¿A quién hace el juego los ‘medios alternativos’?
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El surgimiento de los medios alternativos abre el debate sobre su responsabilidad social. Algunos se han convertido en activistas para difundir propaganda o ideologías.

Abrir un medio de comunicación en la web es fácil. No se necesita mayor presupuesto: para empezar, basta con una computadora, una cámara fotográfica, conocimientos de programación, un dominio web y… ¡listo! Lo que resulta un problema es financiarse, es decir, pagar a la gente para que continúe todos los días produciendo contenidos.
Esto último es uno de los puntos que nos debiera llamar la atención, como sociedad, por la creciente presencia de medios que emiten sus mensajes a través de las diferentes plataformas y en redes sociales, y contribuyen a la desinformación o a la agitación social.
No importa como quieran llamarse -medios comunitarios, alternativos, distintos- se caracterizan por poner distancia con lo que ellos llaman poder mediático, y están centrados –más claramente desde las protestas de octubre- en difundir una serie de mensajes que tienen una intencionalidad clara.
Digámoslo claro: continuar con la reproducción constante del discurso de división entre los ecuatorianos, los buenos versus los malos, los honrados contra los inmorales y así sucesivamente. Claro está, entendiendo que los primeros, es decir, a quienes ellos representan, como el lado correcto de la medalla y todo lo que no esté en ese grupo, pues sobra decir cómo son considerados.
Este contenido también tiene otro problema, que muchas personas no lo están tomando en cuenta –y que obviamente es consecuencia de la falta de una educación mediática-, es que esa intencionalidad y esos mensajes no corresponden al periodismo, sino a una militancia, a un activismo. Es hacer política, difundir propaganda e ideología, pero disfrazándola de periodismo, porque esto cumple dos papeles: mina más la credibilidad de la prensa y, al provocar más cuestionamiento hacia ella, su papel de intermediación se debilita más y el gran perdedor es el sistema democrático.
Por ello, es hora de que empiecen a decir quién les financia para que puedan pasar tanto tiempo difundiendo mensajes, utilizando textos, vídeo, fotografía, etc. También es hora que digan claramente a quiénes representan: a qué partido, a qué persona, por qué necesitan que la división reine, por qué es necesario mantener polarizada la sociedad. Resumiría estas preguntas con una más global: quién está finalmente detrás de todos ellos (más allá de los políticos) que necesitan que esas bases totalitarias se mantengan.
Insisto: no estamos ante un debate de libertad de información y de prensa, sino ante una discusión de responsabilidad social y decencia pública por parte de estos activistas. En Ecuador, las leyes alrededor de la comunicación, no rigen en el ámbito web, pero los usuarios, los periodistas, los políticos, quienes quieren sacar del extremismo que nos encontramos, pueden reclamar por esto y, especialmente, no distribuir ese tipo de contenido.