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La producción literaria en el Ecuador aumenta

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La producción literaria en el Ecuador ha crecido en los últimos años. La convivencia con el digital es una realidad y fomentar una cultura literaria todavía es una deuda pendiente.

Foto: @jcomp – Freepik.es

Es evidente que el acelerado ritmo de la tecnología ha puesto en juego la producción literaria impresa, por lo que el sector editorial del país, encabezado por Oswaldo Almeida, plantea que el fomento de la lectura, más allá de una política de Estado, debe radicar en la voluntad y convicción de que “un pueblo culto es un pueblo que progresa”.

Según cifras de la Cámara Ecuatoriana del Libro (CEL), encargada del registro de títulos y ejemplares del sistema internacional ISBN (International Standar Book Number), la producción editorial creció notablemente entre 2017 y 2018. Casi dos millones más de ejemplares se produjeron en ese año. Con esto concuerda la escritora ecuatoriana Ana Minga, quien sostiene que «en el último tiempo la producción ecuatoriana literaria en general es abundante y, dentro de ella, ya se puede juzgar-escoger qué trabajo llega a la categoría de obra y a cuál le falta madurar”.

Para la escritora, este trabajo se ha dado gracias a un impulso individual, cada creador ha querido romper con sus propios límites e incluso los territoriales. «Hay una necesidad muy justa de los creadores por dejar ver sus obras más allá del Ecuador», dice. Y destaca sobre el trabajo individual ya que según ella, el apoyo a la cultura institucionalmente es precario, burocrático y lleno de amiguismos. 

Según datos de CEL, los libros de interés general y los didácticos llevan la delantera, frente a los libros científicos, técnicos y profesionales que se reducen significativamente al igual que los libros religiosos. Cabe destacar que la diferencia de publicaciones entre universidades públicas y privadas no es mayor, a pesar de que esta última lleva la delantera. Antes esto Minga dice que, dentro de esa abundante literatura, hay que tomar en cuenta a los creadores que no están en el llamado canon literario. «En ese sitio de confort no creo que se puede crear, hay que estar un poco al margen», dice. 

Entre los libros con más títulos están los de literatura infantil, la novela ecuatoriana, artes creativas, poesía y estudios sociales para niños. El registro de estos títulos es en su mayoría por primera edición. En este sentido, también han crecido las casas editoriales, desde 2014 el número ha aumentado llegando a 646 en el 2018.

Por otro lado, más allá de la producción está la cultura literaria de los ecuatorianos. «La Literatura para mí es un vicio, por lo que hay que hacer que más personas caigan en ese vicio», dice la escritora ecuatoriana. Y para fomentar la lectura plantea: sugerir libros, realizar charlas, talleres, encuentros, y, si alguien tiene un espacio de poder, lo puede ejercer para que su alrededor lea más, se sensibilice más. «Creo que nuestro papel -como escritores- es pinchar al otro para que ingrese con curiosidad al mundo de la literatura».

Sin embargo, el migrar del papel al digital también ha tenido su impacto. Pero para Minga esta nueva manera de relacionarnos nos obliga también a estar en el mundo de lo digital y considera que en el Ecuador aún se aprecia el libro impreso y el ritual de su lanzamiento, cuando en otros lugares solo se publica el libro en digital. «Creo que debemos estar en los dos mundos y no creo, más allá de una idea romántica, que se vaya a perder el libro impreso y las grandes y maravillosas bibliotecas que hay en el mundo. Además el libro impreso puede ser un objeto-reliquia con mucho significado emocional», asegura.

Después de que Minga publicó su quinto poemario La Hora del Diablo, la inspiración le pide más papel. Cuenta a este portal que ahpora ella se adentra en el relato corto, como una antesala a la novela. «La poesía me ha dado mucho y es un género que debe sobrevivir a la misma tendencia de la literatura que es lo narrativo. Para escribir poesía hay que tener mucho valor porque exige precisión, disciplina, inspiración y talento. Es como colocar todo el mar en un solo verso. Si me llega ese impulso pues paralelamente escribiré poesía y narrativa, pero en la actualidad estoy con el papel más amplio, quiero contar muchas historias que no merecen el olvido».

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