Crónica del intento de golpe de estado ¿Cómo destrozar un país en pocos días?
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Está en marcha un proceso de golpe de estado y qué actores políticas y sociales están involucrados en esta conspiración callejera y legislativa, con los hilos movidos desde Bélgica.

Las doctrinas del libro Estallido, escrito por Leonidas Iza con militantes del grupo de izquierda radical Mariátegui (inspirados en las doctrinas de Sendero Luminoso del Perú y del sanguinario dictador camboyano Pol Pot) se unieron con los manuales de desestabilización del correísmo, dictados por el prófugo expresidente Correa y aplicados en las calles por sus violentos seguidores.
Un tweet de Correa mostraba a las claras la situación el lunes 20 de junio, cuando se cumplían ocho días del paro convocado por Leonidas Iza y la Conaie: “vamos a recuperar la patria” escribía, agregando que Iza es “un luchador social”. Mientras tanto, alentaba el paro, cuando hace diez años maltrataba y denigraba a los indígenas, calificándolos como “ponchos dorados”. Algo de esto lo saben bien personajes como Lourdes Tibán o Yaku Pérez.
Si “recuperar la patria” es alentar y financiar la violencia -como el mismo Correa reconoció-, ¿qué otra cosa se puede esperar de los grupos de intransigentes que siguen causando caos y miedo en la ciudadanía, especialmente de Quito, que ha vuelto a ser sitiada por un ejército invasor, como si se tratara de una guerra, exigiendo respuestas.
La Asamblea Nacional va por su tercer intento
“La ira popular es un efecto que se fundamenta en causas materiales. Si es que la clase dominante quiere ahorrarse los efectos, entonces que resuelva las causas. De lo contrario, en adelante habrá más octubres”, escribía Iza textualmente, advirtiendo que sus actuaciones están enmarcadas en un proceso de desestabilización, descrito en “Estallido”, libro sobre las revueltas de octubre de 2019, donde el líder de la Conaie plasmó su retorcida visión del país.
En octubre de 2019 el país se paralizó por dos semanas: murieron 8 personas y hubo muchos cientos de heridos, incluidos oficiales de policía y militares que actuaban para controlar las manifestaciones. Uno de los resultados más visibles fue el incendio y saqueo de la Contraloría así como daños en edificios patrimoniales del Centro Histórico. El saldo de estas protestas fue la pérdida de $ 800 millones por daños y afectaciones a la economía, la producción y el turismo.
La motivación de entonces fue derogar el decreto 883 que buscaba sincerar los precios de los combustibles, eliminando los subsidios gubernamentales a las gasolinas extra (85 octanos) y el diésel. Tras dos semanas de violentas protestas, Moreno se sentó a negociar con Iza y el entonces presidente de la Conaie, Antonio Vargas, y derogó ese decreto.
Mostrando su inclinación política y resumiendo lo ocurrido entonces, Iza señalaba en Estallido: “en Octubre aparecieron nuevas formas de poder popular y se fortalecieron otras existentes. El Estado perdió el control durante once días. Surgió un poder paralelo al de las clases dominantes, posible por la crisis de legitimidad y de hegemonía de la burguesía, a su vez resultado de la ruptura del consentimiento de las mayorías respecto a su proyecto. La crisis de hegemonía decantó en crisis orgánica; empero, no logró constituirse en una situación revolucionaria –en poder dual–, forma más elevada de disputa en términos de V. I. Lenin” (pág. 32).
La historia se repite, como hace tres años. La Conaie vuelve a encabezar las protestas. Es una organización que representa solo al 7% de la población del país, considerada como indígena quichua. Sin embargo, esta protesta tomó un nuevo matiz, por la irrupción en el movimiento de grupos vinculados con la izquierda marxista, encabezados por la agrupación Mariátegui, surgida de aulas de universidades públicas como la Central y la Escuela Politécnica, así como de una universidad regentada por la comunidad salesiana (la Politécnica Salesiana), de donde surgieron muchos cuadros en el interior del indigenado, adoctrinados e ideologizados.

Leonidas Iza es uno de ellos. Formado como ingeniero en una universidad pública, la tarea de este dirigente ha sido cooptar el movimiento indígena junto con su brazo político, Pachakutik, que en las últimas elecciones presidenciales obtuvo una importante votación (19%) y colocó en la asamblea muchos legisladores, que hoy son parte del pacto conspirativo con el correísmo dentro de esa función del estado.
La ideología de Iza y sus más cercanos partidarios responde al pensamiento del ideólogo socialista agrario peruano, José Carlos Mariátegui, cuyas ideas (junto con las del chino Mao Zedong) inspiraron las actividades de Sendero Luminoso, grupo terrorista comunista responsable de 60 mil muertes en su conflicto contra el estado peruano. También se incorporó al pensamiento del actual liderazgo de la Conaie el ideario del socialismo agrario de Pol Pot en Camboya, que causó con sus torturas y persecuciones la muerte de la cuarta parte de la población de ese país del sudeste asiático.
Iza, tras las protestas de 2019, escribió, junto con dos militantes mariateguistas de izquierda marxista-indígena, el libro Estallido, donde marcan las estrategias y caminos para la toma violenta del poder. Según ese texto, el primer ataque es contra las instituciones de gobierno y grupos de poder económico. Luego califican a la izquierda como aliados y contrarios, trabajadores, campesinos y aliados progresistas urbanos, en contra de grupos de la derecha, banqueros y tecnócratas denominados “contrarrevolucionarios”.
Un militar muere en el Oriente
La izquierda ecuatoriana se sintió complacida con la aparición de esta especie de “mesías” de la lucha revolucionaria, reeditando gestas de grupos de izquierda radical de la región: el M-19, las FARC y el ELN en Colombia, Sendero Luminoso y Túpac Amaru en Perú, los Tupamaros uruguayos y algunas células revolucionarias ecuatorianas desde las décadas del ’60 y ’70: la guerrilla del Toachi, Alfaro Vive Carajo y Montoneras Patria Libre. Todos creados para subvertir el orden y gestar la toma violenta del poder.
Esos mismos intelectuales urbanos, que buscaban una razón luego de la caída del socialismo real en la ex URSS, empezaron a movilizarse para el adoctrinamiento de las clases socioeconómicas menos favorecidas (habitantes de invasiones y suburbios, estudiantes pobres e indígenas que llegaban a la ciudad) para preparar el camino que ahora parece despejado, especialmente con la llegada al poder de un gobernante, Guillermo Lasso, catalogado -de manera errónea- como un neoliberal de derecha.
Esa misma izquierda que, cuando llegó al poder Correa, lo sirvió de manera indefectible y servil, ocupando espacios y privilegios que nunca soñó: cargos ministeriales, secretarías, vehículos con chofer, viajes a los odiados paraísos capitalistas y un sentido erróneo de lo que era ser revolucionarios. Esa misma izquierda que servirá, nuevamente, a otro amo, esta vez cobijado bajo el poncho del comunismo indoamericano.
Pero, esos intelectuales no se han dado cuenta del peligro que tienen estas ideas para la sociedad ecuatoriana. Iza quiere repetir la consigna de la lucha de clases que desde hace dos siglos ha buscado revertir el orden establecido y tomar el poder para sus propios fines. En este caso, se trata de una nueva versión de la lucha del proletariado que planteaban Marx, Lenin y Hitler o la dinastía norcoreana de los Kim, con un matiz indigenista, encarnado en la idea final del libro: “comunismo indoamericano o barbarie”.
No se trata de esa izquierda intelectualoide que discutía sus tesis en cualquier bar o cafetín, añorando la tan anhelada revolución y la esperada transición, que recitaban en sus clases “del paso del capitalismo decadente al estado superior de la historia, el comunismo”. Iza va más allá. No es solo un indígena con una sólida formación marxista, sino que además apela a los más bajos sentimientos de los campesinos para encaminarlos hacia una lucha de odio contra sus opresores, blancos y mestizos urbanos, que son a los que hay que eliminar, como proyectaba hacer Abimael Guzmán en el Perú o como hizo Pol Pot en Camboya. Este aprendiz del carnicero camboyano quiere un país socialista indígena y agrario, alejado del avance de las sociedades contemporáneas.

En sus marchas repite hasta el cansancio el discurso del racismo, que ahora es aplicado por sus seguidores, quienes a su paso por pueblos y ciudades, aplican lo de Attila, el jefe bárbaro huno, quien exclamaba al final del imperio romano que “por donde él pasaba no crecía la hierba”. Iza maneja esa idea y alienta a sus partidarios a destruir todo lo que signifique oposición, con quema de llantas, bloqueo de vías y rompiendo arterias por las que circula la producción, generando una especie de “trombosis social”, con el objetivo de hacer del Ecuador un país ingobernable donde solo se haga su voluntad.
El matiz ideológico
Algunos autores miran al movimiento de Iza como un social-nacionalismo, germen de dotrinas tan nefastas para el mundo como el fascismo de Hitler o Mussolini y que en el Ecuador tuvo su máxima representación en el gobierno de Rafael Correa. Ver el artículo “Correísmo fascismo a la ecuatoriana”. Bajo el liderazgo de Iza, la Confederación de Nacionalidades Indígenas está tomando un “sendero nada luminoso” que puede llevar al Ecuador al caos y la anarquía, con ideas como el socialismo agrario camboyano o el terror en ciudades y pueblos del senderismo mariateguista peruano.
Siendo, como él se define, un defensor de la naturaleza no duda en exigir -ordenar, sería la palabra más adecuada- que se reduzcan los precios de los combustibles más contaminantes (la gasolina extra y el diésel) y sus manifestantes no dejan de quemar llantas (material altamente tóxico) o árboles para bloquear las carreteras, sin olvidar que también destruyen propiedad pública y privada.
Como señala Ugo Stornaiolo Silva, “sus acciones también hablan por él, ya que las veces que ha convocado manifestaciones públicas, la propiedad privada es la que más ha sufrido, los negocios han tenido que cerrar durante muchos días, quebrar y los saqueos se vuelven habituales con el solo aviso de sus convocatorias contra el gobierno”.
Agrega: “Leonidas Iza es el tipo de persona que nos recuerda que todavía tenemos que pelear las últimas guerras contra el socialismo, porque sus ideas y sus acciones solo traerían aún más ruina a un país como Ecuador”.
El problema es que personajes como Iza no pueden ser derrotados fácilmente, porque siempre, como en la fábula griega de Hidra, al cortar una cabeza, pueden surgir muchas más. Éste y todos los tipos de socialismo han generado envidias y resentimientos, además de que todo lo exigen y todo esperan que les resuelva el estado.
Como anota José Hernández, “el resultado está sobre la mesa de la actualidad nacional: el populista mayor de los pobres de los páramos (Leonidas Iza), usa su fuerza de choque para avanzar su proyecto político ‘comunista indoamericano’, como él mismo lo llama. Por supuesto, él actúa a nombre de los pobres del país y se cobija bajo el derecho a la resistencia que otorga la Constitución de Montecristi”.
Agrega: “Iza actúa como un dictador con ejército propio. No lo dicen, pero tendrían que hacerlo si fueran fieles a la doctrina más precaria de lo que es la democracia. Porque vamos a ver: Iza no pone a consideración del Ejecutivo reivindicaciones sociales para que las evalúe y, eventualmente, las acoja. Lo conmina a que dé paso a sus exigencias y lo haga en los términos y fechas que él fija. No usa las herramientas legales que están a su disposición: el debate público, recurrir a la Asamblea y, claro, también llevar a sus seguidores a la calle, según lo estipula la ley”.
Para Iza el modelo capitalista es el principal problema. Por eso su bloqueo a las empresas y fincas agrícolas, el cierre de comercios y negocios, la intimidación a los ciudadanos que intentan esquivar los bloqueos. No se salvan ni policías ni militares ni periodistas. A todos se agrede. Se destruye patrulleros, se ataca tanques, se rompe cámaras y teléfonos móviles y se amedrenta con lanzas.

Aterra pensar que el presidente Lasso, presionado por estos sucesos, ceda ante este neo-terrorismo, como le ocurrió a Lenin Moreno, cuya parte final de gobierno fue la demostración de que ceder no siempre es ganar. Si Lasso cae en el chantaje de Iza, es mejor que Carondelet se convierta en una finca para criar pollos y cuyes y el salón amarillo una pambamesa comunal y mejor si se le entrega el poder a Iza, a sus seguidores y a los mariateguistas, para que conviertan al país en otra Camboya.
José Hernández completa la idea: “si se sigue su lógica no hace falta elegir presidente de la República porque, bajo su esquema, está condenado a ser un sirviente -egregio en este caso- de sus designios: hacer las cosas que usted decida, cuando usted decida y como usted decida”.
¿Hay salidas? ¿qué hace la clase política? ¿y los planes del correísmo?
Thalía Flores analiza el tema: “el gobierno ha cometido serias equivocaciones, que serían imputables al círculo presidencial, y eso es imperdonable. Que el mandatario haya firmado el ‘borrador’ del decreto de estado de excepción, que además incluía la censura a la libertad de expresión en Internet, es inaudito. El responsable de tamaño desatino, juega a la ruleta rusa con la imagen del primer mandatario. En Carondelet, parecen caminar por la cornisa y con los ojos vendados”.
El fin del trabajo y la producción
Mientras tanto, el correísmo en la asamblea tenía dibujado su plan: activar el artículo 130 de la Constitución para destituir a Lasso o el 140, sobre la muerte cruzada. Ya no quedan dudas de cuáles eran las intenciones de esta agrupación, bajo las órdenes del prófugo en Bélgica. Toda situación política que pueda servirles (los Pandora Papers o cualquier asunto contrario a sus intereses) para llevar a cabo su estrategia, que sigue activa desde octubre de 2019: desestabilizar al gobierno, aduciendo “conmoción interna”, para destituir al presidente.
Una movida, no se sabe si afortunada o muy meditada, hizo que el presidente revoque el decreto 455 y lo reemplace por el 459, modificando las medidas tomadas en el anterior y extendiendo a más provincias el estado de excepción y el toque de queda. Iza insistía que solo negociaría si se revoca el decreto 459.
El correísmo y disidentes radicales de Pachakutik y la ID tenían 72 firmas para convocar una sesión que ya no tuvo razón de ser: no tuvieron los 70 votos necesarios, porque algunos disidentes de la Izquierda Democrática se echaron para atrás y no consiguieron seis votos de Pachakutik comprometidos. Es parte del anecdotario de esa noche.
Los asambleístas correístas estaban listos para accionar el mecanismo de destitución del mandatario. Tenían preparados los discursos y las normas para actuar. Era solo cuestión de horas para que se caiga Lasso, pero la revocatoria y el nuevo estado de excepción los dejaron sin piso. Pero ¿por cuánto tiempo más?

Alguien que no se olvidó de los hechos fue el legislador Fernando Villavicencio, quien les hizo acuerdo a los correístas que su mandamás, cuando ejerció la presidencia, decretó 93 estados de emergencia para reprimir protestas, lo que muestra sus incoherencias con la actual situación. Además, denunció que quienes manejan los hilos de la protesta son los narcotraficantes: “si tumban a Lasso, el presidente no lo pondrán los indígenas, sino el narco”. ¿Será posible que esté naciendo el “narco-correísmo”?
Las autoridades de la defensa nacional, encabezadas por el ministro de defensa Luis Lara, quien criticó a los líderes indígenas que se rehúsan al diálogo, dijo que “hay una amenaza contra la democracia”. “Las fuerzas armadas no permitirán que se intente romper el orden constitucional”. Lara reconoce que las reivindicaciones sociales son legítimas, pero dice que dentro de las protestas hay actividades relacionadas con el narcotráfico y la delincuencia organizada con el consentimiento de los líderes del paro. El ministro del interior, Patricio Carrillo, lo ratifica: “los grupos radicales reciben apoyo de guevaristas, mariateguistas y líderes de comités de la revolución ciudadana”.
“Hemos tendido la mano, hemos llamado al diálogo”, dijo el presidente Lasso en Twitter. “Pero ellos no quieren la paz; ellos buscan el caos. Quieren botar al presidente, yo estoy aquí, yo no voy a escapar”. “Estoy aquí para proteger a los ciudadanos. Lucharé siempre por defender la democracia y a la voluntad del pueblo ecuatoriano. No permitiré que se imponga el caos”.
El decálogo de Iza
Las movilizaciones responden a una agenda de diez puntos. Entre las principales está el reclamo al gobierno por no haber subsidiado a la población para enfrentar el encarecimiento el costo de la vida por el aumento del precio del petróleo. Otras demandas del pliego de peticiones incluyen la escasez de fertilizantes, la subida de precios de materias primas agrícolas y productivas y el costo del transporte.
Según la Conaie, la administración de Lasso no ha podido resolver problemas estructurales en su primer año de gestión: la corrupción y falta de medicinas en la salud pública o el deterioro las condiciones de trabajo. Iza intenta desmarcarse de la violencia con discursos como este: “no podemos deslegitimar nuestras luchas, no se pueden confundir con vandalismo. No dejemos una imagen (de violencia) como la que pretenden posicionar; este pueblo es de paz. Este pueblo también tiene dignidad y se ha rebelado para resistir”. Pero no suena sincero.

Muchos días después de iniciadas las protestas no parecía haber ningún camino para el diálogo, por la intransigencia de Iza y su escepticismo ante una extensa carta enviada por el mandatario donde le respondía cada uno de los diez pedidos que Iza y la Conaie hicieron. Muchas organizaciones sociales y gremiales exigen al gobierno y a la Conaie dialogar, pero Iza dilataba su decisión. Según una encuesta de Forbes el 76,5% de ecuatorianos creía que el paro debía terminar con el diálogo y un 72,4 % rechazaba el vandalismo, la inseguridad y los infiltrados.
Además, Lasso mantiene congelados los precios la gasolina extra y el diésel, anunció la condonación de deudas de hasta $ 3 mil a deudores de la banca pública, aumentó de $ 50 a $ 55 el bono de desarrollo humano y subsidiará la mitad de los precios de la urea agrícola. Iza, que fue detenido en el segundo día de protestas por la interrupción de servicios públicos siendo liberado el día después, señala que solo se sentará a conversar con el presidente si se aceptan los diez puntos de su pliego de peticiones. Mientras tanto, en calles, carreteras y plazas los manifestantes gritan “arriba el paro y fuera Lasso” y continúan con su escalada de violencia.