Jóvenes y el levantamiento indígena
Compartir

La crisis nacional fue vista de una forma particular por los jóvenes quiteños. Conozca qué piensan de la protesta de inicios de este mes.

El levantamiento indígena y popular motivado por el alza de los combustibles, en Ecuador, puso al descubierto la falta de interlocución con varios sectores sociales, entre ellos los jóvenes universitarios. ¿Cuál es su perspectiva de los difíciles eventos que vivió el país este mes de octubre?
En una conversación con jóvenes universitarios pude recoger algunas opiniones que, si bien no son representativas de la variedad cultural, social y económica de los jóvenes ecuatorianos, contrastan con la polarización ideológica de los adultos.
De un grupo de 81 jóvenes, hombres y mujeres, salieron a las calles el 27,1 %, de estos, 12 lo hicieron para apoyar en labores humanitarias; 9 para protestar (algunos hicieron las dos cosas) y 2 estudiantes cubrieron las noticias como reporteros.
Los que permanecieron en sus casas fueron el 67,9%, de estos de declararon a favor de la protesta, 14 estudiantes; mientras que, en contra, 10 jóvenes. El dato más curioso es de los que se declararon neutrales, el 45% de los que no salieron a la protesta.
Se puede interpretar la postura neutral de 55 jóvenes desde un punto de vista político y generacional, sus padres crecieron en ideologías enfrentadas (capitalismo versus comunismo) y derrocamientos de presidentes. Pero en su generación: “cada uno puede encontrar su lugar, no estamos tratando de ganarnos el lugar de otros”.
La individualidad parece un valor importante, aunque problemático, respetan la opinión de otras personas, pero también pueden ignorarse: “si no queremos ver algo simplemente no lo vemos”. Esto parece extenderse a la realidad: “creímos saber lo que querían los indígenas, pero nos damos cuenta de que los estuvimos ignorando. Salieron del anonimato, de nuestro punto ciego”.
Me asombra la última frase, es probable que el punto ciego sea la información que no proveen los medios, la realidad que no aparece en las pantallas, especialmente en las redes sociales, pero eso supondría atribuirles cierta ingenuidad, lo cierto es que una parte de su neutralidad provino de la comparación entre la información de los medios tradicionales y en las redes sociales: “no me quedaba en un bando, escuchaba”.
Varios jóvenes afirmaron que pasaban de una información a otra, sin ubicarse en un bando: “Se aferraban al fanatismo de pertenecer a su lucha. El movimiento indígena era perfecto (para ellos). Los indígenas eran saqueadores (para los otros). Los policías eran asesinos. Los que criticaban a los indígenas generalizaban”. Otras opiniones indicaban la falta de empatía social: “Lo que explotó es un pasado traumático”. “La gente en contra hablaba desde sus privilegios”.
Un tema polémico con el de la intervención de la policía, también se afronta con tolerancia:
- Muchos policías abusaron, de hecho, seguían atacando, yo estuve allí.
- Si ven que a los policías les quitan las armas, otros también lo harán.
- El papá de una amiga es militar, no pudo comunicarse, luego pudo llamar a decir que estaba bien. Son cosas de lado y lado.
Los jóvenes pueden mirarse a sí mismos, “es nuestra responsabilidad, con la posibilidad de conectarnos y desconectarnos”, algo que parece difícil para los adultos quizá porque su pasado estaba dividido entre capitalismo y comunismo, izquierda y derecha, sin matices ni acuerdos, la democracia era algo para tomarse por la fuerza, no un bien que preservar. Quizá una frase que podría resumir la visión de los jóvenes es esta: “poner el decreto como quitar el decreto fue una imposición”.