Sin metas no hay paraíso
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La planificación en una organización es primordial. Hay factores claves que inciden en las metas propuestas. Aquí una guía.

“Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te sirve” es una de las famosas frases del escritor y matemático Lewis Carroll, autor de la popular novela ‘Alicia en el País de las Maravillas’. Esa frase cae como anillo al dedo para aplicarla, tanto en el contexto personal, como empresarial, ya que el establecimiento de metas, además de ayudarnos a optimizar los recursos de que disponemos, nos coloca en el camino adecuado para conseguir el éxito que estemos tratando de lograr.
Sin embargo, no solo es cuestión de poner metas y olvidarnos del asunto o ponerlas porque es vox pópuli que hay que tenerlas. Las metas son determinantes para acercarnos al objetivo buscado, nos proveen de elementos decisivos para centralizarnos en lo importante y no caer en las trampas de lo urgente, nos mantienen motivados y alertas sobre los factores que más las afecten y a medida que avanzamos nos brindan cruciales satisfacciones que nos sirven como mágicos impulsos para ir avanzando seguros hacia lo buscado.
También es imperativo entender que debemos ser realistas y aceptar que existen aspectos internos y externos que pueden impedir que demos en el blanco. Cuando ello ocurra es necesario saber hacer los pares correspondientes, ser buenos planificadores, tener capacidad de reflexión y de resiliencia, desarrollar visión empresarial de 180 grados y estar dispuestos a enfrentar la realidad y los cambios que vayan apareciendo en el camino.
Igualmente, hay factores claves que inciden en las metas propuestas y que aunque no siempre influyen de la misma manera, nos obliga a revisarlos minuciosamente:
- Los primeros a considerar son el “Por qué y el Para qué”; es decir, por ejemplo ¿Por qué quiere llegar a vender mensualmente X cantidad de productos? (¿Por qué no más o no menos?); ¿Para qué estamos inaugurando una nueva sucursal?; ¿Por qué es importante en éste momento ampliar la cobertura del mercado? Los anteriores y muchos otros interrogantes, deben tener respuestas inteligentes y muy especialmente, debemos ser específicosal darles respuesta.
- Otro punto importante es que podamos medir la meta. Así por ejemplo no es apropiado poner la meta de “vender más que el mes anterior”. En este caso hay que colocar cifras claras, puntuales y que se puedan valorar; por ejemplo: en marzo tenemos la meta de visitar quince clientes adicionales para incrementar las ventas en un 5% del presupuesto.
- El otro aspecto a considerar es la realidad del momento en el mercado en que incursionamos. En palabras simples es poner los pies sobre la tierra, analizar sin falsas emociones las fortalezas y debilidades que existan, visualizar las capacidades competitivas y dejar a un lado las ilusiones desmedidas e irrealizables. Lo anterior quiere decir que debemos considerar retos que valgan la pena sin descuidar que las metas que coloquemos sean alcanzables.
- El siguiente aspecto tiene que ver con la relevancia.El solo hecho de fijarnos metas es ya un factor importante, pero lo que marca la diferencia es el significado que tiene la meta que hemos elegido. Esa diferencia puede marcar el plus o el valor agregado que nos distinga de los demás. Ejemplo: nuestra meta en el segundo semestre del presente año es lograr que los cultivos hidropónicos que estamos desarrollando tengan el ciento por ciento de nutrientes y el cero por ciento de químicos para ser los líderes del sector.
- El último elemento y desde luego no menos importante es el tiempo. En consecuencia, debe tenerse en cuenta si la meta es de corto, mediano o largo plazo, y también debemos considerar el costo vs. el beneficio ya que no pocas veces el primero supera al segundo. Y recuerde que es de vital importancia matar a “algún día”, pues cuando caemos en esa fastidiosa e inexistente fecha, simplemente no tenemos ni planificación ni seguimiento, ni control, ni metas, ni nada que se le parezca.