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Los fantasmas del desempleo

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Una de las estrategias del gobierno por recortar el gasto público ha sido el despido. Aquí una reflexión sobre el problema del desempleo en el Ecuador.

Foto: Gianna Benalcázar – CCQ

Disminuir el gasto corriente del Estado significa, ahora, despedir gente. Es cierto, sostener una burocracia que se ocupa de duplicar y entorpecer los trámites afecta a la inversión, al empleo y al emprendimiento. Además, una parte de esa burocracia fue “educada” en un sistema totalitario por el cuál los trámites configuraban un sistema de control de las actividades personales antes que, para desempeñarse profesionalmente, lo que los hace peligrosos, además de improductivos.

Una democracia se mide por la amplitud de personas que tienen acceso a los servicios públicos; por la igualdad en la participación de los recursos del gobierno y de su actuación en forma autónoma; la consulta, entendida como el control que pueden ejercer los ciudadanos sobre los funcionarios y actividades del gobierno; y, finalmente, la protección de los ciudadanos frente a los abusos de agentes del gobierno.

El despido masivo de funcionarios del sector público, pone a prueba la medida de la democracia: ¿cómo se garantiza el acceso a los recursos públicos de estos ciudadanos?, ¿cómo ejercer control sobre los abusos del gobierno que evade su responsabilidad de pagar las indemnizaciones a tiempo o simplemente no lo hace?,  ¿cómo el Estado va a promover la reinserción laboral y qué medidas de protección con relación a salud, educación y alimentación se van a efectuar?, ¿se puede responsabilizar a los funcionarios de aceptar trabajos, en contextos de corrupción, cuando una buena parte de la clase política que causó esta situación está en el gobierno y la asamblea? En cualquier caso, lo importante son las personas.

En Alemania, la oficina de Arbeitsagentur (agencia de empleo) ofrece información, asesoramiento y apoyo para la reinserción laboral. También apoya a los empresarios a encontrar profesionales ajustados a los perfiles que demandan. A propósito, la Arbeitsagentur ofrece la posibilidad de ampliar los estudios de forma parcial o a medio tiempo con la condición de que dejen un margen de por lo menos 15 horas por semana para aceptar un empleo.

Luego de cumplir los requisitos (registro en la oficina de desempleo, compromiso de no rechazar una oferta de empleo, etc.) y efectuar una entrevista puede acceder a un Bildungsgutscheine o bono de la educación que incluye: costos de transporte, alojamiento en caso de requerirlo, costo de cuidados infantiles, entre otros.

La tasa de contribución del seguro de desempleo, que financia esta oficina, es del 2,4%, y la mitad (1,2%) la cubre el empleador. Se argumentará que no existe dinero para un programa así, sin embargo, el costo social que supone sostener el sistema de atención pública, junto a la disminución de recaudación fiscal, incremento de la inseguridad, la violencia intrafamiliar y la depresión social es mucho más alto.

Una colega leyó este artículo y dijo: “criticas al gobierno por no generar empleo y luego quieres presionarlo para que de subsidios”. Tiene razón, un populista tomaría esta idea para generar una nueva oficina, con más burócratas que si tendrían trabajo y de nuevo las personas nada. La idea es que esta oficina resulte de un esfuerzo coordinado de las empresas y el Estado para formar profesionales para demandas concretas y sea autosustentable.

Si no se actúa ahora, la falta de un perfil adecuado y de experiencia afectará la capacidad de miles de profesionales de emplearse en el futuro; en cascada a sus familias y para mayor lamento los hará presa de los populistas que en estas elecciones ofrecerán una patria nueva, expulsar a los migrantes, acabar con el neoliberalismo, expulsar al FMI, entre tantas maravillas que dirán y que no podrán cumplir. El voto de la frustración es un riesgo para la democracia.

El problema de fondo es un inconmensurable egoísmo de los líderes políticos y autoridades públicas, que viene con los lujos del consumo y la impunidad del poder que les alejó de la gente a la que sirven. Para la mayoría, las personas no existen, quienes viven el dolor del desempleo son fantasmas.

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