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La salud mental, el encierro, la angustia y el Covid-19

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En crisis es natural que el ser humano reaccione de maneras inusuales. Un especialista en psicología nos muestra cómo reconocer nuestros sentimientos y actitudes durante este período, y qué hacer para mejorarlo.

Foto: Freepik.es

La actual situación con el Covid-19 puso bajo presión nuestro estilo de vida y cómo entendemos el mundo. Nuestro derecho a elegir, la lucha por la subsistencia y la satisfacción de las necesidades básicas son de las preocupaciones primarias de las familias e individuos.

Es importante destacar la evolución de ciertas preocupaciones y la forma en la que enfrentamos esta amenaza. Podemos visualizar que las reacciones parecen fluctuar entre el pánico extremo, muy susceptible de caer hasta en ideas conspirativas y paranoicas, hasta el total desinterés que llega a extremos de menospreciar la situación.

Esto se puede ejemplificar en la conducta que estamos viendo en la actualidad; gente en los supermercados acaparando artículos, y, por otro lado, personas que hacen caso omiso a las medidas de cuarentena. A esto hay que sumarle el manejo político y la credibilidad que tenemos en nuestros líderes, que influyen profundamente en la percepción que tenemos de la situación.

En este punto es importante conectarse con ambas realidades, para entender que ambas funcionan de forma complementaria e interactúan en nosotros como especie.

Los seres humanos somos primates y tenemos una intensa necesidad de socialización. El confinamiento procura que tengamos que estar, o muy cerca de las personas que son parte de nuestra red social o en su defecto muy lejos.

Si nos posicionamos al extremo del pánico, nuestra angustia se tornará en preocupación por el futuro tanto en el individual al colectivo, traduciéndose en: ¿De qué vamos a vivir?, ¿Cómo va a ser el futuro?, ¿Llegará el punto en el que nos infectemos todos?, entre otras preocupaciones. Pero si nos ubicamos del lado que menosprecia la situación, nuestra angustia versará sobre temas como: ¿Cuándo podré salir de casa?, ¿Podré retomar pronto mis actividades sociales y recreativas?, ¿Qué pasará con el viaje que estaba planificado?, entre otras. Quizá en el medio, las personas que desarrollan ambos tipos de preocupaciones.

La información que muestran tanto los medios de comunicación y las redes sociales nos da el mensaje de que la situación es grave pero no debemos entrar en el pánico, algo que cómo mencioné a veces resulta contradictorio. Hay muchísima información que no suele ayudar mucho y al contrario intensifica el nerviosismo de ambos lados.

Entonces cabe la reflexión sobre ¿qué hacer al respecto? ¿Qué estrategias pueden resultar útiles para afrontar esta situación?

  1. Ser crítico con la información en redes sociales. Tomar en cuenta que estos medios son lugares donde el sensacionalismo y el escándalo son una excelente forma de llamar la atención del público.
  2. Tomar un rol reflexivo sobre lo que puedo controlar. Para esto debemos ser conscientes de aquello que no está en nuestras manos, y prestar atención a la satisfacción de necesidades básicas. Es decir concentrarme en cubrir alimentación, salud y vivienda para mi y para mis seres queridos y que eso requiere de planificación y racionalidad en el consumo.
  3. Ser más conscientes de cómo nuestras acciones afectan a los demás. Es decir, tomar en cuenta que mis decisiones pueden contribuir a dejar a otros sin los insumos que necesitan por una explosión consumista o puedo accidentalmente infectar a otras personas por ser negligente.
  4. Buscar dentro de mí fortalezas y experiencias previas. Identificar las características o acciones me han ayudado a resolver situaciones difíciles antes para sobrellevar situaciones donde el futuro es incierto.
  5. Fortalecer mis lazos afectivos. Alimentar mis redes de apoyo, familia, amigos, pareja; acompañarnos mutuamente en el transcurso de la emergencia, generando espacios donde todos los involucrados tengamos un una voz que sea escuchada.
  6. Tener horarios y no descuidar el autocuidado. Debemos tratar de que nuestra rutina diaria trate de seguir lo más cercana posible a como estaba antes, comiendo a las horas, manteniendo los hábitos de aseo y sueño, especialmente porque la alteración de estos ritmos suele repercutir en el estado de ánimo.   
  7. Ser más observadores y renunciar al individualismo. En este tipo de emergencias muchas personas pueden estar en situaciones de riesgo, debido a que los conflictos internos, familiares y sociales se agudizan y muchas personas víctimas de violencia o que están en condición de vulnerabilidad podrían están en peligro, por lo que es importante prestarles ayuda en la medida de las posibilidades.
  • Especialista en Psicoterapia por Universidad Maimónides, Psicólogo Clínico de la Universidad Central del Ecuador y Docente de la carrera de psicología en Universidad de las Américas.
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