Ecuatorianismos: La evocación del académico Carlos Joaquín Córdova. Parte 3
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La Directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua elabora un amplio análisis sobre el diccionario que se acerca a las raíces más íntimas de nuestra forma de hablar, elaborado por el lexicógrafo más reconocido del Ecuador. Esta es la tercera parte.

Nosotros, descendientes de españoles e indígenas, hablamos una lengua que ostenta la nobleza del mestizaje. Nuestro español aderezado de quichuismos, contiene la determinación, arrojo y osadía del español peninsular y la delicadeza que deriva en timidez -¡cuánto de historia cabe en esta reflexión!- del espíritu quichua. Nuestra habla es un ámbito cuyas posibilidades de significación y combinación, producción de imágenes, elusión y sugerencia es, tanto un instrumento de producción poética como de rica y fina comunicación cotidiana.
Tiempos hubo en que, en familia y escuela, se exigía que habláramos y, sobre todo, que escribiéramos en el español peninsular; al evitar el habla coloquial, nuestras redacciones eran ‘correctas’, pero poco auténticas. Se nos corregía y pulía la pronunciación de la erre, la de la ye, la de la elle; -no podíamos comernos consonantes finales ni vocales. ¿Permitir que en nuestra conversación con los mayores se deslizaran quichuismos; que saltaran como gazapos, palabras o expresiones de esta antigua lengua? Nuestro mestizaje, que se negaba en la vida, había de negarse también en la lengua. Pero como en el habla oral resultaba imposible eludir irremediables quichuismos, se prohibían en la escrita fuera de ella, los: le mandaron sacando; me dejó diciendo; los dame trayendo, da escribiendo, me dio redactando, atenuación del imperativo directo que se vuelve adelgazado ruego, tan expresivo de nuestra idiosincrasia. Si pedimos a la empleada doméstica: -María, tráigame un vaso de agua, ella intuirá: –Algo le pasa a la señora, está bravísima. Pero si decimos –María, (o Mariíta), deme trayendo un vaso de agua, no sea malita… atenderá sin reserva al llamado de sintaxis y significado trastornados, y ‘enternecidos’ con el diminutivo.
El gran filólogo y académico Humberto Toscano señala este uso como ‘característico del habla coloquial ecuatoriana, sobre todo en la Sierra. Conforme se desciende en la escala cultural y social de la Sierra’, ‘nuestra habla va, día tras día, llenándose de diminutivos’ (opinión a la que se adhiere Córdova): Ahorita, por ‘ahora mismo’; Ya mismito, por ‘inmediatamente’; Lueguito vengo, por ‘dentro de un rato vengo’. Si el dinero del comprador alcanza a pagar el producto que imaginó más caro, expresa: Ve, ¡solo cuatrito ha costado! Y existe el que llamamos ‘diminutivo agradecido’ con el cual los campesinos indígenas se refieren a los productos de la Tierra: las papitas, las habitas, el arrocito, el morochito, modo sutil, respetuoso y lleno de amor con que se relacionan con la madre Tierra, intimidad exaltante en esta hora de despojo ecológico.
Giros quichuas de gran eficacia comunicativa penetraron en nuestra habla: Amarcar por ‘tomar en brazos’ o ‘apadrinar en el bautismo’: guagua ‘niño tierno’ (fray Domingo aclara que el uso de guagua era exclusivo de la madre para nombrar a los hijos); huiñachishca, ‘hijo adoptivo’; guambra, ‘muchacho’; chuso ‘pequeño’. Híbridos quichua-español como caballo chupa, nombre de una planta medicinal; chimba-calle ‘calle del otro lado del río’; chaqui-ñán‘camino de a pie’; Limpio-pungo, ‘puerta limpia’; chacra, ‘sementera pequeña’, huasipungo, huacho…
Nuestra cocina mantiene gran cantidad de quichuismos: el locro, el timbushca, los llapingachos, las choclotandas, el caucara, el champús, el sango, la chuchuca, el mote, el chulco, la mashca, etc. El ají rocoto, la chicha de jora. Existen muchasseudomorfosis quichuas: Hablar significa ‘comunicarse con palabras’, pero también ‘reñir’ o ‘reprender’: Rompiste el vaso, mamita te ha de hablar; hablar atrás es ‘murmurar’;llevar significa ‘llevar’ y ‘traer’; el ocioso es un come de balde. El abuelo es el papá grande (jatun yaya). El dedo pulgar, dedo mama, y una canica grande, bola mama; la gran cuchara de madera es la mama cuchara o cuchara mama.
Volvamos a las razones que Fray Domingo aduce, ante Felipe II, para haber escrito su Grammatica, Arte o Artecillo [nótese este diminutivo]:
Mi intento pues principal al ofresceros este Artecillo ha sido, para que por el veays, muy clara y manifiestamente quan falso es lo que muchos os han querido persuadir, ser los naturales de los reynos del Perú barbaros & indignos de ser tratados con la suavidad y libertad que los demás vasallos vuestros lo son. Lo qual claramente conocscera V. M. ser falso, si viere por este Arte, la gran policía [‘buen orden, limpieza’] que esta lengua tiene, la abundancia de vocablos, la conveniencia que tiene con las cosas que significan. Las maneras diversas y curiosas de hablar. El suave y buen sonido al oydo de la pronunciación della.