Salvar una empresa es un acto de compromiso con el país
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Ser empresario en este tiempo de crisis es un reto incomprendido por varios sectores. No hay actos egocéntricos. Hay acciones de sobrevivencia, de la idea de negocio y de los empleados.

En nuestro país ha sido siempre difícil hacer empresa y ahora será mucho aún más complicado. Me pregunto si aquellos funcionarios públicos encargados de crear leyes e incentivos para los empresarios tuvieron constantemente malas experiencias con sus empleadores y por eso quieren mostrar a los empresarios como inhumanos, explotadores y estafadores. Llenarlos de trabas, impuestos, multas y otro tipo de impedimentos no favorece la creación de empleos y por ende activando de la economía.
El sueño de cualquier empresario a más de concretar lo que en un momento fue solo una idea es contribuir con el desarrollo de su país. Muchos tenemos buenas ideas pero pocos son quienes se arriesgan a constituir una empresa.
Hoy en esta desgarradora situación por la que atraviesa el país, muchos empresarios quieren seguir ayudando al Ecuador. El querer salvar la empresa es un acto de compromiso con el país. Mientras exista empresa existirán empleados. Las decisiones que ellos tomen no deben ser juzgadas como egocéntricas y egoístas. El luchar por sostener una empresa es el primer paso para poder seguir generando empleo y así dinamizando la economía nacional.
Todos los negocios tienen que adecuarse a la nueva realidad, para unas las medidas serán más fácil por su giro de negocio y su infraestructura y para otras implicarán decisiones drásticas. En ambos caso los dueños de las mismas se enfrentan al dilema de reducir costos y entre ellos los de nómina. Es imposible que no se den despidos cuando las prioridades de los clientes cambian y la interacción con los mismos ya no sea la habitual. No obstante, logrando que en este año 2020 la empresa sobreviva; podrá ampliar su operación ya teniendo experiencia en el comportamiento de su consumidor, proveedores, colaboradores y demás partes interesadas.
La empresa llega al éxito en gran parte a la visión de su fundador pero también al apoyo de su equipo de trabajo. Es gracias a él que consolida su posición en el mercado y por eso es que ningún despido en época de crisis es fácil para ningún empresario. Seguramente hay historias muy injustas como lo hay en todo pero no por eso quiere decir que todos los empresarios sean personas que busquen su propio beneficio y no el de su comunidad en general.
Hoy están tomando drásticas decisiones para poder de cierta manera seguir activos y que en este proceso de adaptación puedan ir viendo que necesidades de personal van a tener en el futuro. Los almacenes de ropa quizás no necesiten tantas vendedoras en los locales, pero si van a necesitar empacadores y despachadores de las prendas para que lleguen a sus clientes. Pueden requerir asesoras virtuales para que puedan escoger la prenda que más les conviene a sus clientes, community managers para estar presentes en las redes sociales y conectar con posibles compradores. Ahora el fronting con el cliente serán otros empleados como los repartidores y son a ellos a quienes hay que capacitarlos y hacerlos que se apropien de la marca para que puedan fidelizar los clientes.
Los trabajadores deben también tener una actitud abierta a las opciones que se den en el mercado. Puede que sus puestos de trabajo ya no existan pero que se creen nuevos. El mundo cambió y las nuevas necesidades se verán reflejadas en los requerimientos que tengan las empresas en sus procesos de selección y contratación de personal.
Es alarmante ver las cifras de despidos que se están dado en el país, pero hay que ser pacientes porque en un futuro cercano confío que se crearán nuevas plazas de trabajo. Puede que sean trabajos más operativos pero es parte del sacrificio que debemos hacer hasta lograr que el mundo se adapte a esta nueva dinámica. Sin embargo, es importante que todos los empresarios pese a la crisis despidan a sus colaboradores de la manera justa. Toda negociación será fructífera cuando ambas partes se sientan satisfechas. Está claro que se tienen que acordar tiempos de pagos no solo para los despidos sino para el pago mensual de los sueldos, ya que la paralización deja sin liquidez hasta a la empresa más rentable.