La Asamblea al ritmo de Spears
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El trabajo de la Asamblea conduce a un escenario de estancamiento en varios ámbitos. Conozca cuáles son.

Oops, I did it again, la canción de Britney Spears, me invadió y me provocó el mismo malestar que me produjo cuando la lanzaron en el año 2000. Esta incómoda sensación se despertó al leer lo que se supone será parte de la agenda legislativa de la Asamblea Nacional, luego de 25 meses de denuncias, prácticamente semanales, de actos de corrupción.
Básicamente, el presidente de esa función del Estado, César Litardo, se comprometió a impulsar reformas en tres leyes: el Código de la Democracia, para lograr la regulación y transparencia del financiamiento de las campañas electorales, el fondo partidario y los aportes privados en época electoral. Al Código Orgánico Integral Penal, para impulsar lo relativo a la extinción de dominio a los acusados de corrupción y recuperación de activos. Y la Ley Anticorrupción, enviada por el Ejecutivo, para proteger a los denunciantes y la aplicación del recurso de repetición contra los funcionarios públicos.
Visto así hasta parece una primera ruta hacia el fin de la impunidad campante, una buena intención y, sin lugar a dudas, una agenda vendible a una sociedad que desayuna, almuerza y cena con las historias periodísticas (por cierto, de la justicia casi no salen) de los atracos al país.
Parte de los contenidos que se anunciaron en esos cuerpos legales carecen de novedad, ya que desde antes del 2006 se los escucha, sin que de por medio exista voluntad política de hacerlos, porque simplemente no es conveniente. ¿Habrá esta vez la decisión de hacerlos? Es bastante difícil. La actual administración legislativa no tiene un respaldo político serio. Cada agrupación que se dice representada en la Asamblea no tiene mayor agenda o, por lo menos, no se sabe a qué mismo juegan, salvo la bancada de la Revolución Ciudadana, que nunca desafina en su canto, y sobra decir cuál es su objetivo.
A los mismos coidearios de Litardo, es decir Alianza País (AP), les debe costar impulsar una temática de este tipo o ¿acaso están dispuestos a que se aplique el derecho a la repetición a sus actuales y anteriores compañeros, tomando en cuenta que gran parte de la estructura que ayudaron a armar en el decenio 2007-2017 se mantiene? Si bien la legislación no es retroactiva, no es buen negocio abrir un camino cuyo destino no puede ser ideal para quienes han mantenido relaciones con el poder desde hace más de una década. Otra pregunta: ¿cómo se piensan controlar los aportes de campaña cuando se gasta más de lo que se establece, no se dan muchas explicaciones de dónde viene la plata y facilitar más una investigación en ese sentido puede afectar a muchos?

Una tercera y cuarta pregunta pueden ser: ¿políticamente, si el tema de la corrupción no goza de simpatía, sino de hartazgo ciudadano, para qué debatir un tema que no traerá votos y, además, quizá no exista el suficiente tiempo para hacerlo, por la cercanía del año electoral? ¿Quién garantiza que el capital político de Litardo y del presidente Moreno sea suficiente como para aparecer públicamente junto a ellos en la lucha anticorrupción?
Ante este escenario no queda más que repetir Oops, la Asamblea Nacional lo hizo otra vez: llegó tarde para participar de los temas que están en el debate público y sin una claridad para conseguir el objetivo anunciado.