Estudio de Actores: el laboratorio que cumplió 10 años
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Este espacio artístico llegó a su primera década. Allí se han formado reconocidos actores que tienen gran éxito en los escenarios. Sus obras son profundas.

«El trabajo de un artista es poesía y la poesía es una necesidad humana”. Con estas palabras León Sierra, quien es actor, director de escena, realizador de cine, productor de espectáculos, gestor cultural, maestro de actuación, periodista, poeta, salubrista comunitario y director del Estudio de Actores, se refiere al presente y al futuro de la actividad teatral en el país. Donde una persona no puede sobrevivir solo del teatro por las limitaciones existentes, pero la pasión es más fuerte que les motiva a seguir adelante.
En su acogedor hogar, ubicado en el tradicional barrio San Marcos, en el Centro Histórico de Quito, Criterios dialogó ampliamente sobre el frenesí que envuelve a las personas que aman hacer teatro y lo demuestra en cada gesto, movimiento y dónde empezó a involucrase en la actividad teatral. En la universidad cursó la carrera de Periodismo y, al mismo tiempo, siguió unos cursos en el Teatro Malayerba. No obstante, su inclinación por la cultura le empujó a dejar la universidad y cuando tenía 18 años viajó a Europa. Estudió en la Escuela Superior de Arte Dramático con los mejores maestros, así como en el Teatro de Danza, en España. Para él la formación de actor empieza, pero no termina nunca. Las artes es una profesión dura porque requiere mucho trabajo, inversión y poca retribución económica, asegura.

Después de 15 años de vivir en España, en el 2008, producto de la crisis en ese país, Sierra regresó al Ecuador sin una proyección clara de lo que pasaría con su profesión. Fue maestro de Incine por alrededor de dos años; sin embargo, sintió que no era su espacio, ya que su anhelo era formar actores. Es así que resolvió abrir un estudio para este fin.
Alquiló un pequeño local en las avenidas Eloy Alfaro y 6 de Diciembre, al norte, y luego se trasladó al Casco Colonial, donde funciona el Estudio de Actores, en las calles Benalcázar y Manabí. El trayecto no ha sido sencillo, pero la perseverancia de Sierra fue clave para alcanzar su sueño. Han transcurrido 10 años y los resultados son exitosos, porque en este espacio se han formado varios actores y surgieron destacadas obras, que cautivan al público. El diseño pedagógico del Estudio de Actores se inspira en renombrados maestros del teatro como: Jorge Eines, Raúl Serrano, Anne Bogart, Lourdes Ortiz y Tadashi Suzuki.

“Ahora, somos un consorcio de seis personas; todos exalumnos míos. Actores, cineastas, comunicadores, diseñadores de objetos, guionistas y tecnólogos del cine conforman el equipo”, cuenta. Es una conjugación de talentos y saberes. El Estudio comenzó con siete estudiantes y ahora cuenta con 18. La formación comprende varias etapas: un ciclo avanzado de tres años y una bolsa de trabajo de dos años.
“Nos hemos convertido en una propuesta pedagógica de formación, en una productora de arte y ensayo, en generar un espacio cultural de circulación de arte en el Centro Histórico y nos proyectamos hacia una Escuela de Actores”, expresa Sierra. Este Estudio es autosostenible y no recibe recursos de entidades dedicadas a la cultura.
Sin duda, Estudio de Actores ha sido la cuna de varias obras importantes como: ‘El principio de Arquímedes’, ‘Háblame como la lluvia y déjame escuchar’, ‘La voz humana’, ‘Años 90: nacimos para ser Estrellas’, ‘¿Quién es la más fuerte?’, entre otras. Igualmente, aquí se forman grandes talentos, que incursionan con éxito en el campo teatral.

Algunas obras emblemáticas según Sierra
‘El Principio de Arquímedes’. “Es un drama burgués. Se escribió en el 2011, mucho antes de que podamos imaginar que, en nuestro medio, un caso similar nos hiciera pensar en la posibilidad de su acontecer. Esa autorreferencialidad, como sociedad, como comunidad, ha marcado un panorama tristemente parecido, el de una sociedad crispada y paranoica, que rechaza los instrumentos del contrato social que la rige y construye día a día la sociedad del miedo, el oscuro rincón de la mente donde somos un pequeño ratoncito que llora de pavor ante nuestros más terribles sueños. Somos eso, roedores de nuestros días, platos del banquete de los depredadores del capitalismo. Y estos actores, felinos”.

‘La voz humana’. “Una mujer sola que espera un llamado. Mientras tanto, se viste de ansiedad, desolación y angustia: la incertidumbre se ve plasmada en las notas de violoncelo. Los sonidos aparecen con la intensidad de sus sentidos, porque cuando la voz humana no habla, el instrumento toca y los silencios mueren en compases discordantes. Una obra que se introduce en el alma de una mujer que desespera llegando al límite y descubriéndose con él”.
‘Años 90: nacimos para ser estrellas’. “Es un recorrido por la última década del siglo XX, desde la caída del Muro de Berlín, en 1989, hasta la caída de las Torres Gemelas, en el 2001. Todo a través de la historia íntima de dos hombres mayores. Es una historia de amor, un viaje de lo privado a lo público y una reflexión sobre los últimos acontecimientos de la historia. Ese es el cielo que dibuja esta pieza. Un cielo desde el que las estrellas bajan a salvarnos”.