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Cinco lecciones de las elecciones

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Los resultados de las elecciones demostraron el vacío político en que vive el presidente, la incapacidad de los candidatos para pensar en los demás, el destino de los partidos políticos, la inutilidad de las empresas encuestadoras y el sentido común de los electores.  Estas son las lecciones que quedan para el futuro.

Foto: Gianna Benalcázar – CCQ

El vacío político del presidente

En el vacío todos los cuerpos tienden a caer y bajo la influencia de la aceleración de la gravedad que es la misma para todos los cuerpos y es independiente de la masa. Esta realidad de la física es aplicable al gobierno y a su presidente que vive desde hace rato en un vacío político y va cayendo de manera perfectamente previsible.

El vacío político del presidente se caracteriza por la ausencia de apoyo popular, de partido político, de aliados y de instrumentos para cambiar de dirección. El caso que mejor ilustra el incomprensible comportamiento político del presidente Guillermo Lasso es su relación con el partido socialcristiano. Es el único partido que intentó darle apoyo, aunque el apoyo ofrecido fue considerado por los incondicionales y después por el propio presidente, como una trampa y una traición. Después, cuando la Asamblea intentó destituirle, el único partido que le defendió y evitó la destitución fue el partido socialcristiano. ¿Quién podría entender que la única participación en la campaña electoral haya sido para ponerle bola negra a la candidata del partido socialcristiano en Guayaquil? Ahora debe estar sorprendido de su exitosa participación, que ayudó a que el correísmo se tome la ciudad de Guayaquil.

Después de las elecciones, el vacío será total. Puede resultar difícil e inservible cualquier cambio en el gabinete ministerial que avanza también por inercia, aunque en distintas direcciones. El llamado a la unidad nacional, hecho después de haber escuchado y aceptado lo que ha dicho el pueblo, luce más bien sarcástico después del trato que les ha dado a los partidos y a sus líderes a quienes ha acusado de aliados del narcotráfico, de ladrones y golpistas.

Los incondicionales dicen ahora, una vez más fatigando su propio discurso, que la salida es la muerte cruzada. Deben saber que sería imposible que gane la elección si no ha podido ganar la consulta y, por tanto, deben creer que lo mejor es que mande a su casa a los asambleístas y se vaya él también a su casa.

La incapacidad de los candidatos

La ciudad de Quito se libró de caer nuevamente en manos del alcalde destituido y condenado, Jorge Yunda. Tal vez, los electores indecisos prefirieron al académico por sobre el payaso. La tendencia de centroderecha repitió lo que había hecho hace cuatro años, dividir su parte del pastel entre cuatro dejando a los cuatro con hambre. A última hora los electores intentaron hacer lo que no hicieron los candidatos: intentaron apelar al voto útil reforzando al que consideraron más fuerte, pero se quedaron a tres puntos porcentuales de la meta.

Los candidatos hablaron de la posibilidad de unir fuerzas, pero resultó imposible. Cada uno tenía su encuesta mentirosa y basado en ella pretendía obtener el apoyo de los otros candidatos. Al final el “más fuerte” dinamitó la posibilidad de unidad lanzando una denuncia hueca en contra de principal contendor.

Cuando le preguntaron cuál era el delito que denunciaba, contestó que hacía la denuncia “para que la prensa investigue”. Probablemente tuvo éxito y conquistó votos de la tendencia que le darán presencia en el Concejo y hasta puede convertirse en el voto de oro dentro de la atomización interna. No solo la derecha fue incapaz de la generosidad necesaria para la unidad, también la izquierda pecó de los mismo y el resultado es que tenemos un alcalde con la quinta parte de los votos válidos. Pavel Muñoz tendrá que demostrar sus capacidades de negociación antes de poder demostrar sus capacidades de administración.

En Guayaquil pasó lo mismo o algo peor. Los amigos del partido socialcristiano que se consideraban destinados a ser alcalde, resentidos por no habérseles reconocido, aparecieron como candidatos en otros partidos. El resultado: dividieron su parte del pastel y se quedaron todos con hambre. Uno imagina que los chimbadores estarán arrepentidos a la vista de los resultados, pero quizá se consideran más bien exitosos porque actúan como el perro del hortelano que ni come ni deja comer. La unidad será imposible mientras los políticos piensen solo en ellos y se nieguen a reconocer al otro. Deberá establecerse una segunda vuelta en elecciones de alcaldes y prefectos.

El destino de los partidos políticos

Ganó las elecciones el movimiento político más organizado que hay en el país, el que más líderes ha preparado, el más disciplinado, el que más seguidores tiene. No cabe sorprenderse ni considerar como una desgracia. Es lo correcto en democracia. No es que a los electores no les importe la corrupción ni cosa parecida.  Sería una equivocación que el propio partido ganador crea que la corrupción no cuenta.

La Revolución Ciudadana, además de ser el movimiento más organizado, ha presentado líderes nuevos y jóvenes, lo que demuestra que tiene cuadros, tiene interés en renovar la política y tiene interés en conquistar y dar lugar a los jóvenes. Los elegidos en las cuatro provincias más grandes del país tienen que demostrar que pertenecen a otro momento de su organización, que quieren hacer una política civilizada. Lo natural y previsible sería que se mantengan a distancia de la generación de los condenados, incluyendo su líder. Que demuestren que pretenden corregir, no repetir. Que la corrupción es cosa del pasado y que reconocen los errores cometidos y están dispuestos a hacer las enmiendas necesarias.

Lo que ha pasado con el partido Social Cristiano es lo que ha pasado con todos los partidos políticos en Ecuador, envejecen, se corrompen con el poder, se dividen y desaparecen. Los vanidosos que ya probaron las mieles del poder creen que se les debe las candidaturas y si no las obtienen se van a otro partido, se resiente, se desafilian. En las últimas elecciones en Guayaquil y en Guayas el partido Social Cristiano presentó cuatro candidatos de sus filas para la prefectura, la oficial, un viejo que quería volver, un joven que quería empezar y un desafiliado. Era imposible ganar en esas condiciones. Jaime Nebot es un líder poderoso y de gran experiencia, si intenta reinventar el partido le costará mucho, pero es posible, ya tuvo un segundo aire con Madera de Guerrero.

La inutilidad de empresas encuestadoras

La medición de la opinión pública ha sido uno de los instrumentos más útiles de la política y como instrumento electoral ha sido esencial. La validez de las encuestas no está en discusión porque tiene bases científicas, pero han fallado tanto en tantos lugares que ya no merecen credibilidad.

Los errores que reconocen los responsables de las empresas atribuyen a errores de la muestra, a la supuesta existencia del voto vergonzante, el voto oculto o el engaño de los electores a los recolectores de la opinión. También se atribuye a la volatilidad del voto emocional que provoca decisiones de última hora de los indecisos y la tendencia a embarcarse en los carros ganadores. Nada de eso explica cambios tan grandes y tan súbitos como en los datos de las últimas elecciones.

Todas las encuestas le daban el triunfo en Quito a Jorge Yunda, los tracking polls y los exit polls también aseguraban eso. El conteo oficial cambió las posiciones de los candidatos, aunque las encuestadoras tienen la ventaja de que mostraban resultados tan cercanos entre los tres primeros, que estaban en un empate técnico, eso significa que, técnicamente no se equivocaron.

Es posible que en las últimas horas de la campaña se hayan producido dos movimientos del electorado que cambiaron los datos de las encuestas. El primero, que los electores que no estaban de acuerdo con el retorno de Yunda, dieron su voto por Pavel Muñoz para evitar un mal mayor. El segundo que los electores de la tendencia de centroderecha intentaron lo que no pudieron los candidatos, unirse con el que mejores opciones mostrara para conseguir la victoria. Estuvieron cerca de conseguirla. Errores como los de las encuestadoras en Guayaquil, son más difíciles de explicar porque se acercan hasta los 20 puntos.

El sentido común de los electores

Es difícil concebir una elección más difícil que la del 5 de febrero. Los ciudadanos recibieron hasta 8 papeletas con más de cien candidatos para dos funciones diferentes, para dos cuerpos colegiados y además ocho preguntas de difícil comprensión. Las decisiones más complejas eran las del Consejo de Participación Ciudadana y la de la Consulta Popular, por eso son las elecciones que más votos nulos y blancos registraron.

El Consejo Electoral no fue capaz de organizar debidamente la elección, no manejó bien la publicidad y sobre todo no controló la habilitación de los candidatos. Los partidos políticos auspiciaron ilegalmente a sus candidatos para el CPCCS y los propios vocales del Consejo Electoral denunciaron la anomalía que podía llegar a la descalificación de los candidatos, pero no hicieron nada y se guardaron las denuncias en la presidencia del Consejo. No existen denuncias graves de fraude, solo un candidato para el CPCCS ha prometido presentar pruebas de un fraude electoral.

Los ciudadanos demostraron que tienen sentido común, acudieron a las urnas y expresaron claramente su voluntad valiéndose solamente del sentido común para orientarse en el batiburrillo político que resulta de leyes que no se cumplen, autoridades negligentes, propaganda mentirosa y candidatos descalificados. La situación resultante de las elecciones no es culpa de los electores sino de los candidatos, los partidos, las autoridades y los líderes. El castigo que ha sufrido el presidente Guillermo Lasso llevará a niveles críticos la inestabilidad del gobierno con repercusiones inevitables en la economía. Pronto empezará la campaña presidencial y será lo único capaz de garantizar la permanencia del gobierno. La muerte cruzada solamente aportaría caos y más pérdida de tiempo en malabarismos políticos lugar de atender los problemas de la gente.

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