‘Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas buenas que tiene la vida’
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Ver el lado positivo de lo que sucede hoy en día parece infructuoso. Pero este ejercicio puede ser el inicio de un proceso de cambio.

La delicada situación por la que actualmente atraviesa el mundo, tiene a las emociones en un primer plano pues según sea el manejo que les demos, nos ayudan o nos impiden hacer lo que debemos en cada situación que se nos presente.
Cuando tenemos las emociones mal calibradas y permitimos que ellas nos gobiernen, emitimos juicios distorsionados sobre temas que poco conocemos o de los que tenemos información tergiversada y entonces se convierten en pésimas consejeras.
Por lo anterior, el título de esta columna que corresponde a uno de los grandes temas musicales de la inspiración del excelso compositor y pianista cubano René Touzet, cobra gran importancia en estos difíciles momentos.
La mezcla de emociones deformadas agregadas a los conocimientos limitados respecto al coronavirus, puede llegar a iniciar una escalada cada vez más delicada que lleve a conductas irracionales.
La solución no consiste en pensar y repensar únicamente en la grave situación que nos aqueja y desembocar en emociones nocivas, sino en entender que ellas tienen una influencia incalculable en nuestra vida cotidiana y, por lo mismo, es definitivo movernos con mucha cautela. Cuando pasamos más tiempo pensando en un problema sin tener los hechos fundamentales a la mano, se toman decisiones equivocadas que nos muestran escenarios terribles y que no corresponden a la esencia de la verdadera situación.
Es por eso que la mente nos debe llevar a ser conscientes de que no es lo que percibimos, sino la dimensión y el concepto que le demos, lo que realmente convierte nuestra vida en el más tenebroso de los infiernos o en el más hermoso de los paraísos. Una de las definiciones que más me ha gustado al respecto es la de William Shakespeare: “No hay nada bueno ni malo, solo el pensar lo hace así”.
Asimismo, es la interpretación de la realidad lo que la transforma y de esa manera se manifiesta en nuestras vidas. Ahora bien, como todos sabemos, la vida es dual y como tal existe el blanco y el negro, lo bueno y lo malo, la felicidad y la tristeza, el Yin y el Yang, el fracaso y el triunfo etc., entonces para tener mejor calidad de vida es definitivo saber realmente en qué escenario nos encontramos, qué beneficios (o perjuicios) nos trae y a qué pensamientos nos conduce.
Un pensamiento correcto, equilibrado y con buen juicio, nos transporta a sanas experiencias mentales, emocionales y espirituales. Así podemos ser congruentes con la situación que vivimos y de esa forma nos invita a reflexionar sobre los eventos que nos ocurren, los cuales debemos procesar adecuadamente para no estacionarnos en sentimientos de victimización o de angustia los que además al usarlos por periodos prolongados de tiempo nos complican la existencia. De esta manera experimentaremos el aquí y el ahora pero entendiendo que no debemos permitir ahogarnos en situaciones absolutistas y exageradas que nos encaminan a conclusiones erráticas e irreales.
Tenemos que ser conscientes que no todo nos sale bien, pero así mismo, debemos dar la dimensión que en realidad le corresponda a cada situación. Para tener energías valederas hay que colocar combustible de calidad a la vida y para ello deben buscarse motivos para estar animados, tomar conciencia de la realidad integral, saber que en la vida pasan muchas cosas buenas, visualizar tanto el presente como el futuro inmediato con esperanza y optimismo real y entender que siempre después de una negra noche, viene un nuevo amanecer.
Por efectos culturales, nos concentramos más en ver las dificultades, los problemas, las situaciones sin salida y nos convencemos de manera equivocada en que todo lo que pasa alrededor es malo. El conflicto y la dificultad tienen un espacio, pero es solo un espacio (el que les queramos dar) y no todo es negativo. Tan contraproducente es ver solo lo bueno como también ver solo lo malo; ambos extremos son perniciosos.
Una enfermedad, un fracaso comercial o la pérdida del empleo, son temporales y la afectación que nos proporcionen depende de la importancia que les demos. Si cambiamos el lente con el que visualizamos la vida, encontraremos el enfoque real y la mente nos ayudará a centrarnos en objetivos que verdaderamente valgan la pena y que además nos ayuden a ser observadores integrales de experiencias eficaces y productivas.
La vida es un devenir, fluye, es dinámica, por esto no debemos anclarnos únicamente en situaciones difíciles. No hay que sufrir por sufrir, debemos darle un sentido a la existencia: Quiero un mañana mejor; quiero lograr esta meta; vale la pena vivir; estoy trabajando en ello.
Consecuentes con lo anterior, y específicamente para aquellas personas que tienen un negocio, una microempresa o un emprendimiento, a continuación presento algunas claves que pueden implementarse para ayudar en el manejo apropiado de la actual situación y así disfrutar de las cosas buenas que tiene la vida (o si lo prefiere, para que no le pegue tan duro la crisis):
- Ponga manos a la obra lo más rápido que pueda.
- Entienda que el mercado ya no es el mismo y que los clientes dieron un cambio de 180 grados.
- Déjese asesorar y busque opiniones de expertos.
- Sacúdase del apego; cambie lo que sea necesario cambiar y elimine lo superficial.
- Elabore una nueva estrategia de negocio. Sea deductivo y piense desde el punto de vista de los clientes.
- Si su negocio lo permite, intente una nueva forma de comercialización con el teletrabajo.
- Recuerde que los cambios funcionan sólo si los clientes están enterados: dese a conocer a través de las redes sociales, desarrolle marketing digital, promocione ofertas de impacto, construya una página Web atractiva.
Finalmente, entienda que es imperativo reaprender a relacionarnos con la naturaleza, con la tierra, con los mares, con nuestras raíces, con nuestros semejantes, y lo más importante: con nosotros mismos.
Le propongo que escuche y ponga en práctica el tema de esta columna, disfruta las cosas buenas que tiene la vida: “Un descanso en el camino, una botella de vino, una mirada, una alegre carcajada, una cara en el espejo, un amigo, un buen consejo, un palmar, un riachuelo, un pedacito de cielo”.
Aproveche ahora que aún se pueden hacer muchas cosas. Más adelante nadie sabe lo que va a pasar, los cambios que ocurrirán y las cosas que nos podemos perder. Nuestra casa, el planeta azul es hermoso, increíble, único. No pierda tiempo, no espere a que pierda su colorido y, peor aún, la oportunidad de vivir en él.