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La comunicación del despiste

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La tibia estrategia de comunicación gubernamental no hace más que echar la culpa del desastre a su antecesor. Los medios no hacen otra cosa que evocarlo. Entonces, el reto lo tienen quienes aspiran gobernar el país.

Foto: Freddy Constante – Flickr Presidencia de la República.

Los medios de comunicación hablan de Correa, su corrupción y su legado político; Lenín Moreno, de lo mal que lo hizo su antecesor, a quien además le responsabiliza de todo, y la sociedad, frente a la realidad política, social y económica, le culpa al presidente Moreno y anhela el regreso de un salvador, o sea Correa. Este es el círculo comunicativo que impera en el país desde hace 28 meses. Me explico mejor:

  1. Los medios de comunicación continúan con sus informaciones constantes sobre corrupción y todo lo que considera que se puede cuestionar, investigar o contar sobre Correa, su grupo y su administración, porque esa es la realidad que tienen al frente, es la más cómoda (porque hay material que se consigue más fácilmente), es la que está de moda y tampoco hay más esfuerzos por cambiar la temática mediática.
  2. Moreno culpa a su antecesor de lo que ocurre en el país, desde, prácticamente, el inicio de su gobierno y esta línea discursiva todavía se mantiene. Basta mencionar un ejemplo reciente: en el aniversario del Seguro Campesino, cuando los presentes reclamaron por medicinas, sus palabras fueron para echar la culpa de todo a la anterior administración y declararse lejano a lo ocurrido, como si nunca hubiese sido parte de ese régimen, del mismo partido político y del proyecto político que se inauguró en 2007.
  3. La realidad del país es compleja y hay quejas por doquier. No hay trabajo para jóvenes, personas de mediana edad, mejor dicho, para nadie. Los sectores productivos cuentan las horas para saber cómo quedan los proyectos de ley que piden para, según han dicho, contribuir para salir de la crisis. Los sectores de trabajadores están preocupados por el recorte de personal que debe haber entre los trabajadores públicos, así como de las reformas a su sector. La sociedad mira con atención si se van a cumplir o no los requerimientos del Fondo Monetario Internacional … En suma, todos tienen expectativas y reclamos, que los hacen conocer a través de los diversos canales: redes sociales, debates familiares, medios de comunicación. En ese accionar no faltan simpatizantes y gente que anhele los días del decenio 2007-2017 y que el propio expresidente maneja con habilidad y oportunidad.
  4. En las últimas semanas, adicionalmente, el gobierno ha comenzado con su nueva etapa de comunicación, que es complementario a todo esto: no hacer olas, es decir, tratar de que los temas pasen lo más callado posible. Aquello hace que las respuestas, frente a casi cualquier tema, sea “se investigará”, “está en análisis”, “estamos al tanto” y, si es del caso, se habla de la independencia de funciones. Parecería que les falta decir “¡qué barbaridad!” y seguir como si nada pasara. Mientras, sus coidearios (el gobierno les llama excoidearios, es decir, correístas) opinan, critican, hablan en nombre de los ecuatorianos y, sobre todo, de los sectores más desprotegidos.

No hay duda que este tipo de política comunicativa no ha sido nada mala para el gobierno, ya que está consiguiendo lo que quiere, que transcurran los meses sin mayores sobresaltos. Pero el problema que se viene, sobre todo para quienes aspiran gobernar este país, es complejo. Basta mirar el espejo de Argentina, lo que ocurrió con Cristina Fernández y su resurgimiento en la siempre convulsionada política de ese país.

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