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‘El camino es facilitar la forma de hacer negocios’: Santiago Peña

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El economista paraguayo cuenta cómo es que su país dio un vuelco político para luego dar uno económico. Los cambios se hicieron con diálogo, sí, pero también con acciones concretas.

Fotos: Gianna Benalcázar

Santiago Peña Palacios. Es un economista, político,exmiembro del Directorio del Banco Central del Paraguay (BCP), profesor, y exministro de Hacienda de la República del Paraguay. Fue precandidato del Partido Colorado a la presidencia del Paraguay, por el movimiento Honor Colorado.

¿Cómo un país puede impulsar la economía?
Tuve el privilegio de transitar en varios roles en Paraguay. Como funcionario de la administración pública, como empresario, como político. Puedo decir con certeza que no existen recetas mágicas; la economía es una serie de buenas prácticas en cada área. Es importante conocer la realidad de cada país. Sin embargo, hay ciertos ‘condimentos’ que hacen posible impulsar a un país: el capital humano es fundamental. Hoy sabemos que no hay política de competitividad si no hay condiciones en el capital humano. Todos nuestros países, de alguna manera, han pasado por períodos de inestabilidad económica; por tanto, el objetivo debe ser potenciar la política fiscal y tener una política monetaria responsable. Esto sumado a determinar límites al endeudamiento. Recordemos que las empresas van donde hay recursos para poder producir de manera más competitiva y sólo si las empresas van bien, se activa la economía. Por eso en Paraguay establecimos tres prioridades: uno, reducción de la pobreza, a través de políticas públicas que permitan llegar a este sector. Dos, combatir el crecimiento de la deuda pública; y tres, la inserción de Paraguay al mundo.

¿Qué rol cumple el sector gremial para llevar adelante reformas y propuestas a favor del país?
El sector privado, en mi visión y experiencia, tiene un rol protagónico y central; por tanto, su relación con el Gobierno es crucial. No pueden olvidarse que se debe trabajar en políticas de Estado y no en políticas de Gobierno. Las propuestas deben tener una continuidad y estar pensadas en resolver problemas de fondo, no solo de coyuntura. Hay que entender que los gobiernos son temporales. Tienen la misión de generar la mayor cantidad de cambios en poco tiempo, mientras que el sector privado va a estar ahí cuando cambie el Gobierno… o el Ministro. Muchos de nuestros problemas parten de la desconfianza entre el sector público y el sector privado; yo creo que el diálogo es fundamental. Urge construir una agenda que no dependa de las personas, sino de una visión del país. El rol del sector privado es cada vez más importante, debe acompañar al sector público, pero jamás perdiendo la mirada crítica.

¿Cómo llegar a esa coincidencia entre los dos sectores?
Si se quiere jugar un partido se debe ir a la cancha, no quedarse en el graderío. Muchas veces decimos lo que hay que hacer y no bajamos al campo de juego, hay que sudar la camiseta con un objetivo común. A veces esta mirada se pierde y es cuando empiezan las discrepancias irreconciliables. No se debe llegar a ese punto. Hay que dialogar, pero tomar decisiones. En países que han firmado un Acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, como Ecuador, es importante no perder la perspectiva de que la agenda económica no es del FMI, sino que debe ser una agenda de país, de acuerdo con la realidad que se vive.

“Hay que construir una agenda que no dependa de las
personas, sino de una visión del país”

¿Puede dar ejemplos?
Hay medidas que son pequeños actos de coraje, a veces es necesario renunciar a beneficios personales. Me permito citar el caso de Paraguay, que está en medio de dos economías grandísimas y nos afecta. Por ello, eso nos llevó hace varios años a entender que debemos movernos de forma rápida, ágil y flexible. Hace 14 años, Paraguay hizo una reforma tributaria que disminuyó los impuestos a las empresas del 30% al 10% y se amplió la base de contribuyentes, multiplicándose por seis los ingresos tributarios. Se entendió que era más rentable pagar los impuestos que evadirlos. A partir de ese momento entendimos que el camino es facilitar la forma de hacer negocios. En la medida que quieras complicar al sector privado, vas a recaudar menos. Eso nos llevó a discutir nuevamente una reforma tributaria para revisar nuestro marco tributario. No podemos cometer la equivocación de otros países de aumentar impuestos porque ya transitamos ese camino y no queremos volver atrás.

¿Cómo fue el proceso para concretarlo?
Discutimos ampliamente este tema y se llevó al Congreso una reforma tributaria que tiene más de 100 artículos y que fue aprobado integralmente. Hubo acompañamiento de personas que fueron disidentes del partido de Gobierno, pero que entendieron que esta reforma le va a ayudar a Paraguay a sobrellevar mejor la situación económica. De esta forma, en lo económico se han construido varios consensos. Ahora pasan los presidentes y sus ministros, pero queda una sola hoja de ruta de país. Se pudo poner las políticas por encima de los nombres. Indistintamente de la línea del Gobierno, se ha cuidado la macroeconomía, pero siempre recordando que la educación y la salud deben ser políticas de Estado y no de un gobierno.

El empleo es uno de los principales problemas del Ecuador. ¿Cómo incentivarlo?
Partamos de que el salario mínimo, muchas veces, se vuelve una barrera para que la gente pueda contratar. En Paraguay aplicamos recientemente la posibilidad de que se pueda trabajar por horas, antes había leyes que prohibían el trabajo temporal y eso desalentaba al empresario y teníamos mucha gente joven que trabajaba de forma informal, que no contribuía con sus obligaciones. Se modificó esto y se planteó un cambio. Sin embargo, aún queda muchísimo por hacer. Hay que entender que estas reformas siempre generan tensiones en los sectores sindicales, principalmente. A mí me tocó ser el primer Ministro de Hacienda en visitar las centrales sindicales, que históricamente nos veíamos antagónicos. Me reuní con ellos y les dije: yo quiero que haya más empleo, ustedes también, por tanto nuestros objetivos son comunes. Se planteó un sistema de ajustes del salario mínimo, antes se esperaba tres años cuando se daba una inflación del 10% y esto generó mucha tensión, entonces, cambiamos a ajustes anuales. Se reúne el Consejo de Salario Mínimo y lo que hace es compensar la inflación de los últimos 12 meses para tener el salario real constante.

¿Qué recomienda para mejorar la competitividad?
Vamos a hacer la analogía con un restaurante. Siempre creemos que el chef tiene la receta mágica, pero no hay recetas mágicas para el plato perfecto. No hay receta mágica para las medidas económicas perfectas, pero hoy sabemos que hay ‘condimentos’ que son necesarios. Un condimento fundamental es la confianza. Si no existe confianza, no hay medida de política pública que se pueda implementar; esa confianza requiere de mucho liderazgo. Saber que un gobernante se puede equivocar, pero tiene que saber informar por qué toma una medida, debe comunicarlo, explicarlo. Muchas de esas decisiones que se tienen que tomar son impopulares en el corto plazo, pero generan beneficios en el lago plazo. La visión de largo plazo es fundamental; es fundamental sacarnos la presión de solucionar los problemas de la inmediatez. Ahí entra la construcción de la política pública que tenga como base el capital humano. Sabemos que los países que han avanzado en Asia, Europa y en América Latina, como el caso de Chile, han privilegiado el largo plazo sobre el corto plazo. La política pública debe estar al servicio de  la gente, no la gente al servicio de los políticos. Hoy vivimos una clase media que exige cada vez más resultados, que demanda, que no aguanta los abusos, porque están convirtiendo al cargo público en lo que realmente es: una carga pública que asumen algunos ciudadanos en beneficio de la gran mayoría y ahí uno no va ni a ganar popularidad ni a ganar dinero, va a prestar un servicio por corto tiempo y lo debe hacer con compromiso. Eso deben entender los funcionarios públicos.

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