Pluralidad y consenso, lo que no conoce la clase política
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El presidente de la Asamblea, César Litardo, no admite que existe un bloqueo político. Y la clase política deja ver sus falencias en esta coyuntura.

Las declaraciones del presidente de la Asamblea Nacional, César Litardo, pudieran interpretarse, a simple vista, como una consecuencia del resurgimiento de la pluralidad en la política nacional. Sin embargo, aquello no es del todo exacto y también va más allá de una falta de capacidad de gestión política.
A inicios de esta semana, el militante de Alianza País, a propósito de sus 100 días al frente de la Función Legislativa, en declaraciones a diario El Universo, dijo que afronta una “Asamblea diferente, con un nivel de complejidad político que no se ha visto en los últimos años. Luego de doce años, es la primera vez que no hay una sola fuerza política que la domine y eso le da un nivel de complejidad que requiere esfuerzos adicionales para aprobar leyes. El reto más difícil es buscar los equilibrios y consensos”.
Es claro que quien preside la Asamblea –a más de evitar el uso de la palabra bloqueo político- quiere enviar un mensaje de que hay pluralidad en el legislativo, que la justifica bajo el argumento de que no hay una fuerza política que la domine.
Delicada afirmación en estos tiempos y que deja preguntas: ¿acaso en otros períodos legislativos, antes de la revolución ciudadana, no hubo múltiples tendencias que obligaban a buscar acuerdos? ¿Es necesaria una mayoría absoluta para que los asambleístas simulen cumplir con su trabajo? ¿Cómo se explica, sobre todo en la relación Alianza PAIS y Revolución Ciudadana, que para ciertos temas no hay más que coincidencias y el resto del tiempo discursivamente se presenten distantes? ¿La oposición política, esa que hubo hasta el 2017, ha planteado una agenda común, más allá del cambio de Presidente de la República de hace más de dos años?

Lo que no está afrontando la clase política –y la sociedad en su conjunto- es su acoplamiento a una estructura de enfrentamientos, que impide los consensos. Llevamos demasiadas generaciones educadas en el conflicto, en la confrontación (pueden llamarla lucha de clases), en acabar con lo que consideramos el enemigo, lo que lleva a que las posiciones políticas sean extremas y casi imposibles de que lleguen a un consenso, a un punto medio, donde haya una claridad de hacia dónde va el país, cuál es el proyecto.
Algunos de los partidos políticos (que están desaparecidos), que tenían una mejor preparación o formación de sus militantes, sabían sobre esa negociación que buscaba llevar a un punto intermedio a sus participantes y, por tanto, a fortalecer la democracia. Solo ahí, entonces, había un mayor sentido de pluralidad y consenso en la sociedad. Litardo, en esa misma entrevista, enumeró una serie de iniciativas legales que se quieren tramitar y habrá que ver si estas, de ser aprobadas, dan una señal de a dónde mismo pudiéramos ir como sociedad y si el debate político, por unos momentos, sale de esos extremos donde se mantiene. El contenido que aprueben también es otro desafío, porque si se logran aprobar y nuevamente se retoma la crítica feroz para destrozar lo que se logre, mostrará justamente que los políticos faltaron a las clases sobre democracia y que han aprendido muy poco de lo ocurrido en el país desde 2007.