¿Matar a la universidad para salir de la crisis?
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El Gobierno puede reforzar la educación. Aquí seis propuestas concretas para el futuro de esta área que es fundamental en la vida nacional.

A menos que un cadáver resucite tiene la ventaja de que no pide alimento, no tiene ánimo de estudiar y tampoco de salir de casa. De hecho, no se queda en ningún lado. Si el muerto, por ejemplo, era un zapatero, se lo extrañará cuando las suelas de los zapatos de sus clientes necesiten reparación; pero qué importa, quizá para ese momento también sigan el mismo camino sus clientes.
Lo mismo ocurre con la universidad ecuatoriana, ¿quién necesita educación cuando lo importante es resolver el presente? Suficiente que los que estudian terminen la carrera. Los que concluyeron no los necesitamos, de todos modos no hay empleo para ellos, pueden deprimirse cómodamente encerrados en sus casas. Por supuesto, cuando se necesiten profesionales preparados ya tendremos una mejor economía y contrataremos a los que si pudieron estudiar o los importaremos.
La finalización de una guerra, como la pandemia, puede conducir a cambios que abran el futuro o que nos hundan en la violencia y el populismo autoritario. Ahora, como con el zapatero, parece que la educación no es urgente, como en su momento con la salud. Pero la salud como la educación se fortalece con la institucionalidad y en el tiempo, no es posible prepararse para el futuro cuando llegue, se lo debe hacer ahora.
Necesitamos todo lo contrario a lo que se está ejecutando desde el Gobierno para la educación universitaria:
- Facilitar la duplicación inmediata de todos los programas presenciales a sus versiones en línea, de tal manera que en épocas de confinamiento se puedan continuar sin problemas en ambientes virtuales. De la misma manera facilitaría que estudiantes que obtienen trabajo o cambian sus circunstancias de vida puedan migrar sin restricciones a la versión en línea o presencial, según sea el caso de sus carreras.
- Promover posgrados interdisciplinarios para estimular la innovación y la iniciativa.
- El cataclismo económico requiere de profesiones y profesionales, un país ignorante con docentes en la calle como el caso de los 400 profesores desempleados en la Universidad de Cuenca es injustificable e infame. “Quédate en casa”, aplicada a cientos de miles de personas sin empleo, es como decir: muérete sin molestar a nadie, además sin educación. Al contrario es prioritario sostener la institucionalidad educativa del país, que es la manera de conservar los cerebros y los corazones activos.
- Incrementar masiva y agresivamente las becas. Por el contrario, disminuir el financiamiento y las becas a las universidades es irracional: la educación socializa la esperanza y genera condiciones para el empleo, pues los cambios en la economía requieren preparar a miles de jóvenes y profesionales para las nuevas condiciones. También genera seguridad: profesionales ocupando su tiempo de forma productiva.
- Detener a las universidades virtuales, una de ellas cuestionadas en la propia España por su venta de títulos, que ahora presiona por ventajas oportunistas.
- Es prioridad del Estado fortalecer la capacidad de las universidades de ofertar educación en línea pues genera capital cognitivo, fuentes de empleo y desarrollo.
También podemos matar a la universidad, como a su tiempo al sistema de salud. Cuando alguien pregunte porqué el país no logró salir de la crisis y se hundió en la violencia siempre podemos culpar a la pandemia.