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El proyecto post partidista de Jaime Nebot

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La noticia de que Jaime Nebot no será candidato en las elecciones presidenciales del 2021 es lo mejor del año para unos y lo peor del año para otros. Todos calculan cómo afectará a los otros candidatos y al gobierno y rediseñan una campaña con nuevo tablero político. 

Foto: Gianna Benalcázar – CCQ

Hay líderes que pueden ser presidentes, pero no quieren, otros quieren, pero no pueden. La presidencia es para el que queriendo puede y pudiendo quiere. Hay muy pocos fanáticos que niegan la capacidad y liderazgo de Jaime Nebot, la mayoría reconoce en él la sagacidad y experiencia de un líder político que ha influido mucho a lo largo de tres décadas. 

La decisión de Nebot de no participar como candidato a la presidencia en las próximas elecciones ha tenido múltiples reacciones: sus adversarios se alegran, sus partidarios se decepcionan, sus contrincantes creen que mejoran sus posibilidades, sus aliados deben buscar nuevos apoyos, y dentro del gobierno habrá reacciones tan diversas como diversas son las facciones que hay dentro de él. Las encuestas, aunque eran muy tempranas, daban a Nebot una plataforma de partida, envidiable para cualquier candidato. Por eso la primera pregunta que todos se hacen es: ¿por qué retira Nebot su candidatura a pesar de todas estas ventajas? 

Política sin partidos

Los rumores se han confirmado. Decían que tenía un problema familiar que le obligaba a elegir entre la campaña electoral y la familia, sus propios partidarios expresaban dudas y calculaban alternativas y la decisión se dilató más allá del plazo que él mismo se había dado. El exalcalde fue muy claro en su decisión al señalar: “El único riesgo que no estoy dispuesto a correr es desintegrar a mi familia”. Añadió también otra razón con la cual se diseña una manera de sobrevivir en política al decir que siente “repugnancia tremenda a la forma como se hace política en Ecuador”.

Ningún político cuerdo puede ignorar el desprecio que los ciudadanos tienen a los partidos políticos, desprecio que se ha profundizado con las últimas denuncias de corrupción. Con los negociados con las fundas para cadáveres y con los kits alimenticios, han llegado hasta lo más rastrero que se puede concebir que es robar el pan al hambriento y dignidad a los muertos. La crisis de los partidos políticos es general, pero nosotros hemos llegado al fondo. La corrupción es lo que explica que hayan sido calificados hasta 280 movimientos políticos y que ni los partidos que tienen los mejores resultados electorales hayan cumplido los requisitos mínimos para su calificación. Explica también los pleitos insulsos entre el Consejo Electoral y la Contraloría y la división interna en el Consejo Electoral.

La inutilidad de un gobierno dividido en grupos de poder, la incapacidad de las instituciones, la crisis económica tenebrosa, el manejo tortuoso de la pandemia y el nivel de los asambleístas expresado en el zángano que se rasca los sobacos en plena sesión parlamentaria, todo indica que los partidos políticos se han quedado sin oxígeno y no dan un paso más. Sorprende, pese a estos antecedentes, que el líder de uno de los principales partidos declare que le da asco la manera de hacer política en Ecuador porque es bastarda y miserable. 

Desde hace tiempo estamos obligados a pensar en alternativas para la democracia. Si los partidos políticos se reducen ahora a poner candidatos (ni siquiera esto porque piden prestadas figuras deleznables de la farándula, el deporte, la empresa o el periodismo), bastaría con buscar otra manera de designar candidatos para librarnos de los partidos. Lo que ha diseñado Nebot, para continuar vigente en política sin ser candidato ni autoridad, es una salida democrática al problema de los partidos políticos.

Nebot no solo renuncia a la candidatura, renuncia también al partido y le declara caducado. “Olvidemos a los partidos”, proclama y añade que el pueblo no busca candidatos sino soluciones y propone que sea el pueblo el que gobierne y convierta al presidente en un empleado a sueldo que se limite a ejecutar los mandatos del pueblo.

La consulta popular como mecanismo post partidista

El mecanismo para que gobierne el pueblo es la Consulta Popular. Claro que también las consultas han sido pervertidas, han sido instrumentalizadas. No han cumplido el mandato popular expresado en la última consulta en la que se ofrecía recuperar los dineros de la corrupción mediante la extinción de dominio y solo hubo más corrupción. La consulta solo pretendía arrebatar al correísmo el control de las instituciones para designar autoridades a gusto y a órdenes del actual gobierno. ¿Es posible cambiar la eficacia de la consulta? Nebot cree que sí.

Las claves de la consulta popular, según Nebot, son tres: Cambio de leyes no de Constitución, establecer sanciones para los incumplimientos y formular las preguntas de manera concreta como soluciones para los problemas. La Constitución está conformada por principios orientadores, solo las leyes llegan a establecer mandatos concretos y eficaces. Bastaría con reformar las leyes para cambiar el país. Pero habría que superar dos errores: creer que cambiando las leyes se cambia el país y llenarse de leyes que no se cumplen. Dice Nebot que las leyes aprobadas en consulta no pueden cambiarse sino con otra consulta y tienen así un candado parecido al de la Constitución. También sostiene que las leyes no sirven si no tiene sanciones que obliguen a su cumplimiento.

Para que las leyes se conviertan en soluciones tienen que ser planteadas como respuesta a los problemas de los ciudadanos. La gente no busca candidatos sino soluciones, sostiene. Señala como ejemplo el dinero de la Seguridad Social, acumulado por la retención de una quinta parte de los salarios y la contribución de los empleadores para que termine en botín de ladrones. La solución: quitarle al gobierno la administración de esos recursos y a los políticos la posibilidad de llenar de burócratas sus oficinas. La consulta popular, según Nebot, operaría como una camisa de fuerza para los políticos. Así como la dolarización operó como camisa de fuerza para los locos monetarios y cambiarios, la consulta operaría como camisa de fuerza para los locos jurídicos, administrativos y económicos.

Un candidato para el proyecto

Si el plan de Nebot tuviera éxito, tendríamos un presidente obligado a cumplir los mandatos de la consulta más que sus ofertas de campaña y un garante de esos mandatos que sería el líder socialcristiano liberado de su partido y de sus limitaciones. Quiere convertirse en un líder por encima de los partidos políticos, por encima de las ideologías y por encima de intereses personales. Rechaza la extrema izquierda y la extrema derecha, se libera no solo de los partidos sino también de los gremios porque critica a los banqueros y a los empresarios señalando que hay empresarios que carecen de alma y de conciencia social. Nebot quiere convertirse en un líder no de partidos o ideologías sino de causas populares.

El proyecto de Nebot puede afectar profundamente la campaña electoral si es que tiene repercusión en su partido y en los candidatos. Si los aspirantes socialcristianos quieren dar por muerto a Nebot y ser los herederos de su partido, entrarán en conflicto con sus planes y, por ahora, no se ve ningún aspirante interno capaz de derrotar a Nebot. No será fácil que los candidatos a la Asamblea y a los gobiernos seccionales entren en esta lógica post partidista.Para liberarse de los partidos, Nebot debe empezar por desmontar su propio partido, por eso abre las puertas a un candidato independiente. Para los cálculos inmediatos aquí reside una de las posibles respuestas a las preguntas respecto del beneficiario de la decisión de Nebot. No será Lasso de acuerdo con la frase de que a los enemigos se les puede perdonar, pero no olvidar su nombre, no será ninguno de los aspirantes socialcristianos que esperaban con ansiedad la decisión; no tienen posibilidades y estorbarían al proyecto. Puede ser Otto Sonnenholzner, que debe abandonar el gobierno para librarse de su mala influencia y es una figura nueva, sin partido político, necesitado de apoyo en el centro y no en los extremos y necesitado de la experiencia de Nebot para obtener peso político.

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