OTAN III. La Guerra Fría y el siglo XXI
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La Guerra Fría se vivió en tres etapas. Repasar estos episodios nos recuerda la lucha por las libertades y la ideología.

El capitalismo y el comunismo, como ideologías socio-político-económicas inevitablemente estaban apostados en la Europa de 1948, para enfrentarse bajo el preludio del reparto en cuatro partes de la Alemania nazi, siguiendo más o menos la idea del líder soviético Stalin que “se reservaba para la URSS los países europeos liberados por ellos”. Y, con el beneplácito de los líderes políticos aliados, Winston Churchill y Franklin Delano Roosevelt, la otra mitad de Alemania y Berlín quedarían en manos de los británicos, franceses y americanos. Una tensa calma, describiría acertadamente los 60 años subsiguientes.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ahora conformada por 28 naciones, acaba de comprometerse a trabajar por una Alianza renovada y transformada, capaz de superar con la misma fortaleza los retos del siglo XXI. El triunfo de la organización de seguridad y defensa aliada más exitosa de la historia del planeta, es incuestionable y su proyección futura, con motivo de sus 60 años, planteado por el líder estadounidense Donald Trump, se sustenta en el cumplimiento irrestricto de las obligaciones económicas de cada miembro y el incremento al 4% del PIB, para poder afrontar los desafíos futuros, como son la tecnología, la robótica y la inteligencia artificial.
En el otro lado de la medalla, la ‘Alianza Soviética’, desaparecida con la desintegración de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín de 1989, acarrea consigo ‘el fin del comunismo’ como sistema ideológico, social, político y económico de gobierno.
Para muchos historiadores de finales del siglo XX, había triunfado el capitalismo, con todos sus matices, y el comunismo no solamente era un fracaso de regímenes dictatoriales, autocráticos y abusivos, decían algunos de los analistas, sino también un fiasco de unas cuasi-democracias. Con un “fardo cargante” de una violación persistente de los derechos humanos, que simplemente se ha quedado para ser estudiado como parte de la historia.
En el interim, se desarrolló una larga y demencial época de permanente nerviosismo, amenaza y espionaje, acompañado de una carrera armamentista y espacial en ambos lados de Europa, y el mundo del Este y el Oeste. La rapidez en la reconstrucción, con la eficacia financiera del Plan Marshall, sumada por el esforzado desarrollo y crecimiento económico de los países de la Europa Occidental, fue notoria, incluido el boom de la Alemania Occidental. Este éxito era la envidia del mundo y por supuesto de la Europa Oriental que inclusive había provocado un flujo de migración legal e ilegal del lado Este al lado Oeste.
Si bien es cierto, durante la llamada Guerra Fría, las dos grandes potencias nucleares del mundo, Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, no se enfrentaron militarmente de manera directa, aunque no es menos cierto que la URSS había declarado la expansión del comunismo en el mundo, de a buenas o de a malas. El hecho real es que aun cuando esa tensa calma existía entre las dos potencias como una amenaza de guerra (1947-1956), como una coexistencia pacífica (1956- 1977) y como la reaparición de la llamada Guerra Fría (1977-1989), una confrontación militar directa no se dio.
Pero una cadena de hechos belicosos, beligerantes, agresivos y abusivos que se habían desatado desde la revolución bolchevique, simplemente por la oposición al sistema socialista, comunista, colectivista que los soviéticos querían imponer a la fuerza entre 1933 y 1934 con la matanza de hambre de más de 10 millones de personas en Ucrania, se estaba amplificando en las narices de Europa. Luego, se ha exacerbado con la llegada del régimen del dictador soviético Joseph Stalin, conocido mundialmente por su brutalidad, que para aplacar las protestas populares de 1956 y la subsiguiente revolución popular que pedían la expulsión del comunismo de Hungría, con proclamas pidiendo libertad política y de opinión, no dudo en matar gente de oposición.
En 1968, los soviéticos otra vez mostraron su rostro sanguinario invadiendo Checoslovaquia, auspiciado por el Pacto de Varsovia, para frenar las reformas de liberalización económica y política impulsadas por el presidente Alexander Dubsek. Y cabe recordar también que en 1949, los alemanes del Este construyeron el Muro de Berlín de 3,5 metros de altura y 155 km de largo, para impedir la migración, puesto que cientos de familias ya conocían las atrocidades de la guerra alemana-rusa y no querían pertenecer a la Alemania Oriental.
Sin embargo, la exportación del comunismo soviético traspasó las fronteras europeas y a pesar de la instalación del teléfono rojo, acordado entre las dos potencias, se desató en 1950 la invasión por parte de Corea del Norte a Corea del Sur. Invasión de Corea del Norte que fuera auspiciada por la URSS y China, y en la que intervino EE.UU. en apoyo a Corea del Sur. El paralelo 38, existente hasta el momento actual, fue parte del acuerdo de cese al fuego entre las dos Coreas, que todavía está vigente.
El modelo que defiende la OTAN está en riesgo. Las nuevas amenazas requieren de más unidad global.
La lucha ideológica entre el comunismo y el capitalismo sigue y se acentúa con la guerra de Vietnam entre vietnameses del Norte y del Sur, hasta cuando un ataque sorpresivo de la guerrilla del VietCong y los soviéticos, a la Embajada y un campamento estadounidense, empuja a los EE.UU. a una intervención directa, dejando atrás la participación estadounidense de solo apoyar a los vietnamitas del sur. Así, hasta 1975, se desarrolla otra “división ideológica” pero en Vietnam y entre nacionales del Norte y del Sur. Fue otra aventura militar que explotó entre las dos grandes potencias nucleares del mundo, polarizada en Asia, en busca de la hegemonía de un sistema de libertades vs. otro de opresiones, atropellos, abusos, y también auspiciado por China comunista.
Ahora, celebrando sus 60 años de existencia, la OTAN se enfrenta con otros y muy serios y graves retos. Demostrar que es posible proyectar, con certeza, a futuro, otra vez, el mismo y ferviente éxito, la Alianza Atlántica del siglo pasado.
En estos tiempos, el enfrentamiento parecería que ya no es entre el capitalismo tradicional, con un sistema de seguridad y defensa al estilo de la época de post-segunda Guerra Mundial versus el viejo comunismo dictatorial, autoritario, brutal y abusivo; y que ha demostrado al mundo ser un fiasco total como sistema económico, social, científico y tecnológico y hasta con “ejemplos de vergüenza”, como la Cuba exportadora de “seres humanos” disfrazados de colaboradores que ni siquiera pueden cobrar su digno y bien ganado sueldo, sino que “el Gobierno les da cobrando”.
Esta vez, el sistema capitalista está ampliamente matizado en casi todas las naciones miembros de la Alianza Atlántica amplificada, inclusive conformada con naciones miembros del ex–Pacto de Varsovia soviético, incluida la Alemania unificada después de la caída del Muro de Berlín. Es que la gama heterogénea de sistemas capitalistas existentes o que dicen tener su propio “matiz capitalista”, está nutrido de extractos socialistas” de toda índole, incluido aquel llamado estado de bienestar, donde cada día la gente gana más, gasta más, se divierte más, trabaja menos, se educa menos, investiga menos y cada día se hace más y más “socialmente orientada”, pero que cada vez se aleja más de los avances científicos y tecnológicos de EE.UU., Japón y otras potencias en Asia y América Latina, como Corea del Sur, China, India y Brasil, que emergen con esa dinámica típica de pueblos con “hambres atrasadas”, dispuestos a conquistar mercados del mundo, cueste lo que cueste.
Pero, ¿quién paga por ese estado de bienestar? Toda esa avidez de vida fácil, cuesta y cuesta mucho. Es en este contexto que hay que ubicar aquellas declaraciones –a la revista The Economist– del joven líder Galo Emmanuel Macron, el pasado 7 de noviembre del 2019, donde dice: “La OTAN está en situación de muerte cerebral y la UE al borde del precipicio y advierte que hay un riesgo considerable de que Europa desaparezca geopolíticamente”. Dicha interpretación parecería que quiere decir que para EE.UU. –desde hace más de 10 años, con Obama y Trump– hay más ojos en China, dando a entender que la geopolítica de EE.UU. estaría girando hacia el mundo de los países ribereños del Océano Pacífico; pero que la canciller de Alemania, Ángela Merkel, dice, no estar de acuerdo.
Los nuevos desafíos de la OTAN, con tecnología, robótica e inteligencia artificial, para el futuro, se inscriben en aquel famoso decir, parafraseando a Winston Churchill: “No se puede tener una nueva OTAN, haciendo lo mismo”.
- El autor es miembro del Directorio de la Cámara de Comercio de Quito y especialista en temas globales y petroleros.