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La comunicación es más importante que nunca

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Podemos salir de esta crisis más rápido de lo que pensamos. Hay la oportunidad de reinventarse o de adaptarse a los cambios que el entorno exige.

Foto: @creativeart – Freepik.es

El coronavirus ha cambiado todo lo que parecía la normalidad. Con las tiendas cerradas, la gente confinada, la producción parcialmente suspendida y la economía en crisis, los parámetros de lo posible, lo necesario y lo accesible se han alterado fundamentalmente. De repente, la renuncia a algunos modos de consumo no es una opción: todos tenemos que centrarnos en lo esencial.

Podemos salir de esta crisis más rápido de lo que pensamos. La energía emprendedora, la necesidad de renacer y la esperanza nos empujan a la reconstrucción. La ventaja es que, a diferencia de otras crisis, ésta no es una crisis fundamental. No es un seísmo ni un tsunami que hayan destruido activos físicos (edificios, puentes, carreteras, máquinas, ni nuestros activos turísticos). Todo está intacto.

En este escenario, la comunicación deviene tan esencial para la empresa como los productos indispensables para la sociedad. ¿Por qué? Porque la oportunidad de reinventarse o de adaptarse a los cambios del entorno exige empezar de nuevo. No olvidemos que “todo empieza dentro”. Y eso implica trabajar en lo colectivo. Liderar personas y liderar proyectos.

Globalmente, la comunicación ha de tener propósito y sentido de misión, lo cual incluye los objetivos, las estrategias y las tácticas. La comunicación es servicio, y es la herramienta para gestionar los vínculos. Tanto dentro (colaboración, cooperación, equipo) como fuera (información y ayuda para las personas y la sociedad). La comunicación ha de ser un valor en sí misma, y solo la legitima la eficacia. Olvídense de persuadir y seducir; debemos exigirnos responsabilidad moral y solidaria en estos tiempos de emergencia social.

La primera gran tarea es reforzar la cultura interna, partiendo de lo que nos identifica y nos hace diferentes, lo que sabemos hacer mejor, nuestras fortalezas. Y reinventarnos con el esfuerzo de todos. Todo empieza dentro, y sin un líder que reconduzca la situación y logre implicar, motivar y convencer al colectivo interno, no habrá empresa viable. Es momento de dar la cara, explicar claramente la situación, predicar con el ejemplo. Mostrar que todos tenemos los mismos riesgos y oportunidades. Y pedir la ayuda de todos los colaboradores, abiertamente.

Sobre todo, no dejemos que se destruya la cadena de valor, que es el áncora salvadora de la organización, y que debemos recuperar y optimizar. La comunicación es la gran herramienta para la reconstrucción de la empresa y del País. Priorizar lo que es vital para las personas y para la empresa. Simplificar es clave. Porque se ahorra tiempo, energía, procesos, interferencias y burocracia, es decir se economiza dinero. Es la cultura de la simplicidad, el sentido común y la inteligencia práctica. Hemos de volver al instinto y la intuición ayudados de la reflexión y la razón para tomar decisiones efectivas.

Es preciso absorber los conocimientos de que hoy disponemos para enfocarnos creativamente en lo esencial. Y, una recomendación: olvídense de las recetas prefabricadas, el coach y los gurús. Tocar de pies en el suelo. Se requieren grandes dosis de realismo. Las soluciones están en los propios problemas de cada empresa. No las busquen en los libros ni en las recetas estándar.

Implicar a todo el equipo. Favorecer la autogestión en libertad, la corresponsabilidad y las decisiones conjuntas. Es hora de pensar el modelo organizacional en red mallada. Hace tiempo que el modelo DirCom lleva pregonando y aplicando todas estas ideas. Ahora, además de ser necesario, será más fácil ponerlas en práctica.

  • El autor es docente y aval del programa de maestría DIRCOM de la UDLA y Presidente del Joan Costa Institute.
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