Las cuatro claves para potenciar las Zonas Francas en este tiempo de crisis
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Fortalecer las ZEDEs es un camino efectivo para ayudar a la economía y la inversión para el país. Aquí una propuesta.

La pandemia ha evidenciado una crisis económica que tiene raíces profundas y que ha puesto al descubierto las debilidades de la política de incentivos tributarios que promuevan el comercio y la inversión. Nuestro ordenamiento jurídico adolece, desde dificultades en la implementación a lo poco atractivo de los beneficios. Un proceso de reactivación productiva después de un período crítico por el COVID-19 requiere poner en práctica figuras jurídicas que han dado frutos en otros países de la región sin necesidad de modificar en extenso la legislación.
¿De qué estamos hablando? Pues desde la emisión del Código Orgánico de la Producción, Comercio e Inversiones se crearon las ZEDEs (Zonas Especiales de Desarrollo Económico) que se convierten en un destino aduanero en un espacio delimitado del territorio nacional donde pueden crearse espacios logísticos, tecnológicos o industriales. Para mala fortuna del Ecuador, las ZEDEs tienen tantos trámites burocráticos y poca claridad en el proceso de acreditación que no las hacen atractivas y no cumplen su propósito. En la actualidad, Ecuador cuenta con cinco ZEDEs autorizadas: Yachay (2013), Quito (2018), Eloy Alfaro (2013), Litoral (2017) y Posorja (2016).
Potenciar las Zedes debería incluir una revisión de los casos exitosos en la región, hay muchos ejemplos como los de Colombia o Uruguay para aprender de estos caso exitosos.
Entonces, la cuestión es ¿cómo corregir el mecanismo para impulsar el comercio y economía del país con esta figura que no ha logrado captar inversión nacional o extranjera? La propuesta es reinventarlas.
Ecuador tiene muy pocas ZEDES calificadas pero pueden ser muchas más si se logra:
- La implementación adecuada de la Ley y su reglamento, donde los incentivos que se ofrezcan se vuelvan reales y no se conviertan en una espada de Damocles para las empresas y los inversionistas por interpretaciones incorrectas de la Ley;
- Articulación pública-privada, donde todos los actores con competencias en el tema apliquen en la misma dirección la normativa;
- Trabajo conjunto con el sector privado y los inversionistas para identificar las zonas que podrían ser consideradas ZEDES, es decir, el desarrollo de un proyecto deberá estar atado a la demanda que exista de los futuros operadores que quieran invertir en proyectos en el país;
- Asimismo, es momento de dejar atrás toda la tramitología para obtener beneficios tributarios, los empresarios, emprendedores e inversionistas buscan facilitación del comercio en todo el sentido de la palabra, no sólo un espacio que les permita desarrollar sus actividades productivas sino la existencia de un entorno favorable para los negocios.
Nuestras zonas francas deben apuntar a ser espacios con orientación exportadora, donde empresas de bienes y servicios, en el ámbito industrial, tecnológico o logístico puedan asentarse y gozar de beneficios tributarios y aduaneros. Es claro que se deben cumplir requisitos para calificar una ZEDE pero estos no deben ser desproporcionados y no ahogar a los desarrolladores de proyectos en papeleos innecesarios.
En la región existen más de 400 zonas francas con más de USD 20 000 millones de inversión y más de 10 000 empleos generados, y es una oportunidad que no podemos dejar pasar. Para hacer aún más interesantes a futuro las zonas francas un ejemplo: durante la pandemia han sido el motor del comercio y de la economía en países como Colombia, Panamá y República Dominicana. Ecuador no se puede quedar atrás.
¿Hacía donde va el Ecuador? ¿Nos mantenemos con figuras jurídicas sin uso y con burocracia extrema o buscamos la reinvención en modelos que ya han sido probados por nuestros vecinos?