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El apellido ‘femenino’

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Después de varios años investigando la presencia del ‘apellido femenino’ en la conversación social, María Esteve lleva a cabo una reflexión sobre la imagen que se forja de las mujeres a través de los medios.

Foto: @SarahChai – Pexels

La imagen de las mujeres, la manera en la que se refleja en los medios de comunicación y la frecuencia de su protagonismo ha sido objeto de estudio desde hace varios años. Muchos de estos análisis coinciden en que el tipo de referentes femeninos que estamos proyectando sigue estando distorsionado: se habla poco de las mujeres, y a menudo, se habla de forma sesgada.

La visibilidad del talento femenino es un acelerador de la igualdad y, aunque notamos que ha habido grandes avances, sabemos que aún existen brechas en términos de equidad y que las mujeres continuamos enfrentándonos a diario a distintos escenarios que condicionan nuestra notoriedad en función de nuestro género. Por esta razón, después de varios años investigando la presencia de la mujer en la conversación social, decidimos llevar a cabo una reflexión sobre la imagen que se forja de las mujeres a través de los medios.

Nuestro más reciente informe toma como base el análisis de más de 14 millones de noticias con mención explícita al género en 12 países (incluidos Colombia, México, Ecuador y Perú) y más de 78.000 fuentes de información. Allí se revela, principalmente, que existe un fenómeno de subordinación semántica que produce un sesgo hacia las mujeres y frena su visibilidad.

Las conclusiones son claras y el tratamiento de la mujer en los medios sigue siendo un desafío desde varios puntos: la mujer está infrarrepresentada, pues hay 2.5 más noticias sobre hombres que sobre mujeres; el nombre propio de las mujeres aparece en 21% menos de artículos que el de los hombres, la mención al género es 2.3 veces más frecuente en mujeres que en hombres, y los hombres firman hasta un 50% más notas que las mujeres. Además, se menciona un 36% más a la familia en noticias sobre mujeres y en cuanto al cubrimiento de noticias sobre violencia machista, se nombra casi 3 veces más a la mujer en lugar de al agresor.

En Colombia, específicamente, los resultados son más alentadores y demuestran que se ha hecho una mayor conciencia: las noticias son firmadas por mujeres un 1% más que por hombres y la autoría femenina respecto a masculina sitúa a nuestro país muy por encima de la media, en el primer puesto de los 12 países analizados. Sin embargo, no podemos bajar la guardia.

Aunque estas cifras nos dan un parte de tranquilidad, sigue existiendo la subordinación semántica en los medios colombianos, pues las noticias se refieren a “mujer” o “femenino” un 13% más que a “hombre” o “masculino”. Es decir, es mucho más frecuente la mención explícita al género y cuanto mayor es la mención del “apellido femenino”, menor es la tendencia a citar el nombre propio de las protagonistas. La igualdad no ha llegado del todo al lenguaje y el lector tiene ante sus ojos cientos de noticias de mujeres sin nombre.

En cuanto a las secciones, por ejemplo, se destacan por la autoría femenina las de Cultura, Sociedad y Salud, dejando fuentes como las de Deporte o Economía con una participación mayoritaria de hombres, lo que se relaciona con estereotipos de género y una creencia de que tienen mayor credibilidad como autores.

El ‘apellido femenino’, entonces, ha permitido en gran parte la visibilización de las mujeres y ningún avance ha sido en vano. Esta manera de usar el lenguaje ha permitido que se muestren nuevos enfoques en los medios y estimular la difusión de noticias sobre mujeres en sectores donde aún hay pocos referentes femeninos; pero también ha contribuido a que lo femenino se perciba como una subcategoría, a que existan sesgos y arquetipos y a que disminuya la representación individual de cada mujer.

Es nuestro deber, desde el ejercicio de la comunicación, promover la visibilización de la mujer diversa, pero, ante todo, representativa e incluir en nuestra reflexión la manera en la que usamos el lenguaje y podemos, desde allí, actuar como catalizadores de la igualdad.

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