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Hay que ver el lado bueno… del coronavirus

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Las restricciones muestran momentos nuevos casa adentro. Nadie dijo que sería fácil… pero lo podemos hacer más llevadero.

Foto: Freepik.es

Las crisis siempre son una oportunidad. La afirmación no es nueva. Más bien es recurrente, pero creo que es la más apropiada para lo que nos pasa como familias, sociedades, países y planeta. El coronavirus nos ha puesto a prueba a todos y debemos superar el reto, pero con optimismo. 

En lugar de reiterar todos los riesgos y problemas que nos trae la situación -que son varios y muy complejos- o las medidas para prevenirlo -que nos las repiten a todo momento-, prefiero concentrarme en las cosas nuevas que ya estamos afrontando.

Una de ellas es la disciplina. En la medida de lo posible, no podemos dejar de producir y el teletrabajo es el camino por el cual, por la fuerza de los hechos, estamos transitando. En pleno siglo XXI hay muchas personas que le temen (normalmente dicen que nos les gusta) a la tecnología y no se conectan en red. Pues ahora no nos queda más remedio. Todas las reuniones se hacen por cualquiera de los sistemas que están disponibles (Zoom, Skype, Whatsapp, etc.) y quienes no han optado por esto, están aprendiendo sobre herramientas vitales y ágiles, que ahorran muchísimo tiempo. 

Nos proporciona responsabilidad. Los niños, los adolescentes y los jóvenes, que siguen sus clases por plataformas, saben que tienen que sacar provecho de sus clases conectados en línea. Es una nueva forma de estudio, que ahora nos vemos abocados a entenderla y aprovecharla. Esta, al igual que la anterior, son caminos para entender más la tecnología.

Ganamos calidad de vida. No solo ahorramos gasolina y tiempo en nuestros desplazamientos, sino que, si tenemos suficiente positivismo, nos levantamos todos los días para trabajar unas horas y luego nos dedicamos a lo que debemos hacer o hemos querido hacer y, aduciendo falta de tiempo, no habíamos hecho. Me refiero a esos detalles de ver cómo es un día de colegio de los hijos, almorzar todos juntos entre semana, conversar, ver una película, leer un libro, dormir un poco más. 

Nos exige una rutina sana. Cada familia es responsable de su propio horario de actividades y, para no sentirse asfixiado ante la imposibilidad de salir, nada como incluir deporte, meditación y música en la jornada. Si lo hacemos, se convertirá en parte de nuestra vida y se hará mucho más llevadero el tiempo. 

Nos hace solidarios. Cada uno de nosotros se convierte en un puntal de la familia, para ayudarnos, no solo con las tareas del hogar o el silencio mientras se trabaja, sino para provocarnos una sonrisa, contar un chiste, recordar una historia que saque del malhumor o el aburrimiento que nos puede rondar. 

Es muy probable, como pasa en otros países, que poco a poco conversemos con nuestros vecinos, con esos que apenas y saludamos, porque rara vez los vemos. Eso puede hacernos saborear la delicia que es mantener una conversación casual sin apuros y ¡con completos extraños! 

Nadie dice que será súper fácil mantenerse en casa, pero sin duda lo podemos hacer más llevadero.

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