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¿Quién desactiva el pánico?

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Los ciudadanos del mundo somos bombardeados con información sobre el coronavirus, mientras tanto, el miedo se guarda en nosotros, en nuestras casa. ¿Qué pasará después? Aquí una reflexión.

Foto: Marcos Pin – API

Desde hace 25 días, cuando el Gobierno confirmó que Ecuador registraba el primer caso de coronavirus, la agenda noticiosa cambió. No era para menos, el país se sumaba a China, Corea del Sur, Italia, España, Brasil…  naciones que ya tenían casos.

A partir de ese momento, unos más y otros menos, la dosis informativa que uno se inyecta es de elección personal, no hemos oído más que sobre ese tema. Y las informaciones, que en su mayoría son las que difunde el Gobierno, no son alentadoras.

Al 25 de marzo, la secretaría de Gestión de Riesgos, Alexandra Ocles, quien sin duda está muy canchera para hablar en televisión, dijo sin más reparos que Guayas y Pichincha ya tienen el contagio colectivo. En otras palabras, que entramos en la fase 3 de las 4 y que son a las que no debíamos llegar.

Los noticieros de radio y televisión, a más de los portales informativos y las webs de los periódicos, repiten sin cesar el número de contagiados y muertos, que se dan dos veces al día. Y desde inicios de esta semana, la agenda incluye qué hacer con los fallecidos por el COVID, que básicamente recoge lo que las autoridades han dispuesto.

La mañana del 25 de marzo, ya se escuchaba en las varias cadenas de radio y televisión la puesta en funcionamiento de una APP y mensajes SMS a los teléfonos, con #quedateencasa.

Desde el encierro de los ciudadanos que ya lleva nueve días para los adultos y 12 para niños, adolescentes y tercera edad, nos han taladrado el cerebro hablando de los riesgos y de lo que debemos hacer: desinféctese las manos, los zapatos, la ropa, mantenga limpio todo, evite el contacto con todas las personas, salga a hacer compras el día que le corresponda (depende del pico y placa y desde esta semana del último número de cédula).

Como cereza del pastel, justo el día en que el toque de queda se amplía, se aplican sanciones a quienes no se encierren y la Fuerza Pública perfecciona el control, el Gobierno no puede o no quiere -se le preguntó en la rueda de prensa de Ocles- decir para cuándo proyecta el inicio de la declinación del contagio.

Ante este escenario, no queda más que preguntarse, ¿está el gobierno pensando en el día después? La canción de la española Amaia Montero, esa que se escucha al final de las intervenciones oficiales, que esto ya pasará y que pronto nos volveremos a encontrar, ¿será suficiente? ¿Cuándo piensan informar sobre cómo deberá ser el comportamiento luego de la emergencia? O ¿acaso creen que todo volverá a ser como fue hasta el 13 de marzo? ¿Cómo harán para que los padres no tengan pánico de enviar a sus hijos al colegio? ¿Qué tipos de contenido va a ofrecer la prensa para volver “a la normalidad”? ¿Se va a hacer un despliegue tan grande como el actual, para que la gente no vuelva a sentir que si sale a la calle y se encuentra con alguien que tose no lo va a enfermar?

La comunicación efectiva es una mezcla de hechos y mensajes, y no hay duda de que el del pánico les ha quedado muy bien. Ahora veamos qué van a hacer.

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