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Moreno tiene las de ganar con las medidas económicas

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Con su discurso de que es de transición, el diálogo o la postergación de la entrega del paquete económico, Moreno ha ganado tiempo. Hizo políticamente lo correcto y suficiente.

Foto: Eduardo Flores – Flickr Presidencia de la República

¿Qué le queda por perder al gobierno de Lenin Moreno luego de anunciar las medidas económicas? Algunos dirán que nada, porque su capital político es pobre; otros que igual se lo debe proteger porque esa debilidad es su mayor fortaleza, y pueden argumentar cientos de razones al respecto. Yo más bien me atrevería a decir que tiene espacio para ganar, en términos políticos, si es que juega bien las cartas que tiene, una vez que ha recorrido parte del camino. Veamos lo que ha pasado:

Desde hace meses, pese a las denuncias semanales de corrupción y de culpas del anterior y actual regímenes, ha habido interés por hablar de las reformas tributarias y las medidas económicas que se dijo ahora sí se conocerán el tres de octubre. Eso se ha hecho con base a lo que pudiera o debiera incluir esas medidas, que servirán para cumplir con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y con el mismo Ecuador, que lleva en recesión un buen rato.

La postergación de la entrega del paquete económico, la nueva emisión de bonos, las ideas de vender empresas estatales, la reducción del tamaño del Estado, entre otros, también han impulsado, públicamente, a que esa discusión siga y lleve a más suspicacias entre las distintas posiciones, lo que le ha permitido ganar más tiempo.

La retórica desatada, en suma, ha permitido que se trace la mayor cantidad de escenarios posibles (que incluyen hasta protestas y mayor debilitamiento del gobierno), y que, a estas alturas, ya necesariamente no interesa. No solo porque se repite lo mismo constantemente, sino porque la preocupación central, obtener un trabajo ya, sigue sin una respuesta concreta.

Esta estrategia, de compra de tiempo, que por un lado pudo haber servido para hacer mayores ajustes o seguir trabajando en las propuestas, también lleva a que la gente cada vez preste menos atención a lo que pudiera venir.

Un segundo aspecto es que el Gobierno tiene a su haber su discurso de que es de transición. Ese tipo de administraciones son para quemar sus naves, porque para pasar a la historia no se necesita una administración 100 por ciento exitosa, sino que haya abierto ciertas puertas y ventanas para que la presión contenida casa adentro salga.

También tiene la ventaja –ese es un tercer aspecto- de que, al ser transitorio, alguien deberá sucederlo en las elecciones del 2021 y eso le da un argumento poderosísimo para endilgar responsabilidades a los asambleístas y a los candidatos presidenciales que ya aparecieron.

De antemano el Gobierno sabe que las acusaciones sobre el origen de la crisis son insuficientes y que ahora se puede responsabilizar a la demora de su administración, pero ¿acaso hubo la suficiente fuerza política de los diferentes sectores políticos, sociales y económicos para presionar al régimen? La respuesta es no. Hubo sí declaraciones varias sobre qué hay que atender el tema, contactos con autoridades, pero de eso no pasó. En momentos de crisis sí ha sucedido que se llegan a acuerdos entre empresariado, trabajadores, políticos para atender momentos como estos.

De seguir así como van las cosas, insisto, Moreno ganó esta partida con una estrategia de quema de tiempo y de decir que hizo lo políticamente correcto y suficiente (que además incluyó las mesas de diálogo), ya que, por ejemplo, una aprobación por el ministerio de la ley o una negación a su propuesta ya no está en su cancha.

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