Basta a la intoxicación verde flex
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Tras una década, el correísmo sigue marcando la agenda de los medios de comunicación. El debate político debe cambiar.

No pongo en duda que los casos de corrupción del decenio 2007-2017 son, quizás, los más escandalosos del país desde el retorno a la democracia. Tampoco me atrevo a dudar que los coletazos de la revolución ciudadana siguen, más cuando tienen seguidores en varios sitios y están en franca campaña para que sus líderes vuelvan al gobierno en el 2021. También es evidente que se mueven activamente en las redes e impulsan los debates políticos y públicos, sin que les importe si aquello afecta a los intentos para mantener a flote la golpeada economía del Ecuador. Y justamente por estas evidencias es que me atrevo a preguntar ¿qué le pasa a la prensa?
Sí, ya sé, me dirán que están haciendo su trabajo y que si no fuera por los periodistas no se sabría lo que ocurrió durante esa década: el atraco al país, el desfalco que hemos sufrido los ecuatorianos, la corrupción sin precedentes y que la justicia ha actuado, muchas veces, basado en lo publicado. Que de no ser por la prensa no se hubiese sabido de las violaciones a derechos que sufrieron dirigentes políticos, sociales y periodistas, que fueron perseguidos… la lista sin duda es larga. Revelar toda esa información fue y es importante, es parte del trabajo que se debe hacer, pero no puede reducir el debate público y político a este tema, que en el fondo tiene un nombre y un apellido: Rafael Correa.
Durante una década, él fue el centro de información. Él daba las sabatinas, las cadenas nacionales, estaba en las noticias de la prensa pública y privada, desayuno, almuerzo y merienda. Y desde hace dos años que se fue, eso no ha cambiado. Y es hora que aquello cambie.
Así como los seguidores del expresidente y él mismo se esfuerzan por estar en la escena pública, a través de los medios de comunicación que aún le dan espacio y las redes sociales que manejan, el resto de espacios debiera empezar a cortarlo, a ignorarlo. Me explico mejor: es hora que él deje de marcar la agenda mediática y de discusión pública.

La información sobre la corrupción y todo lo concerniente a Correa y su círculo debe tener su espacio, se debe mantener, pero es hora de mirar al país en una dimensión más amplia. Hay cientos de temas que no se abordan, que no existen o que se olvidan rápidamente, pese a que uno de los pilares de la prensa es preocuparse por los temas nacionales, los sectores que no tienen voz. Pongo ejemplos: cómo se afrontará en el sistema educativo y de salud la atención a los migrantes venezolanos, cómo se financiarán los programas de ayuda social a los quintiles más pobres, es decir aquellos que reciben los bonos, a la luz de los acuerdos con el FMI, cómo se trabaja en las provincias del perfil costanero para reducir la injerencia del tráfico de drogas, cuáles son las estrategias a nivel internacional para recibir apoyo ante la ola migratoria, cómo se bajará la tensión social alrededor de la falta de empleo…
Ante la presencia de caudillos es imperante que la prensa no olvide que ellos se mueven con base a las emociones y en una sociedad donde impera aún sentimientos radicalmente opuestas (amor u odio hacia una determinada persona), es mejor buscar nuevos espacios de convergencia de la sociedad. Es decir, otros temas que discutir, para finalmente dar la vuelta a la página y enmarcar a esa persona al espacio que le corresponde: dar la cara ante la justicia y desintoxicar al país de lo que fueron los verde flex.