunidad: “en Ecuador, las redes de trata de personas, donde hay droga, filmaciones, violación y abuso contra mujeres adolescentes, gozan de buena salud, de protección de un sistema perverso, de la complicidad por inacción de las autoridades”, señala Sybel Martínez, en una entrevista para el portal digital Plan V.  Abusos colectivos y redes de trata de personas son un negocio en el que jóvenes mujeres se usan como mercancía. Frente a este infierno “tratar bien a una mujer” parece una concesión.

Segundo nivel, desprotección: Las escuelas dejaron de ser el espacio de protección de los adolescentes, las autoridades escolares miran hacia otro lado, mientras las víctimas y sus familias son amenazadas por traficantes mientras, las instituciones judiciales y policiales hacen poco por protegerlas. Frente a esta indefensión, la “protección de un hombre” que tiene dinero luce una concesión aceptable.

Tercer nivel, violencia: el hombre es por naturaleza violento, su mayor tamaño y su predisposición al enfrentamiento corporal tiene que ver con la sobrevivencia frente a las amenazas naturales y los enemigos como asegura Steven Pinker, en La Tabula Rasa. La expansión del círculo moral, es decir, de quienes consideramos como merecedores de respeto y dignidad, se produce por el avance de la cooperación que conduce a hacer rentable negociar con un potencial agresor que asesinarlo, lo que evita la violencia.

La expansión del círculo moral con la inclusión de las mujeres tiene un sentido similar, una compañera en la vida, resulta potencialmente más beneficioso en términos emocionales y económicos que golpearla o maltratarla.

Los hombres de círculo mental restringido, todavía en el nivel de las emociones primarias del placer y el dominio, prefieren recuperar la “inversión económica de una cita”, que compartir el tiempo con una mujer.  

El error del movimiento feminista es que se dirige contra los hombres (malos) y no comparte con ellos (los buenos). La coreografía de la canción “un violador en tu camino” debería hacerse con hombres y mujeres. De hecho, cada mujer en las coreografías tiene un amigo, un padre, un hermano, una pareja que las ama y que aman. ¿Por qué no bailamos juntos? A mí me agrada porque no soy un violador en su camino.

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