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Irán: Una nación con una frustración crónica de más de 40 años

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Dos naciones, Irán y EE.UU., pasaron a ser enemigas. Aquí un análisis histórico de un conflicto que crece.

Foto: Flickr Orly Orlyson

Era un domingo, segundo día de la semana laboral musulmana, 4 de noviembre de 1979, y la Embajada de los EEUU en Teheran había sido asaltada, con decenas de funcionarios retenidos e incomunicados durante los 444 días que perduró la crisis. En el aeropuerto Kennedy de New York, al suscrito, como Secretario General de la OPEP, le recibía un emisario de David Rockefeller y Henry Kissinger, Presidente y Director Ejecutivo del Council of Foreign Relations. El mensaje fue que, tanto David como Henry, no asistirían a mi Conferencia debido a que la crisis que se había desatado en la ciudad de Teheran. Ambos, David y Henry, habían jugado el papel mediador-humanitario ante el Presidente Carter, para la autorización que el Sha de Irán pudiera ser tratado de su cáncer linfático en un hospital de New York. Así, me enteré de la crisis de los rehenes de 1979/1980/1981.

La ‘revolución blanca’ de 1963, como el monarca de Irán denominó al conjunto de reformas de la propiedad, tierras, fincas, el voto femenino y la lucha contra el analfabetismo, marca el inicio de la crisis del ‘Sha de los Shas’, de la dinastía Reza Pahlavi, con el clero islámico, opuesto a la “occidentalización” del reino. Así le llamaron, en los bazares de la ciudad de Teheran, los ayatolas, imanes y más clérigos. Ellos, ambicionaban destronar al Sha y establecer un gobierno con leyes islámicas.

La amistad y las relaciones militares de defensa del Sha con los gobiernos de EE.UU. y el empeño del monarca en las reformas, acentuaron en los 70’s la oposición liderada por Ayatola Khomeni. La ‘insurrección anti-Sha’ comenzó a sentirse luego de la pomposa celebración del 2500 aniversario del imperio persa (no-islámico). La dura represión contra los religiosos, dirigida por el SAVAK (el servicio secreto del monarca), fue contrarrestada por la sumatoria de la protesta callejera universitaria y del pueblo llano, al que los socialistas/comunistas le vendieron la idea de que las reformas del Sha eran para fortalecer a la clase burguesa. Se había metido la política ideológica en Irán.

Luego de un periplo por Egipto, Marruecos y Panamá -con un cáncer linfático a cuestas– el Sha de Irán fue internado en un hospital de New York, el 22 de octubre de 1979, y dos semanas después estalla la conocida ‘Crisis de los Rehenes’, que duró 444 días, con la toma de la Embajada de los EE.UU.. Acción que fue instigada por los clérigos y ayatolas que se habían tomado el poder político, declarando el establecimiento de la República Islámica de Iran.

Siendo fríamente audaz y epilogal, se puede mostrar a Persia –de los años 1500 a.C- como uno de los imperios más grandes del Asia meridional y uno de los reinos más eficaces, creados y desarrollados a lo largo del Mar Caspio, el Mar Negro y al este del Mar Mediterráneo. Varias de las ramas Persas que se habían agrupado siguieron camino hacia la India. Los que se quedaron en la gran meseta meridional, llamados Medos y Persas, se establecieron en lo que ahora se conoce como Irán. Llenos de cientos de años de historias de líderes famosos como Darío y Ciro, y de conquistas de reinos y pueblos aledaños, crecieron formando un sistema administrativo de 20 provincias, para tan vasto imperio, incluida la provincia de Penjab en la India. Cada provincia tenía un sátrapa –recolector de impuestos para la Caja real– que dirigía libremente los asuntos interiores. Cabe relevar que el Gran Darío –muerto en el año 485 a.C- fue el primer monarca que acuñó, con su imagen de arquero, el famoso oro persa. Era, el soldado persa, un hombre ágil, erguido y sobrio para batallar con solo un puñado de dátiles y un pedazo de queso duro. Así, creció el imperio. Eso era la, ahora, República Islámica de Irán (Ver mapa).

Pero, como siempre resume la historia, todo imperio o casi todos, llegan a su fin por una serie de razones y en decenas de años, y otros emergen casi de las cenizas que extinguen a sus antecesores. Cabe saltar y aterrizar en la construcción del Imperio Otomano, formado por Turcos Otomanos y Selyucidas, que logra su apogeo con Solimán el Magnífico (los europeos lo llamaron así, por los triunfos militares, el apoyo a las artes y la estructuración de leyes). Él gobernó el imperio desde el 1495 y hasta que cumplió 71 años, en el año 1566. Sin embargo, el esplendor del imperio Otomano, también tropezó con derrotas claves que hicieron retroceder a los guerreros turcos, por ejemplo, con la liberación de la Viena imperial, que había permanecido cercada por más de 15 años. Desaparece el Imperio Otomano, en el año 1922, junto con las naciones perdedoras de la Primera Guerra Mundial, puesto que se habían alineado con Alemania.

Ya son 40 años de frustración para el pueblo iraní y los clérigos ‘no dan pie con bola. Pues la mezcla de recapitulaciones de fe religiosas, sesgos ideológicos-políticos y visiones confusas internacionales, en un mundo dominado cada vez más por la ciencia, la tecnología y ahora la inteligencia artificial y la robótica, no dan cabida a las “improvisaciones desarrollistas”, y no necesariamente –todas unidas- hacen un buen gobierno. Cierto es que en sus tierras y en esos tiempos antiguos, eran imperiales; pero, ahora, exportan el desorden, la inestabilidad económico-política, el terror y las amenazas de “extinguir del mapa geográfico” del mundo a una nación como Israel, asechándola desde la Franja de Gaza. Es demencial. Y, por otro lado, la islamización shiita, meterla a la fuerza en Iraq, en Siria, en Líbano, y en otras latitudes a pretexto de islamizar, con otro credo, el otro 80% del islam Sunita, del mundo musulmán, es reprochable.

La protesta  no se hizo esperar y también internamente la han pasado mal todos los ayatolas, quienes han tenido que utilizar hasta la Guardia Revolucionaria de las milicias de Quds/Hezbolas/Yihads, comandada por el General Qassem Soleihmani, para reprimir brutalmente las manifestaciones anti-clérigos. Quizá no sea tan aventurado especular que las provocaciones del General Soleihmani contra instalaciones militares y la Embajada de EE.UU. en Bagdad, Iraq, hayan sido deliberadas. En ese contexto, la aniquilación del General por drones (robots militares) de EE.UU., podría haber sido atesorada por la maquinaria propagandística iraní. ¿Les salvo la campana?, pero fue temporal.

Ahora, los medios de comunicación informan que parece que “se ha virado la tortilla” y los universitarios protestan en las calles, otra vez contra el régimen de los Ayatolas con el slogan de “el enemigo está aquí”.

*Rene G. Ortiz, en plena crisis política de Irán, fue el Secretario General de la OPEP

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