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Ecuatorianismos: La evocación del académico Carlos Joaquín Córdova. Parte 2

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La Directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua elabora un amplio análisis sobre el diccionario que se acerca a las raíces más íntimas de nuestra forma de hablar, elaborado por el lexicógrafo más reconocido del Ecuador. Esta es la segunda parte.

Foto: Gianna Benalcázar – CCQ

Pero volvamos a Córdova: el gran estudioso ecuatoriano aunó en su obra El habla del Ecuador, Diccionario de ecuatorianismos, lo objetivo y el comentario subjetivo, lo social y aceptado por todos, con la nota curiosa y rica de afectividad, humor y gracia. Aunque exigencias lexicográficas que buscan lo imposible, como convertir un diccionario en una especie de documento científico-técnico que examina la lengua lejos del laboratorio profundo e impredecible de la vida impedirían aceptar la idoneidad científica de este trabajo humanístico, lo leemos,  y en cada uno de sus artículos se nos queda prendida el alma.

            Que el alma misma es imposible de definir, ¿quién lo duda? Porque el alma está… Por eso, nuestro diccionario general intenta completar nociones sobre ella, así: 1. ‘Principio que da forma y organiza el dinamismo vegetativo sensitivo e intelectual de la vida’. 2. En algunas religiones y culturas, sustancia espiritual e inmortal de los seres humanos. 3. Vida humana: Arrancarle a alguien el alma

Estas definiciones piden desesperadamente el entendimiento imposible de ‘principio’, ‘forma’, ‘dinamismo’, ‘sustancia’. ‘espíritu’, ‘inmortal’… Pero al volver al texto garciamarquiano, nos subyugan sus comparaciones:la de la tisana de hierbas viejas con una procesión de Viernes Santo; la primera gaseosa cubana, con el sabor de una cucaracha.  […]  Y así como el café del amanecer puede sabernos a ventana y un pan viejo a baúl, un arroz  a solapa y una sopa a máquina de coser no es raro que alguien suspire evocando una mujer al probar  riñones al jerez. Todo lo procesa el alma…Y el colombiano cuenta de sí mismo como el helado romano le supo a Mozart. A veces, la vida entera sabe a Mozart, porque sabe a música y a arte; o a Cervantes, porque sabe a la mejor palabra, y Carlos Joaquín lo comprendía, como sabía que también la vida podía saber a infancia, a un viejo patio raído por el musgo, a pérdida…

            Nuestro querido exdirector y amigo fue excelentísimo lenguaraz… Para entenderlo mejor, permítanme trasladarles a la América recién descubierta por España, a hechos y palabras de uno de los misioneros que pasó a nuestras tierras, en 1540, cuando todavía no se cumplían cincuenta años del ‘descubrimiento’ o ‘encuentro’, del mundo ‘conocido’ respecto de nuestra América entonces y hoy, aún por conocer…

Fray Domingo de Santo Tomás (Sevilla, 1499- La Plata, Perú, 1570) (a quien nuestro compatriota y queridísimo amigo, el padre José María Vargas, dedicó lúcido estudio),  evangelizador y misionero, en su contacto con los indios conoció sus costumbres, aprendió su lengua y vio más allá: en 1556 viajó a Europa, se quejó ante la Corte de la deplorable condición de nuestros aborígenes, y pidió que se limitaran los abusos que ejercían sobre ellos la codicia y saña de los conquistadores, devenidos en encomenderos.

            Advirtió, además, que los curas evangelizadores debían aprender la lengua de los nativos, para sustraerles de la doble humillación de verterse hacia una fe difícil en una lengua tan extraña como los símbolos y parábolas que se les proponían para su ‘salvación’, y escribió su Grammatica, o Arte de la lengua general de los Indios de los reynos del Peru, que publicó en Valladolid, en 1560; con ella  cumplió sus dos propósitos centrales: mostrar que la lengua de los aborígenes peruanos era ‘una lengua de civilización’ de complejidad parangonable a la de otras lenguas cultas, y reafirmar la humanidad y racionalidad de los nativos, ‘excelentísimo lenguarazes’ [sic] es decir, en antigua acepción, ‘excelentísimos hablantes’. Que el significado del término ‘lenguaraz’ haya devenido en ‘deslenguado, atrevido en el hablar’, y no solamente, pues también lenguaraz es el de ‘lengua floja, incontrolada’, cuentista, mentiroso y mendaz es penoso, pero real. Hoy, el Diccionario de la lengua española acoge en una primera acepción la ya citada de ‘deslenguado’, y acepta la acepción de ‘lenguaraz’ como sustantivo que designa ‘a quien domina dos o más lenguas’, pero aclara que esta última acepción, a la que se refería fray Domingo, es desusada. Sin embargo, el dominico admiraba la capacidad de expresarse en más de una lengua de nuestros indígenas, y la calificaba de ‘excelentísima’.

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