La sociedad en crisis
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El caso Arroz Verde es un avance en la búsqueda de justicia. Pero hay casos pendientes. Es oportuno reflexionar sobre lo que ha sucedido para mejorar el futuro del país. Aquí algunas ideas.

Luis Moreno Ocampo, el fiscal argentino que investigó violaciones a Derechos Humanos por las dictaduras militares, de los casos de fraude y corrupción que afectaron a su país, advirtió de la insuficiencia del discurso y de la educación ética para acometer contra la institucionalizada corrupción en países como el nuestro. Pero son concurrentes para formar anhelados hábitos y cultura ciudadana ética, cuyos procesos deben comenzar sin demoras.
Si no, en este mundo globalizado los riesgos se viralizan; no pocos quieren emular a gobernantes caracterizados por conductas antiéticas, demagógicas, hegemónicas y autoritarias, utilizadas para adquirir y ostentar poder político, económico y social ante la pusilanimidad de la comunidad internacional.
Estudios y encuestas cifran en miles los adeptos a tales conductas, los que son consecuentes con los beneficios recibidos en los días del autoritarismo y desean reinstaurarlos para sí, a costa del bienestar general. Ellos desdoblan lo justo y lo ético solo en beneficio particular y su grupo, reprochan beneficios para la sociedad, a la que venden discursos y obras demagógicas repletas de sobreprecios y diseños antitécnicos, sobre la base de declaratorias de emergencias que facilitan sus ‘negocios’.
En ese esquema, el Ecuador ha cerrado la audiencia de juzgamiento de “una estructura criminal” que gobernó entre 2007 y 2017, cuya sentencia causa expectativa, y mientras se la aguarda bogando porque prime el Derecho y la justicia, la Fiscalía tiene en marcha nuevas investigaciones sobre lavado de activos, peculado y enriquecimiento ilícito, derivados del caso Sobornos 2012-2016, cuyos principales sindicados son los exgobernantes Rafael Correa y Jorge Glas.
El caso, en etapa de sentencia, es nimio respecto a otros denunciados y sin progreso judicial, que cuantificarían alrededor de USD 70 000 millones de presunto beneficio para la ‘estructura criminal’ ampliada, entre las que estaría de por medio la constructora brasileña Odebrecht, también actora en otros países.
Crónica roja
Preocupa que estos crímenes contra el Estado no tengan espacio en las páginas de crónica roja de los medios de comunicación, porque la estructura no es ajena a la del común crimen organizado para estafar al fisco, para sobornar, para timar, para contrabandear, etc.
“En un sistema monopólico del poder, quienes lo detentan pueden poner el precio que deseen a los actos de gobierno que deseen. En una dictadura sin división de poderes necesariamente hay corrupción, porque hay funcionarios públicos con la potestad de quitar u otorgar fortunas sin que nadie los controle a ellos. Basta una decisión de la cúpula para producir enormes transferencias de recursos”, así se refleja la estructura delincuencial en el ejercicio de la política.
Lo que se complementa con la no operación de aquello de que la “regla elemental de la técnica de control es que quien controla sea independiente de quien es controlado”, sino que hubo “control” de sí mismos, desde las auditorías hasta la más alta esfera judicial.
De esto ya se ha escrito en el Ecuador y quienes lo hicieron en el imperio de la estructura delincuencial fueron perseguidos y encarcelados, pero las causas judiciales sobre el ejercicio gubernamental 2007-2017 están abriendo espacios para que la historia política, económica y social de dicho lapso no solo este pigmentada de crónica roja, sino que sea de auténtica historia policiaca, quizá matriz de estudio para organizaciones delincuenciales en ciernes, pero también alerta para que la población evite concentraciones de poder político y discrecionalidad en sus gobernantes.

“Los pecados escriben la historia”
La historia reciente del Ecuador revive la sentencia de Goethe: “los pecados escriben la historia, el bien es silencioso”. Pecados que en las audiencias han confesado a medias los pecadores, que llevan a reparar que la “media verdad no es lo mismo que media mentira”, como dijo Joaquín Sabina, por lo que “el deber ciudadano es mantener la boca abierta” (Gunter Grass), cuya sustantiva obligación es comunicar lo que sabe, porque de lo contrario “pensar a solas es pensar a medias” (Leopoldo Alas).
A estas alturas del caso Sobornos 2012-2016 o Arroz verde, con el que Correa y los suyos habrían financiado sus campañas electorales, es inútil que sus seguidores piensen que “solo el tiempo puede revelarnos al hombre justo”, como sentenció Diego de Saavedra, sino que deben convencerse de que “al perverso se le puede conocer en un solo día”, como complementa el pensador, conocimiento sobre el que no hay dudas desde que él mismo se autorretrató como “irascible” o irritable, colérico, iracundo, arrebatado, violento, rabioso, frenético, puntilloso, y un largo etcétera de cualidades similares, en una entrevista con Página 12 de Argentina.
La verdad, el único bien
Son duros los momentos del país por las secuelas de tales retratos psicológicos y de los hechos delincuenciales, pero hay que bogar porque ciudadanos y políticos del Ecuador encuentren el principio de que “la verdad es el único bien del hombre” (Séneca), que “la verdadera filosofía se ve en la conducta y no en los discursos” (Bonin), que “la integridad es hacer lo correcto, aunque nadie nos esté mirando (Stovall).
Un medio es que “la educación se propone como una de las soluciones para que cambien los principios éticos”, pero “la educación que transforma no es la que reitera los principios morales, sino la que muestra el ejemplo de una precisa forma de actuar en ese sentido y genera el aprendizaje de las políticas de cambio”, como resalta Moreno Ocampo.Es decir, bregar, sostenidamente, para que la cultura ciudadana sea ética y transparente en su vida cotidiana, no es una ilusión, es un proceso duro y difícil, que debe iniciarse ya sobre la base de la educación, el trabajo y la interacción social diaria, ejerciendo, fielmente, derechos y obligaciones; así, la política recobrará su razón sustantiva: servicio a la sociedad, no servirse de la sociedad.