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Remedios para curar el coronavirus

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Todos buscan remedios para el coronavirus. Hay remedios caseros, fármacos utilizados para otras enfermedades, propuestas de científicos y el trabajo de grandes farmacéuticas en carrera por llegar primeros a la vacuna. Las propuestas pasan, sin embargo, por la decisión de los políticos que nos tienen en sus manos.

Foto: Freepik.es

Una epidemia nueva como el coronavirus, que despierta miedos ancestrales y esperanzas desmedidas, no podía evitar la aparición de curanderos, inventores y charlatanes. Se multiplican los remedios caseros que supuestamente curan o previenen el coronavirus. Se conoce casos de médicos que aplican remedios que no son científicos y que aparentemente son eficaces, aunque en realidad, los pacientes se recuperan espontáneamente y no por la medicina administrada. Debe haber médicos que actúan de buena fe, pero hay también piratas que se aprovechan de los incautos y los desesperados.

Es sorprendente la variedad de reacciones de las autoridades, los mandatarios y políticos. Los populistas de izquierda y derecha han sido los más llamativos, pintorescos o ridículos. Desde Andrés López Obrador de México, pasando por Daniel Ortega de Nicaragua, hasta Jair Bolsonaro de Brasil, han sido los más extraños en el vecindario. En el mundo hay casos todavía más sorprendentes, como el gobierno de Turkmenistán, relatado por un diario argentino, que combate la pandemia prohibiendo el uso de la palabra “coronavirus”, seguramente convencido de la teoría epistemiológica según la cual las palabras crean la realidad o las palabras son la única realidad.

Dejando de lado los casos pintorescos de los populistas, los gobiernos del mundo han cedido a las recomendaciones de los expertos y han ido más temprano o más tarde al confinamiento como único remedio para el coronavirus. Hay expertos que aseguran haber descubierto remedios eficaces y haberlos comprobado con pacientes reales lo que hace pensar en las apuestas: ¿qué llegará primero, la vacuna o la medicina para acabar con la pandemia? El presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, no apela a las apuestas sino a la recompensa, ha ofrecido un millón de dólares a los investigadores que consigan desarrollar una vacuna o un fármaco eficaz contra el coronavirus. Ya hay más de 52 candidatos para hacerse millonarios. 

El doctor Gabriel Serrano, un catalán fundador del laboratorio Sesderma, asegura que ha curado a 75 pacientes, algunos graves, con lactoferrina, una proteína que se encuentra en la leche materna, la saliva y los granulocitos. Claro que ni los médicos sirven ahora porque todas las decisiones pasan por los políticos. Cuando el doctor Serrano se enteró que el Director de Emergencias Sanitarias del gobierno de España, Fernando Simón, estaba con coronavirus, le envió un frasco de Lactiferryn Forte Solution y a los tres días le preguntó cómo le había sentado y le contestó que no lo había tomado. En cambio Isabel Díaz Ayuso, presidenta del gobierno de la Comunidad de Madrid, parece que ha tomado en serio la receta y ha permitido su introducción en los hospitales de su jurisdicción. Pudiera ocurrir que al final la Gloria no se lleve el doctor Serrano ni el gobierno de España sino la ambiciosa política madrileña.

Otro tratamiento que se experimenta en varios países es el uso del plasma de pacientes recuperados. Los especialistas explican que se extrae el plasma y se retiran las células sanguíneas y el líquido restante se inyecta a nuevos pacientes que están sufriendo la enfermedad. Este tratamiento se aplica en algunos hospitales de modo experimental. La búsqueda de fármacos y   vacunas se desarrolla en varios países: Canadá, Estados Unidos, Corea del Sur, Singapur, China, Francia, Gran Bretaña y Alemania. Algunos laboratorios ya están haciendo pruebas en humanos siguiendo los pasos que debe cumplir una vacuna para ser aceptada.

Un médico catalán ha desarrollado un aparato que sirve para desinfectar el aire, destruyendo virus y bacterias. Asegura que su invento es eficaz contra el coronavirus y que ha sido adquirido por China para desinfectar hospitales y pronto se pondrá en lugares públicos como estaciones, aeropuertos y oficinas públicas. Si quiere ser profeta tendrá que probarse en tierras ajenas porque nadie es profeta en su propia tierra.

Hasta que salgan al mercado medicamentos o vacunas comprobadas científicamente, médicos de distintos países ensayan con medicinas existentes o creadas para otras enfermedades como la azitromicina utilizada para enfermedades respiratorias, remedios para la malaria y el paludismo, incluso medicamentos que dieron resultado para enfermos de sida. Estos medicamentos no pueden ser administrados indiscriminadamente porque producen efectos secundarios. 

Mientras esperamos que la ciencia resuelva el problema, la gente seguirá confiando en los remedios caseros. No curan la enfermedad pero al menos no producen efectos no deseados, por eso esperaremos cantando como Celia Cruz: ‘Traigo yerba santa pa’ la garganta/ Traigo keisimón pa’ la hinchazón/ Traigo abrecaminos pa’ tu destino/ Traigo la ruda pa’ el que estornuda/ También traigo albahaca pa’ la gente flaca…’.

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