Este es el país que va a las elecciones
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La política está separada de la ciudadanía. La crisis económica es intolerable para muchos. Y eso tendrá consecuencias.

No hay duda que los resultados del juicio penal al expresidente y prófugo de la justicia, Rafael Correa importan a los estrategas electorales, que desde hace meses trazan las potenciales candidaturas e imaginan los posibles escenarios, ese eterno si pasa esto es probable que esto otro suceda. Sin embargo, ¿cuántos políticos y asesores realmente están midiendo lo que está en juego?
Me explico: las condiciones en las que se encuentra el país, lo hace una presa sencilla para los líderes populistas que saben nadar muy bien en esas aguas. Llevamos más de una década en que el asistencialismo ha estado a la orden del día. Hay miles de personas, sobre todo de los sectores populares, acostumbrados a una política en que el Estado les da absolutamente todo, como si se tratase de un país con recursos infinitos.
La crisis económica, que comenzó ya hace cinco años, ha golpeado a la sociedad en su conjunto, ha producido muchas pérdidas de empleo, con la consecuente baja del nivel de vida y un mayor descontento. Esto, por supuesto, lleva a que mucha gente piense que las cosas eran mejor antes, sin necesariamente identificar a los causantes de la crisis. No es la primera vez que la gente se enamore de un buen verbo, que diga lo que la gente añora escuchar. Aquello ya ha ocurrido en la política nacional varias veces.
Los millenians, que al parecer concentra la mayoría de los electores, y los jóvenes que cada año engrosan las filas de desempleados, no ven futuro. Y cuando no hay opciones –como migrar y trabajar en otro país-, las expectativas pueden llevar a saltar al vacío, como ya nos ocurrió a mediados de los 90 con los populismos de aquellos tiempos.

La lista puede seguir, pero de lo que se trata es establecer que el país está paralizado. Los políticos están únicamente midiendo cuáles son sus opciones si pasa una determinada cosa o no, mientras miles de ecuatorianos cada día tienen mayores dificultades para atender sus necesidades básicas de salud, vivienda y alimentación. Si no quieren salir de las grandes urbes para mirar lo que pasa, solo basta con recorrer los amplios sectores populares, donde se conoce más de una historia de la gente que ya no sabe qué hacer y que cada día, cuando tiene, no cuenta más de 25 centavos para el bus, luego de un día de tratar de ganar algo de dinero, muchas veces sin suerte.
Hace algunos días, en este mismo espacio, se planteaba la disputa del centro político del Ecuador. Ese enorme espacio que hay producto de la polarización reinante, y que resulta atractivo para cualquier partido, pero que, por ahora, está siendo reclamado por los mismos simpatizantes del proyecto de la revolución ciudadana, que estuvieron junto a Correa y su gente al inicio o al final de su gestión. Lo importante es que buscan también apropiarse de aquello y, las preguntas inmediatas son: ¿por qué no hay otra fuerza política u otros políticos que miren esto? ¿hasta cuándo ciudadanos y políticos vamos a permitir que las cosas se descompongan, mientras miles cuentan centavos?