‘Hasta que se haga justicia’
Compartir

144 menores de edad han quedado huérfanos, entre enero y septiembre de 2022, tras el femicidio de sus madres en Ecuador. De las 206 mujeres que han sido asesinadas, por el simple hecho de serlo, 82 eran madres y cinco estaban a punto de serlo.

«Por sus hijos»… Organizaciones y colectivos de mujeres se movilizaron en todo el país, el sábado 1 de octubre. En 26 ciudades ecuatorianas, cientos de mujeres recorrieron las calles para exigir una reparación integral a los familiares de las víctimas de femicidios, especialmente para esos niños, niñas y adolescentes que han quedado en la orfandad. Desde 2014, cerca de 1.400 menores de edad continúan a la espera de esa reparación.
Es solo cuestión de analizarlo, en gran parte de los casos, para ser exactos en el 53%, el asesinato lo cometió el padre o la pareja sentimental de su madre. También, en la mayoría de los casos, presenciaron el crimen y ahora viven con familiares cercanos.
Para ellos se pide atención psicológica permanente y becas de estudio
Y, precisamente ayuda psicológica es lo que pide Ana Campos para su nieto de cinco años. Está segura que el pequeño presenció el crimen de su madre en la ciudad de Guayaquil. “A veces me dice cosas, como que su mamá se quedó botada y él no hizo nada”. Cuenta que es un niño retraído, que extraña a su mamá y que tiene la mirada triste permanentemente.
Ana es madre de Valeria Vargas Campos, de 24 años. Hace tres años su hija fue asesinada y ahora cuida de su pequeño nieto de ocho años. El esposo de su hija fue el autor intelectual del femicidio, tiene una sentencia de 22 años, “pero la Fiscalía lo dejó ir”. Jean Paul Pisco Galarza tiene orden de difusión roja de la Interpol, es uno de los más buscados en el país, pero no han logrado encontrarlo.
Vivían en España, cuenta Ana. Ella sabía que tenían problemas y que su hija estaba dispuesta a divorciarse. De hecho, en octubre de 2019 iniciaría los trámites de separación. Sin embargo, la familia decidió viajar a Guayaquil para festejar el cumpleaños de Ana.
“Llegaron justo el 8 de octubre, el día de mi cumpleaños. Tomaron un taxi en el aeropuerto que, finalmente terminó secuestrándolos y luego mataron a mi hija en el sector de La Ladrillera”, cuenta Ana, quien ahora vive en Santo Domingo, pero decidió viajar a Quito para ser parte de esta marcha. Asegura que luego de enterrar a su hija fue a la Fiscalía, les dijo que investiguen a su esposo, que su corazón le decía que fue él.
No se equivocó, las investigaciones determinaron que el femicidio fue planeado desde España. No todos los implicados, aunque ya están plenamente identificados y la mayoría con sentencia, están detenidos. Ese es el otro pedido de Ana, que se haga justicia. “Hasta que se haga justicia seguiré en todas las marchas, apoyando también a las otras madres que, como yo, han perdido a sus hijas”.


Guayas es una de las provincias donde más feminicidios se producen. En lo que va del año, se registran 70, según se detalla en las cifras recogidas por la Alianza Feminista para el Mapeo de los Femicidios en el Ecuador. Le sigue Manabí ,con 21 y Esmeraldas, con 17.
Los gritos ‘Ni una menos’, ‘Por Valeria, Juliana, María Belén, Karina, Ivis, nadie se cansa’, se escucharon constantemente durante la movilización en Quito, que inició en el parque de El Arbolito y culminó en La Comandancia de la Policía.
Las madres de algunas de las víctimas estaban allí. Alzando carteles con la foto de sus hijas, o vestían camisetas estampadas con sus rostros, el clamor era el mismo: JUSTICIA.
Una de ellas es María Erlinda, también viajó a Quito desde Santo Domingo para participar en la movilización. Su hija Lily fue asesinada en noviembre de 2020. Estaba embarazada de 37 semanas. Está segura que quien mató a su hija fue Cristian B., el padre del pequeño. Fue la última persona con la que Lily estuvo antes de su muerte.
Y, aunque existe la denuncia en la Fiscalía, el proceso ha sido viciado desde la recolección de pruebas en el lugar donde encontraron el cuerpo de Lily. El informe de autopsia revela que Lily tenía signos de violencia y tortura. El presunto responsable es un soldado que tuvo muy buena coartada y ahora está libre.

De lo que se conoce, Cristian B. ya no trabaja en la provincia de Santo Domingo, en la que se han cometido 12 femicidios entre enero y septiembre de 2022.
“Como todas, estamos aquí pidiendo justicia con el corazón partido. Mi hija ya tiene un año 10 meses de muerta, de asesinada, porque a mi hija me la mataron y pido que Fiscalía no deje este crimen atroz como una estadística más colgada, como acostumbran. Pido que se escuche, que se oiga. Mi hija también fue asesinada por un servidor del Estado y Fiscalía no quiere formular cargos. Pido que escuchen el dolor de una madre que pide justicia por su hija y su nieto”, dijo María Erlinda en medio de cientos de mujeres y hombres que fueron parte de esta marcha.
Asamblea cita a 17 funcionarios
Ya en las afueras de la Comandancia de Policía, en el norte de Quito, las mujeres hicieron varios actos emotivos. Un grupo entonó la Canción sin miedo, que se ha constituido como el himno de la lucha de las mujeres. La mexicana y activista feminista Vivir Quintana es su autora. Escribió la letra a pedido de Mon Laferte. La primera vez que se escuchó está canción fue hace dos años en el Festival Tiempo de Mujeres en México, y desde entonces suena en toda América Latina.


La letra de esta canción tocó el corazón a quienes estuvieron presentes en la movilización. Algunos la cantaban, otros lloraban mientras la letra penetraba en plena Av. Amazonas. Y cómo no hacerlo si solo describe una realidad. “A cada minuto, de cada semana, nos roban amigas, nos matan hermanas, destrozan sus cuerpos, los desaparecen… No olvide sus nombres señor presidente”, dice una estrofa de este himno. En Ecuador, cada 28 horas muere una mujer por violencia de género.
«JUSTICIA», un grito unísono se escuchó antes de finalizar esta marcha…
Líderes de las organizaciones de mujeres quieren mantener una cercanía con el Gobierno. Trabajar en mesas técnicas para lograr una reparación integral, especialmente para los niños, niñas y adolescentes que ya no tienen a sus madres, pero que necesitan apoyo para continuar con sus vidas.
