El peronismo vuelve a gobernar en Argentina
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La victoria de Alberto Fernández es producto de una estrategia K, de los errores del gobierno de Macri y del fantasma de una nueva crisis económica. Seis pedidos de prisión preventiva y 12 juicios por corrupción en contra de Cristina Fernández no importaron…

El 27 de octubre, los argentinos se acercaron a las urnas con la certeza de una estabilidad democrática, pero con la incertidumbre del futuro económico. Históricamente Argentina ha vivido en crisis, de hecho el fantasma de una crisis económica está latente y los ciudadanos piden respuestas en este ámbito, incluso más allá de lo político.
Las PASO del 11 de agosto pasado anticiparon el triunfo peronista y, varias elecciones después del retorno a la democracia, se demuestra que la alternancia de partidos sigue siendo un hecho en el país del sur, más allá de las acciones gubernamentales y siempre con ciclos peronistas más largos.
Esta elección no deja de ser particular, el Frente Para la Victoria pasó a ser el Frente de Todos, esbozando una unificación de las diferentes tendencias peronistas, mientras se dividía el “no peronismo” entre Macri y Lavagna. Además, es preciso denotar que en Argentina el cambio del gobierno central también implica cambio en las administraciones provinciales (como es el caso de Kicillof, por ejemplo) y que de esta relación depende, en gran medida, que el Ejecutivo funcione de forma orgánica, incluso fortaleciendo las bases para futuros comicios.
Por su parte, en el Legislativo la cosa es diferente, la coalición de Cambiemos tiene mayoría por los resultados obtenidos en 2017. Así, el gobierno de Fernández deberá convivir con una cámara baja opositora y sin uno de los rostros más influyentes del Congreso en su bancada como es Cristina Fernández de Kirchner (CFK), quien ahora será vicepresidenta.
Ahora bien, la pérdida de Macri fue casi “una muerte anunciada”, no solo por las escandalosas cifras macroeconómicas como la devaluación del peso, la inflación de más del 50% o el disparador del índice de pobreza extrema, sino también por una pobre campaña electoral. La campaña oficialista no se centró en propuestas sino en comunicar actos de obra pública de su administración. Mientras que su opositor se dedicó a difundir la “Propuesta de Todos” que tiene una connotación más allá de –solo- una propuesta electoral, pues implica que Fernández milita en un centrismo que, como él mismo lo ha dicho, está en el centro de un menemismo y kirchnerismo. Ahora, se verá la habilidad de Alberto Fernández para acordar y manejar la coalición de Todos sin que dejar descolocado a nadie y manteniendo una legitimidad política en base a resultados.
Sin embargo, no se puede desconocer el peso de Cristina Fernández y, más que el peso, la estrategia que los llevó a la victoria. En primer lugar, escoger un candidato con un sustento político propio como Alberto Fernández, quien se alejó de su gobierno en su momento y criticó su gestión pero contaba con el respaldo y credibilidad de un político constituido antes de su binomio con Cristina. Segundo, la decisión de CFK de declinar a su propia candidatura debido a los juicios que corren en su contra. La expresidenta de la Nación tiene seis pedidos de prisión preventiva y 12 juicios en marcha por corrupción, asociación ilícita, defraudación contra la administración pública y otros. Finalmente, no solo que no fue candidata sino que se alejó visiblemente de la campaña electoral dejando destacar la figura de Fernández, todo fue pensado.
A pesar de todo, la diferencia electoral no fue desmesurada 48% para Fernández y 40% para Macri. Esto evidencia la grieta social que se divide entre Todos y Juntos, llegando casi a un bipartidismo entre peronistas y no peronistas, así como las bastiones de estos partidos: Córdoba fue el flotador de Macri para acortar distancia en estas últimas elecciones frente a las PASO (Macri sumó más de dos millones de votos respecto a las primarias y Fernández solo 100 000) y la provincia de Buenos Aires afianzó su tradición peronista. Cabe recordar que Córdoba es la segunda provincia con mayor cantidad de votantes y fue allí donde Macri realizó masivas convocatorias en los últimos días con el denominado «sí se puede».