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Los centros infantiles están en peligro de extinción

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La pandemia hace que estos establecimientos, donde asisten niños de 0 a 5 años, afronten problemas de todo tipo. Unos 21 000 menores han sido afectados, solo en Pichincha.

Fotos: Gianna Benalcázar – CCQ

Los centros infantiles son el sector de la educación más golpeado por la pandemia del nuevo coronavirus. Los establecimientos, guarderías públicas y privadas, centros infantiles, centros terapéuticos, para niños de 0 a 5 años, están cerrados. Pero al ser un tipo de educación que no es obligatoria, las salidas para sobrevivir y reabrir son prácticamente nulas. 

Criterios hizo un recorrido para comprobar el estado de los centros infantiles. La mayoría no han abierto sus puertas desde el pasado 12 de marzo. Y durante abril, en el caso de los privados, dejaron de percibir las pensiones, ya que los padres están en sus hogares con los niños. Mayo es el mes que ha significado el cierre definitivo para algunos. En Pichincha, unos 12 000 niños asisten a estos establecimientos.

En el caso de los Guaguacentros, establecimientos que servían a las personas de menos recursos hay, incluso, un diálogo con el Municipio porque las deudas, sean de arriendo o pago de salarios, han recaído en los directores de los centros que, sin ser propietarios, constan como empleadores ante los organismos de control. Allí son 9 000 niños que no han regresado a sus clases y cuidados diarios.

No obstante, en todos los casos las deudas los aprietan con tal fuerza que parece el fin… 

Los centros infantiles privados parece que están condenados a desaparecer

En el aula de pequeñas y coloridas sillas y mesas el tiempo se detuvo. En varias pizarras quedó la fecha del último día de actividades, el 12 de marzo. María Inés Albán es la propietaria del centro infantil Peque Mundo, ubicado al norte de Quito, donde ya no llegan más niños. Incluso la hierba creció en el patio donde están los columpios y resbaladeras plásticas. Ella ha tenido que liquidar al personal. Ya no pudo más. 

Los 39 niños y las ocho personas que los cuidaban y enseñaban ya no están. La educadora cuenta que algunas de las profesores renunciaron y otras se acogieron a un proceso en el Ministerio de Trabajo para resolver legalmente el cierre del centro infantil.

Una de las salidas que ella cree que puede funcionar es que en agosto puedan retomarse las clases en estos centros infantiles. Claro, con rígidos protocolos… Pero nada es seguro con el manejo actual de la pandemia.  

De hecho, según una medición de la Corporación de Representantes de los Centros de Desarrollo Infantil Privado, en Pichincha hay 537 establecimientos y generan empleo a 6 626 personas, entre docentes, auxiliares pedagógicas, personal de apoyo, administrativos y de limpieza. 

Este organismo hizo una encuesta entre los centros y los resultados son angustiosos. En la proyección de cierre de los Centros de Desarrollo Infantil, para abril, mayo y junio, se mira una ola que prácticamente se lleva todo por delante. Para abril se estimaba un cierre de 33% de establecimientos, para mayo un 64% y para junio el 91%. Casi todos…

Albalina Nuñez, representante de la Corporación, dice que esto causa una crisis sin precedentes. “Primero se genera un desempleo masivo en el sector, porque la mayoría de centros han tenido que terminar los contratos de trabajo con el personal, muchos se han acogido a la terminación laboral por fuerza mayor. En otros casos despidos. En segundo lugar, cuando los papás quieran retomar la educación inicial no existirán centros infantiles abiertos y esto va a causará un problema en las actividades de los padres de familia. Hay una preocupación de los padres, porque a medida que se vayan reactivando las actividades económicas del país, en los diferentes sectores, las personas van a requerir el servicio, especialmente en el caso de las personas que trabajan en horarios de jornada completa”, indica.

Ella recuerda que había centros que ofrecían el servicio desde las 07:00 hasta las 18:00. Por ello, esta paralización, que no saben cuándo finalizará, también tiene consecuencias en los propios menores de edad. Los procesos de adaptación y de socialización ya se ven afectados. 

La educadora Albalina Núñez comenta que la situación laboral de muchos hogares hace que los padres deban continuar sus actividades pero no pueden lidiar con los niños ni les prestan la atención o tiempo de calidad adecuados para continuar con el proceso educativo, sicológico, de aprendizaje de rutinas. “Muchas veces los papás no pueden manejar esto. Papá y mamá teletrabajan. Lo padres comentan que los niños han retrocedido mucho en el desarrollo que habían alcanzado”, cuenta.

Ante esa crisis, la Corporación ha pedido la ayuda del Gobierno. Los resultados de la medición se han compartido con las autoridades. Y ya se han celebrado reuniones con representantes de la Vicepresidencia, y de los ministerios de Educación y de Finanzas. “Entregamos al Ministerio de Educación una comunicación en la cual solicitamos que permitan suspender las actividades porque, al estar sujetos al control de Educación, no podríamos terminar el año electivo antes junio. Pero los centros han parado porque no pueden seguir pagando sueldos. La suspensión ayudaría. Por otro lado, buscamos apoyo económico para los centro infantiles y que vaya dirigido a los padres. En especial para los que se han quedado sin trabajo. Si el Estado puede apoyar esos niños, el servicio continuará”, indica. Además, la Corporación ha pedido un paro patronal en las obligaciones con el IESS o licencias sin sueldo. También ayudas para el pago de arriendo, ya que un 70% renta los locales. “Si esto no es aceptado continuarán los cierres”, dice Albalina Nuñez, de la comisión Legal de la Corporación. Una de las esperanzas es que se pueda decidir la vuelta en agosto. Pero no hay certeza. 

Adaptarse a la ‘nueva normalidad’ es la opción para algunos centros 

No obstante, hay centros infantiles privados que tratan de adaptarse a la realidad temporal. Y ese es el caso de Crecer, un centro infantil dedicado a la estimulación temprana y que cerró el 14 de marzo. Valeria Leguízamo es la directora del establecimiento y, ella, junto al personal que ha quedado, han diseñado métodos de acompañamiento para algunos de los padres de familia que han decidido continuar con el servicio, pero desde sus hogares. 

Ahora, la casa, donde se realizaban talleres, charlas, fisioterapias, acompañamiento a las madres, está vacía. Incluso, han recogido las pertenencias de los niños para ser entregadas a sus padres. 

La educadora, con 20 años de experiencia, dice que para continuar con el trabajo han debido retornar a métodos que se usaban hace 30 años para que los padres puedan hacer el acompañamiento a sus hijos, utilizando materiales como el engrudo o colorantes vegetales. Y esos métodos tradicionales, debido a que no hay papelerías abiertas, se difunden a través de videos por la plataforma Zoom. Incluso brindan apoyo sicológico a las madres y los niños para manejar el encierro y continuar con el desarrollo de los niños. Además, las clases también las ofrecen a personas que no asistieron anteriormente a sesiones por cualquier motivo, es decir, los actualizan en los conocimientos. 

Es como comenzar de cero, dice Valeria Leguízamo. Antes tenía unos 50 niños y ahora ocho. La prioridad es mantener el salario de las colaboradoras con las que cuenta. El arriendo de la casa donde funciona el centro infantil todavía está sin resolver. Ella contagia es optimismo. Se enfrenta con muchas ganas a esa nueva normalidad. 

Los 179 Guaguacentros cerraron

Ismael Carrera es el director del Guaguacentro que está cerca del Mercado Mayorista. El local, ubicado en un parque interior de un conjunto de casas, está cerrado. En ese espacio, de cinco ambientes, eran atendidos 20 niños con discapacidad. Algunos necesitaban sillas especiales para sostener el cuerpo de los menores con serias deficiencias físicas y, apoyados por los tutores, puedan comer. 

Al igual que en los centros de María Inés Albán y Valeria Leguízamo, todo está vacío y en silencio. Los juguetes con los que ayudaban al desarrollo intelectual y motriz de esos niños están guardados. Las colchonetas especiales con barreras laterales, apiladas. Desde inicios de abril no hay atención. 

Son 179 Guaguacentros, donde llegaban niños de 1 a 3 años de edad, que suspendieron la atención. 1253 personas trabajaban para servir a los niños y sus familias. Y cerca de 9 000 menores ya no asisten a sus clases y cuidados diarios. 

Pero eso no es todo. Por un cambio en la modalidad laboral, las directoras de estos centros infantiles se convirtieron, de trabajadoras del municipio a empleadoras de sus compañeros, y así constan en el IESS. Y, con el cierre, tienen deudas y deben afrontar los líos laborales. 

Tatiana Castro, vocera de las directoras de los Guaguacentros, cuenta que ellas son quienes deben responder por las deudas de arriendos de locales, pagos de salarios, multas en el IESS… cuando ganan USD 647 mensuales. “Es injusto de parte del Municipio, de parte de Patronato San José, perjudicarnos de esa manera a nosotras, como trabajadoras, cuando hemos puesto nuestro profesionalismo, nuestra capacidad para administrar cada uno de los Guaguacentros y que exista la operatividad mes a mes. Nos asignan un valor, unos USD 7 000, pero ese dinero no lo maneja la directora a voluntad propia. Lo manejamos bajo una tabla estipulada por contrato para los gastos de gasto de personal, servicios básicos, alimentación, renta y material de oficina”, dice la educadora.

Los niños que acceden a los guaguacentros son hijos de madres solteras, madres adolescentes, o que han sufrido violencia intrafamiliar. O hijos de padres y madres que no llegan a percibir el salario mínimo. Están ubicados cerca de los mercados. Por eso, las directoras creen que hay discriminación por parte del Municipio al suspender la atención en estos establecimientos. 

Sin embargo, el Cabildo ha decidido tratar el tema y dar una solución durante esta semana. De hecho, hoy está previsto que el Concejo Metropolitano conozca acerca del cierre de los Guaguacentros.

Las directoras, hasta tanto, han diseñado un plan de contingencia durante la emergencia por la pandemia y que ya está en consideración de las autoridades. Este tiene que ver con intervenciones en los propios hogares de los niños, entregándoles alimentación, educación mediante vías telemáticas y, sobretodo, revisar su estado de salud. Hay sospechas entre los educadores de maltratos a los menores. Ismael Carrera, uno de los pocos hombres directores de estos centros, espera que la suspensión se levante. Y, así, pueda volver a ver a los niños que requerían de implementos especiales para su día a día. Aparatos que ahora no los tienen a la mano.

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