Ana Verónica Andrade capta magistralmente la ternura del inicio de la vida
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Criterios conversó con Ana Verónica Andrade, la fotógrafa que encontró su pasión a los 12 años y ha sabido capturar las fotos de niños desde la más temprana edad, destacándose a nivel internacional.

Su afición surgió cuando ella era muy niña y tenía apenas 12 años, desde ese entonces trabajaba con su padre que es fotógrafo y encontró su pasión. Por mucho tiempo hizo imágenes de eventos, bodas y medios de comunicación. Posteriormente se dedicó a la producción de moda y arquitectura, hasta se dedicó a la fotografía de bebés.
Cuenta que fue con el nacimiento de su segunda hija que le volvió a surgir la curiosidad por este tipo de fotografía. Desde entonces se ha especializado dentro y fuera del país, especialmente en el tema de la seguridad de los recién nacidos. Ya son casi seis años de pulir la habilidad de este tipo de fotos.



La fotografía especializada de bebés tuvo inició hace aproximadamente 20 años, con la fotógrafa australiana Anne Geddes, quien realizó fotos de recién nacidos que se popularizaron por el branding y merchandising (libros, agendas, tarjetas de felicitación) que hizo en esa época. Ella es la pionera en este movimiento. Sin embargo, hace una década empezó a popularizarse a nivel mundial. Esta especialidad es preferida por las mujeres, dice Andrade, quien recuerda que en una convención de 700 personas a la que asistió, el 98% fueron mujeres. Ella cuenta que en esos foros ha podido compartir con fotógrafos de relevancia internacional, como la australiana Kelly Brown, la estadounidense Ana Brant o la mexicana Mónica Olvera; nombres que suenan mucho en esta rama de la fotografía y con quienes ha podido vincularse, llegando, incluso, a trabajar de forma conjunta.




Esta especialidad poco a poco ha ido evolucionando. “Si se compara con el trabajo inicial, es notable un salto enorme en la parte estética, edición, producción y de post producción”, dice la fotógrafa.
Esta es una de las especialidades más delicadas que existe en el ámbito fotográfico recalca Andrade. “Con los bebés es indispensable tener conocimientos de anatomía y de sicología para saber qué hacer y qué no, hay que estar preparados en nivel técnico, de luz, fotografía, poses, implementos seguros, vestuario adecuado y sobretodo conocimientos de seguridad: incluso primeros auxilios”. Además, agrega, es imprescindible poseer la sensibilidad para percibir ciertas cosas que realizan los bebés y los conocimientos para saber qué es seguro con un recién nacido.



Ana Verónica ha tenido reconocimientos en los Baby Photography Awards y del Photo Portrait Global, que son portales especializados en bebés. Además, sus fotos han sido portada en varios repositorios digitales. “Este tipo de fotografía es muy compleja y por tal motivo el reconocimiento es gratificante”, dice. La calidad del trabajo de esta profesional está a la par de fotógrafos internacionales y, por tanto, ha podido destacarse en la rama. “La gente tiene que estar muy preparada, no se puede improvisar. Pero no es fácil, también depende de mucho amor, mucho amor, para captar las imágenes desde el corazón”.



Su referencia estética se basa en un bagaje a nivel artístico que no solo abarca la fotografía. “El fotógrafo está inmerso en muchas influencias y poder ser sensibles al arte en todas sus ramas aporta a la construcción de la estética. Como artistas es necesario tener estas influencias externas que ayudan a crecer y, al momento de recibir esta información y procesarla de manera positiva, se puede crear algo que estética, formal –e incluso- espiritualmente, pueda ser gratificante”. Además, asegura que este tipo de fotos son un tesoro, porque los primeros 15 días de vida son tan efímeros por los rasgos cambiantes de los niños que se convierten en un tesoro para la familia. “Es una responsabilidad altísima plasmar ese momento que se convierta en un legado para esa familia”, finaliza.



