Los jóvenes en la economía de datos
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Una de las salidas para enfrentar el desempleo es ayudar a los jóvenes a estudiar. Aquí una propuesta concreta.

Según estadísticas de la Senescyt, se han registrado 594 106 matrículas en universidades y escuelas politécnicas, frente a los 5 151 323 de personas que se encuentran sin trabajo.
Entre la falta de acuerdos y el populismo de la mayoría de líderes políticos, las posibilidades de generar empleo son desalentadoras. ¿Qué hacer? Una salida son las becas para maestrías con manutención para miles de profesionales que ahora no pueden conseguir empleo. Eso proporciona dos años de respiro a las familias, provee de esperanza y prepara una masa cognitiva para afrontar la transformación social que viene con la infotecnología y la economía de datos.
El total de becas nacionales otorgadas para maestrías, en el 2017, es de 39. En serio, 39. Peor aún, en el 2018 bajó a 21.
Las becas para pregrado, hasta octubre de 2018, fueron de 4 114, que se acerca al total de becas que corresponde a 5 043, en el que se incluyen 5 becas para doctorado y 769 para el nivel técnico y tecnológico.
¿Por qué es importante el posgrado? Se puede argüir que más importante que el pregrado son el nivel técnico y tecnológico que permite acceder a un empleo. Pero hay dos errores en esta argumentación.
Primero, la caída del empleo; segundo, el tipo de empleo que demanda la sociedad de los datos.
Los títulos de tercer nivel, registrados hasta noviembre de 2018, fueron de 1 426 918, con un mayor porcentaje (56%) para las mujeres. Mientras que de cuarto nivel es de 302 823 títulos. Es decir, quedan 1 124 095 profesionales que no acceden al posgrado, entre varias razones posibles, sin duda, está la falta de empleo que limita la capacidad de pago.
A propósito de justicia, equidad y levantamiento indígena; los datos por autoidentificación étnica resultan comprometedores: 5 510 de profesionales se consideran indígenas; mientras que afroecuatorianos 7 775. Apenas el 0,11 % del total de profesionales y que, además, no tienen un posgrado. El círculo es evidente, menor nivel de estudios es proporcional a menor empleabilidad y remuneración; situación que se ‘hereda’ a las siguientes generaciones.
El segundo error es catastrófico y tiene que ver con la pregunta acerca de la utilidad de una maestría. La respuesta: los datos tienden a substituir al dinero, base del capitalismo financiero. Para explicarlo mejor: intente la búsqueda de transporte (aéreo o terrestre) junto a la reservación de hotel para un viaje internacional, el tiempo que se destina a evaluar precios y opciones no se compara con los resultados. Este proceso sencillo se denomina emparejar decisiones con las mejores ofertas y lo puede hacer mejor un sistema informático que procese nuestro historial de preferencias a través de algoritmos inteligentes.
Un mercado rico en datos afecta a todas las formas de interacción humanas, por ejemplo, en la educación se pueden emparejar mejor las decisiones de universidades, asignaturas, docentes, horarios y modos de enseñanza. Qué decir de la importancia de esto para la gobernanza, la salud o la agricultura.
En esta nueva configuración social, saber procesar datos es una necesidad humana y una estrategia de país. Según la redacción de Criterios, nuevos empleos provienen del análisis de datos; experiencia de usuario, desarrollo de software, transformación digital, Go to market y todo el ambiente de comunicación digital asociado a los datos.
Las maestrías son el campo de experimentación e innovación interdisciplinar necesarios para enfrentar este reto, en una economía de datos se requieren equipos de diferentes disciplinas y habilidades, individuos con capacidades flexibles y abiertos a varios campos de conocimiento. Pero, según las cifras, en Ecuador no. Aunque todavía no existe información oficial, se habla de una reducción del presupuesto a las universidades públicas de alrededor de 30%. Pese a que ya para el 2016, la matrícula en universidades públicas correspondía al 57,84%.