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¿Por qué es importante medir la innovación?

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Hoy en día, quienes no se transforman, son superados y tienden a desaparecer. Cambiar no solo depende de buena voluntad. Lea estas recomendaciones.

Foto e Ilustración: @Rawpixel – Freepik

Quiero empezar con una pregunta simple, pero elemental ¿qué es innovar? Innovar va más allá de las buenas ideas e implica preguntar, observar, investigar, cooperar, explorar, conectar, transformar… Habitualmente, se piensa que la innovación consiste en pensar propuestas irreverentes, extrañas y disruptivas, cuando este ejercicio conlleva métodos, estructuras, estrategias e indicadores claros de gestión.

Xavier Sala i Martín, creador del índice de competitividad del World Economic Forum, fue enfático al señalar que “innovar es cuestión de actitud y no Silicon Valley”. Precisamente, innovar representa la disposición de las organizaciones para identificar las necesidades de los clientes y generar cambios; es planificar, ampliar redes de contacto, reinventar viejos esquemas, detectar oportunidades y anticiparse a la competencia.

En el ámbito corporativo, la innovación se asocia con grandes inversiones en laboratorios y tecnología, aunque no se remite exclusivamente a ello. Empresas e industrias, a pesar de su gran infraestructura, han cerrado sus puertas porque no tuvieron la determinación de cambiar, de escuchar las demandas de la sociedad y actualizar sus propuestas.

Hoy, se habla de la innovación como un nuevo requisito de sostenibilidad y competitividad, cuando siempre lo ha sido: quienes no se transforman, son superados y tienden a desaparecer. De ahí que diferentes instancias que incluyen gobiernos, organismos internacionales y obviamente la academia, enfaticen en la innovación no a manera de un agregado, sino como un eje transversal de crecimiento, desarrollo y transformación.

Al respecto, varios países de la región y el mundo han adelantado varias iniciativas enfocadas en medir y evaluar la capacidad de innovación en micro, pequeñas, medianas y grandes empresas, entendiendo este concepto como un proceso que abarca desde la conceptualización de una idea, hasta la validación, prototipación e implementación de dicha propuesta en el mercado. Los resultados de los estudios reflejan no solo la realidad de una organización en sí, sino que configuran indicadores base para liderar políticas (públicas y empresariales) orientadas a impulsar verdaderos ecosistemas de innovación.

En Ecuador, el Ranking C3 de Creatividad e Innovación apunta justamente a diagnosticar, por primera vez, qué tan innovadoras son las empresas de nuestro país. Y no solo ello: los resultados, sin duda, permiten a las organizaciones alcanzar niveles superiores de gestión. La innovación es un proceso centrado en metodologías, estrategias, buenas prácticas y decisiones de impacto, y así tiene que ser visto.

Una verdadera cultura de innovación es aquella que, centrada en procesos y no en ‘buenas ideas’, rescata el valor de la curiosidad sobre la cautela, la revisión de tendencias sobre las recetas predeterminadas, y la imaginación sobre la tecnología. Es momento de indagar nuevos horizontes, de ir más allá de las fronteras y cambiar.

*Directora de la Maestría en Comercio, mención Emprendimiento e Innovación de la UDLA.

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