¿Líder o Neurolíder?
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La neurociencia puede potenciar los resultados de los líderes en las empresas. El neurolíder, debe dar un salto a cambios generacionales de sus propios dependientes para lograr el éxito empresarial.

La motivación a los dependientes, y de primera mano, es la recompensa necesaria para que los empleados de las organizaciones logren la correcta atención al cliente y elevar las relaciones internas entre todos aquellos funcionarios. Indiscutiblemente implica ingresar en el campo de las neurociencias donde el Sistema Nervioso produce cambios neuroquímicos y hormonales, los mismos que integrados en el apartado de las bases moleculares, permiten que los neurocientíficos pueden estudiar las reacciones químicas en relación con la motivación.
El neuroliderazgo hace énfasis en el desarrollo de las capacidades del cerebro de cada uno, más que en el aprendizaje de modelos externos de liderazgo y gestión que se han creado a lo largo de la historia. En este sentido, el neurolíder apunta más a la toma de decisiones internas, instintivas que a las decisiones de libro o recetas teóricas, proveyendo así oportunidades para exploraciones creativas ante retos de amplias dimensiones. Por ende, aquel líder que ahora trabaja bajo teorías preconcebidas debe desecharlas y empezar a formar personas que tengan claro que el ser humano es un compendio de todas sus funciones; lo cual implica estar al tanto de las emociones y de que el cerebro cambia físicamente con la experiencia.
“Cambia tu cerebro y cambiará tu vida”
Gemma González
De acuerdo con Silvia Damiano, podemos determinar la importancia de no solo mantener conceptos preestablecidos, sino de llevarlos a una práctica diferente; por ejemplo: podemos encontrar una contraposición práctica de conceptos al realizar una revisión de los diferentes tipos de liderazgo, entre los que podemos notar al delegador o aquel con estilo empowerment como el que las personas en Ecuador más lo manifiestan en empresas con tendencias tradicionales.
¿Quién sabe entonces cuál es el mejor para la empresa? Esta elección va a pesar sobre los hombros de aquellos que no solo están supuestamente claros sobre las decisiones que están tomando, sino sobre un pensamiento preconcebido. Un neurolíder entonces de una empresa tradicional debe dar un vuelco a su sistema de administrar para mantenerse dentro de los cambios generacionales de sus propios dependientes y aprender a liderar cerebros de una manera práctica, entendiendo si la persona de su empresa es visual, auditivo o kinestésico y gracias a esta brillante herramienta recurrir a estrategias que permitirán un neuroliderazgo más eficiente, que logre en el tiempo un personal más comprometido, no por un sueldo sino por una orden correcta enfocada en tres grandes palabras: ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?