La corrupción explicada
Compartir

La corrupción generalizada puede modificar la ética de una sociedad, convirtiéndose en folklore. Un análisis.

¿Cómo defendernos de las acusaciones de que la cultura ecuatoriana es corrupta por naturaleza? De hecho, ¿está usted, lector, seguro de no pertenecer a un folklore podrido? En estos tiempos negros, estos cuestionamientos se nos hacen indispensables; si la cultura estuviera deshecha, luchar contra la corrupción sería remar contra corriente, librar una batalla de antemano perdida.
La respuesta nos da el Premio Nobel Gary Becker. Fue galardonado por haber descrito comportamientos humanos a través del análisis económico. En su libro Crimen y Castigo (mismo nombre que la obra maestra de Dostoyevski), demuestra que los individuos computan dos variables para decidir si delinquen o no. La primera variable es la intensidad del castigo; es decir, qué tan grave es la punición que se recibiría. La segunda variable es la probabilidad del castigo; es decir, qué tan seguro es que se llegue a concretar el castigo.
Llega a una conclusión extraordinaria. La segunda variable tiene mucha mayor importancia que la primera. En otras palabras, los individuos tienen mayor elasticidad respecto a los volúmenes del castigo -aceptan un mayor rango-; mientras que, son más sensibles a la hora de no tolerar posibilidades de castigo.
Pongamos un ejemplo, aunque en un país se penalice los delitos sexuales con pena de muerte, si un violador conoce que es poco probable que se le castigue -porque puede coimar a la policía o que los jueces son sobornables- entonces violará. Mientras que, si la pena fuera de dos años pero el sistema fuese tan exacto y eficiente que ese individuo tendría la certeza absoluta que se le encontrará y castigará, el resultado es que no delinquirá.
Ecuador es un país maravilloso, con una cultura rica y diversa que me enorgullece, pero en el sistema que hemos montado las probabilidades de castigo por la corrupción son minúsculos. No se castiga. Fraude electoral comprobado en el 2019, nadie castiga; fraude electoral masivo en el 2023 comprobado, una sola persona pierde su puesto (esto no es sino un castigo residual). ¿Por qué nos sorprendemos del comportamiento de los partidos?
El sistema de impunidad descarado, eso es lo que está detrás del tifón de corrupción, no nuestra cultura. No obstante, si debo advertirlo, a largo plazo, considero que la corrupción generalizada puede modificar la ética de una sociedad, convirtiéndose en folklore. En ese caso, ¡sálvese quien pueda!