Un homenaje a las víctimas de La Comuna
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Ha pasado un año del aluvión que sacudió a La Comuna. Criterios hizo un recorrido y comparó los espacios en aquel momento del desastre y cómo se encuentran en la actualidad.

Ha pasado un año del aluvión que sacudió a La Comuna. Cerca de 53 heridos y 27 muertos fue el saldo de este desastre natural que ha dejado dolor, temor e incertidumbre en esta zona de la capital.
El 31 de enero de 2022 se convirtió en una fecha para recordar y también para olvidar. Cientos de familias de La Comuna vivieron las peores horas de su vida cuando un aluvión sepultó casas, parques, estructuras y, lo más importante, acabó con la vida de 27 personas y dejó heridas a 53.
Una corriente de agua, lodo y escombros descendió por las laderas del Pichincha arrasando con todo lo que encontró a su paso en La Comuna -un barrio en el corazón de la capital-; acabando, así, con la tranquilidad de los moradores que, en muchos casos, perdieron sus familiares, amigos, viviendas y vehículos.


Ha pasado un año y, pese a que el lodo y los escombros ya no están, hay muchos vestigios de lo que ocurrió ese día. Un terreno baldío continúa cubierto con telas verdes y algunos escombros, en él reposan maquinarias.
Esta cancha fue -precisamente- el escenario de una misa que se llevó a cabo el pasado domingo en honor a las víctimas que dejó esta catástrofe natural. Dos carteles grandes con imágenes de las personas que fallecieron reposan en aquel lugar.


Muchas casas, alrededor, han colocado puertas y muros para intentar reforzar sus hogares, en caso de que algo así vuelva a suceder; la represa se encuentra cercada con rejas y los trabajos ahí parecen haberse detenido.
Bajando hacia La Gasca, una casa todavía mantiene la marca del horror de aquel día. Su fachada mantiene una mancha de lodo alta, muy alta que denota la violencia y la altura que tomó el aluvión y por eso arrasó con todo a su paso.
La corriente que descendió desde la faldas del Pichincha afectó a 32 viviendas, colapsaron siete y algunos cerramientos de casas, según la información levantada en ese entonces por el Municipio de Quito que, después de la tragedia, retiró más de 18.000 metros cúbicos de lodo.



Un año ha pasado desde aquel día en el que muchas familias quedaron desmembradas. Muchos hogares fueron arrastrados por la violencia de la naturaleza y los moradores de aquel lugar perdieron la calma. El temor de que algo así vuelva a ocurrir se palpa en cada esquina, en cada puerta reforzada, en cada muro levantado y en cada rostro de las personas que caminan por el lugar.