Tecnologías, educación y movimiento indígena
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A pesar de lo subsidios que se puedan entregar o eliminar, el escaso, nulo o falso modelo de desarrollo para el sector rural persiste. El acceso a la tecnología es primordial.

Los jóvenes de sectores rurales, hombres y mujeres, que en esta última década se han integrado al mundo tecnológico constituyen un factor a tomar en cuenta para comprender la movilización indígena.
Pongamos como ejemplo Cotopaxi, donde la población indígena es importante. Según el censo del 2010, para esta provincia, el 35,2% de las mujeres económicamente activas trabajan como agricultores o trabajadores calificados; los hombres, por su parte, tienen un porcentaje menor del 26,4%.
Como limpiadores, asistentes domésticos, vendedores ambulantes, peones agropecuarios o de minería, etc., el 21,2% lo ocupan las mujeres y un porcentaje ligeramente superior los hombres del 26,4%.
La proyección de la población para Cotopaxi para el 2020, en el grupo de edad de entre 15 y 24 año, es de 88 233, muy por encima del resto grupos de edad, lo que conduce a preguntarse cuáles son las políticas que se demandan en concreto para los jóvenes y las mujeres, sectores importantes cuando se piensa en temas como la autonomía alimentaria, el empleo y el desarrollo rural.
Según el Informe de la Senescyt, para diciembre 2018, las becas nacionales otorgadas para los campos de la “Agricultura, silvicultura, pesca y veterinaria” en Cotopaxi llegan a 12, las becas internacionales otro tanto, es decir, un total de 24, hasta octubre de 2018. Para el 2016, el registro de matrícula en universidades y escuelas politécnicas en los mismos campos fue de 1 496, el 0,2% del total nacional. Sin oportunidades para educación especializada para el desarrollo agrícola en general, el futuro se ve afectado.
En este contexto el total de gasto en investigación y desarrollo, según datos del 2014, es de USD 1,43 millones, y en otras actividades de ciencia y tecnología 0,03 millones, para Cotopaxi. ¿Cómo desarrollar el sector rural sin educación, sin becas, sin investigación y acceso tecnológico?
Según el directorio de empresas, para el año 2017, el 83,6% está constituido por la micro empresa y el 13,4% por la pequeña empresa, es evidente que incidir en estos sectores tiene un impacto social de notable magnitud y por supuesto en los sectores rurales, pero esto también significa pensar en el acceso tecnológico, pues educación, empleo y tecnologías tienes influencia recíproca.
Datos del INEC para 2017, sobre uso de TIC, el 90,7% de los hogares del país tienen un celular; sin embargo, en el ámbito rural los hogares que tienen Internet son del 16,6% mientras que para el sector urbano es de 46,1%. Aunque la disponibilidad en el sector rural es baja, el porcentaje de personas que utilizan internet es alta de 39.6%, lo muestra distorsión entre la disponibilidad y el acceso.
Lo anterior demuestra la necesidad de establecer políticas que faciliten el acceso a internet en los hogares, además de fortalecer los centros de acceso público que son utilizados por un 33,1% de la población, es decir, espacios públicos de libre acceso e instituciones educativas, como parte de una propuesta de ciudadanía digital.
En este contexto es notable que en el 2017, el 34,6% de la población rural nacional utilizaba internet con fines educativos frente a un 42,3% en el sector urbano. Esto puede tener alguna relación con el menor porcentaje de personas, en el sector rural, que tienen un teléfono inteligente, un 20,8%, mientras que en la ciudad se incrementa a un 44,7%. La disminución de aranceles, para la importación tecnológica no llega al campo sin políticas de acceso, educación e intervención social. La movilización indígena muestra un problema de fondo, la ausencia de un modelo integral de desarrollo del sector rural.