Evitemos el bloqueo político
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El Gobierno está ante uno de los momentos más importantes de su gestión. Conozca por qué.

El Gobierno planteó su propuesta económica para afrontar una de las crisis más duras que ha atravesado en los últimos años el Ecuador. Y no gustó a varios sectores. Las reacciones que se dieron las siguientes 24 horas así lo demuestran.
En redes sociales y en algunas entrevistas publicadas en los distintos medios de comunicación, el debate en el que han participado los sectores productivos, economistas y académicos, se ha dicho, entre otros argumentos, que hay otros caminos distintos al planteado. Pero no me quiero detener en la discusión económica, aunque sí en los elementos que aparecen mencionados en las argumentaciones políticas.
El primero es que se necesita un acuerdo nacional. Los empresarios lo han dicho en un comunicado emitido el sábado por la tarde. La idea del acuerdo no es nueva, desde octubre, se habla y supuestamente se ha trabajado en ello. Claro que las condiciones del país han empeorado en las últimas tres semanas, pero en el ambiente hay ese planteamiento. A nadie tomaría por sorpresa que se produzca un diálogo efectivo, concreto y con resultados que provoquen mayor sosiego.
El Gobierno ganaría mucho si extiende la mano en esa dirección. O ¿acaso ya tiene los votos para lograr la aprobación de esa ley?, ¿ya hizo la negociación con la Asamblea para que se dé paso a esto?, ¿o espera una negación del proyecto para luego declarar que el bloqueo político pudo más que la intención de empujar adelante a los 17 millones de personas que vivimos en el Ecuador?
Si ya tiene los votos, pues eso no quita la necesidad de un acuerdo nacional, porque el camino que falta por recorrer aún es largo. Una ley aprobada no subsanará la necesidad que hay de que los diferentes sectores pongan sobre la mesa los puntos en que hay mínimos acuerdos y se trabaje sobre ellos. Quienes convocan al diálogo están llamando a una negociación y eso implica también ceder.
Y también significa que no solo deberán ponerse en los extremos -como ha estado ocurriendo en el debate actual- entre los que tienen mucho dinero y los pobres. En el medio hay millones de ecuatorianos -la golpeada clase media- que siempre es la que menos ruido hace, porque es la menos representada.
Si no tiene los votos de los asambleístas, ganará más si negocia y acuerda previamente con los sectores productivos, sociales y políticos, para que la respuesta sea efectiva y se produzca un ambiente de esperanza y positivismo.
Cualquiera que sea la respuesta, este es el momento en que los ciudadanos debemos exigir a la clase política y a las dirigencias sociales y empresariales, que cumpla con su parte. Sabemos de sobra que hay sectores políticos que impulsan más la crisis, porque tienen su propio interés, pero ese es un grupo al que hay que continuar marginándolo. El Gobierno está ante uno de los momentos más importantes de su gestión: impulsar el diálogo, llegar a un acuerdo y empujar al país para adelante. No hay otra salida. Es el desafío que le puso ante sí la cruda realidad de lo que ha sido, hasta el momento, el 2020.