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Justicia y política

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La condena a Cristina Kirchner en Argentina pone de actualidad las relaciones ásperas entre política y justicia. Los políticos quieren someter a la justicia para utilizarla como arma contra los enemigos y para garantizar su impunidad.

Foto: Flickr Cristina Kirchner

Nunca se ha visto una crisis como la que sufre Argentina: tiene una inflación cercana al 100% anual; 15 tipos de cambio distintos para el dólar; un presidente sin poder y sin respeto; una vicepresidenta condenada por robo; el poder ejerce un ministro de economía; sindicatos y piqueteros protestan en las calles y piden la renuncia de los jueces; el congreso desconoce los fallos de la Corte Suprema de Justicia; por último, el peronismo se queda sin candidato.

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La víspera del dictamen del Tribunal se difundieron unos chats entre jueces, periodistas y empresarios que habían viajado a la residencia de un ciudadano inglés en Lago Escondido. Esos chats y conversaciones telefónicas eran producto del espionaje y violación de la vida privada, actos prohibidos por la Constitución, para desacreditar a los jueces y a la justicia. El presidente argentino apareció en cadena nacional para denunciar un complot en contra de la vicepresidenta, cuando recién solicitaba la investigación de los chats difundidos. El mismo gobierno que denunciaba al gobierno anterior por actos de espionaje, aparentemente ha organizado una red de espionaje a jueces, empresarios y periodistas.

La justicia argentina condena a la Vicepresidenta

El escándalo de los chats no afectó para nada el calendario ni el contenido del dictamen judicial; la sentencia fue leída por el presidente del Tribunal condenando a Cristina Fernández de Kirchner a seis años de prisión y a la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por haberse probado actos de corrupción en la obra pública durante los años en los que ejerció la presidencia.

Los jueces consideraron que las pruebas presentadas eran válidas y suficientes para condenar, por primera vez en la historia argentina, a una vicepresidenta en ejercicio del cargo. Junto con ella fueron condenados otros funcionarios y el empresario que había ejercido el papel de testaferro. En la sentencia se les condena a restituir al Estado la suma de 80.000 millones de pesos tomados indebidamente.

Los fiscales mostraron cómo a Lázaro Báez, amigo de Cristina Kirchner y su marido, se le había adjudicado el 80% de la obra pública sin haber sido ni constructor ni empresario. Su vida de empresario se inició cuando los Kirchner llegaron al poder y terminó cuando ellos dejaron el poder en el 2015, para entonces le habían pagado absolutamente todo, incluyendo el costo de las obras que no había hecho. El dinero que recibía Báez devolvía a los Kirchner alquilando las habitaciones de los hoteles de su propiedad sin que fueran utilizadas. Este mecanismo de lavado de dinero es materia de otro juicio.

Cristina intentó llevarse por delante todo el Sistema

Inmediatamente después de la lectura de la sentencia apareció Cristina Kirchner en medios de comunicación afines para acusar a los jueces y los directivos de medios de comunicación de conformar un estado paralelo y formar parte de una mafia. A los jueces había ya calificado como pelotón de fusilamiento y de estar mezclados con medios enemigos, seguir órdenes del gobierno anterior y hasta de nexos con quienes intentaron asesinarla.

Sorpresivamente anunció que al concluir su mandato el próximo año, no participará en las elecciones ni aceptará integrar ninguna lista de candidatos. El anuncio descolocó a sus seguidores peronistas y a los aspirantes a la presidencia que esperaban repetir lo ocurrido en la elección anterior cuando Cristina escogió como candidato a Alberto Fernández y lo puso en la presidencia.

Sus partidarios y posibles beneficiarios se niegan a creer en el retiro de Cristina pues necesitan sus votos para ganar la elección y ella necesita la inmunidad. Otros creen que ha mentido tantas veces que no se puede confiar en su palabra. Otros, finalmente, piensan que ella sabe que no puede ganar una elección si el 60% de los argentinos le consideraba culpable desde antes de la sentencia.

En las últimas presentaciones se ha mostrado iracunda, humillada y rabiosa porque hasta ahora nadie se había atrevido, ni fiscales ni jueces, por miedo o por lealtad a llevar los juicios hasta el final. Intentó cambiar a los jueces o aumentar el número de los miembros de la Corte; incumplió los fallos judiciales y ordenó a los senadores y diputados a designar ilegalmente a magistrados leales para asegurar su impunidad. Todo le salió mal y tendrá que aceptar dos consecuencias impensables: primera pasar a la historia como expresidenta y vicepresidenta en ejercicio condenada por robo y segunda, ver a sus hijos involucrados en uno de los juicios pendientes. Su hijo Máximo tiene inmunidad porque es diputado, pero su hija Florencia carece de inmunidad. Los dos figuran como beneficiarios de la estafa perpetrada.

Impunidad y corrupción en Latinoamérica

La corrupción política es una de las plagas en la política latinoamericana y en los últimos años la ola de corrupción está en la izquierda. Lula estuvo en prisión, aunque fue luego rehabilitado y volverá a ejercer el poder. En el espejo de Lula quieren verse Cristina, Correa y los seis presidentes peruanos que han sido destituidos. El presidente Pedro Castillo intentó disolver el Congreso cuando advirtió que la oposición tenía los votos para destituirle por corrupción. El golpe resultó fallido y ahora tendrá que enfrentar los cargos de corrupción y además el atentado contra la institucionalidad.

Los electores de todos los países rechazan a los políticos y castiga a los partidos eligiendo a “outsiders”, es decir gente de fuera de los partidos. En Chile, en Colombia, en Perú, los ciudadanos prefirieron elegir a desconocidos sin preparación que dar el voto a los candidatos propuestos por los partidos. Los advenedizos no están preparados para gobernar, no tienen equipo de gobierno, no tienen planes y fracasan. La regeneración de los partidos políticos es la única vía para la supervivencia de la democracia.

Las guerras de los políticos, en todos los países, por controlar la justicia y los órganos de control es para garantizarse la impunidad. El primer paso para la regeneración de los partidos es desterrar la corrupción y el segundo paso es hacer una política civilizada aceptando el pronunciamiento del pueblo y permitiendo que los ganadores puedan gobernar. La polarización ha llegado a extremos absurdos en Brasil, Argentina, Chile, Perú, Colombia y Ecuador. La única manera de superar la polarización extrema es un acuerdo civilizado, una reconciliación nacional para elaborar una Constitución válida para todos. La esencia de la política es la capacidad de diálogo para alcanzar acuerdos.

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