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Cristóbal y su obra deambulan en el mundo del color

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Cristóbal

Cristóbal ha construido su camino entre colores, perspectivas y la docencia. Lleva más de 30 años reencontrándose con la pintura.

Cristóbal
Fotos: Gianna Benalcázar – CCQ

Cristóbal González Guzmán es un ser humano que lucha día a día para ser una mejor persona, mejor profesor, mejor pintor, por ver un mundo más pacífico. “Sobrevivo, tengo días buenos, días malos. Varío como todos”.

Hace más de 30 años empezó su relación “amorosa” con la pintura y, aunque Cristóbal asegura que aún se siguen descubriendo, es clara su pasión por el arte. Su hogar -lleno de color y de magia- lo refleja. Desde la entrada hasta el último rincón de su casa aguardan pinturas de distintos tamaños, formas, colores y sensaciones. Cada una tiene una vibra y un mensaje distinto.

“Todas las veces que pinto es como un nuevo encuentro. Pero si queremos ser exactos, lo mío es una situación particular porque yo no tengo estudios formales en pintura, pero desde que nos conocimos se creó una conexión que ha sido maravillosa. Estamos vinculados de una forma que somos una sola persona”, dice Cristóbal, quien además describe a la pintura como su amante, “así de importante es para mí”.

El arte para mí ha sido siempre una tabla de salvación. Me ha salvado de las tragedias más difíciles. Ha sido la pintura la que ha estado junto a mí, la que me ha motivado a seguir adelante, por eso nunca podría dejar de pintar”.

Cristóbal González Guzmán

Con el paso de los años se ha ganado el reconocimiento como colorista y, ¡vaya que el color es parte de su estilo! Sin embargo, durante la pandemia su trabajo tuvo un giro. “Estuve trabajando en unas plumillas en blanco y negro, fue muy interesante dejar el color de lado y descubrir nuevas cosas. Fue maravilloso sentir que son dos colores muy fuertes”.

El color es muy espontáneo, así como el olfato, el gusto o el tacto. Si te gusta, te atrae o no. Entonces, el color llega a la persona que lo está mirando así, sin filtro. “Ahora, uno pensaría que pintar con colores es fácil, pero no es así. El color puede ser un arma extremadamente mortal. Puedes acabar con una obra en tres patadas como no, puedes salvarla. Es un juego muy arriesgado y se va desarrollando con el tiempo”.

Cristóbal es un pintor que, sin duda lleva a cabo procesos estrictos al momento de pintar como: no tener distracciones, concentrarse al máximo, controlar sus tiempos, entre otras, pero también es claro al decir que no es un pintor adicto a la perfección. “Yo distorsiono. Para mí el dibujo realista o clásico no va con mi estilo. Me gusta desdibujar y, si para eso debo ponerle un ojo más grande a una mujer, no me importa”, dice, pues son sus percepciones de la realidad.

Cristóbal

Un humanista detrás del lienzo

La condición humana es parte de él, de su interés. Su concepción de la paz no va por la idea nostálgica de Gandhi, pero sí como una posibilidad de vida. “Yo pienso que lo que pasa en África, me pasa a mi también. Si muere alguien en Ucrania, muero yo. Me afecta. Me considero un humanista de la naturaleza porque hemos palpado y tenido remezones de la naturaleza que nos dice ¡Ya basta!”. Eso no lo convierte en un ser especial, pero sí -el llegar a desarrollar esta condición- lo acerca un paso más a ser más humano.

Fuera de su zona de confort

Entre risas, Cristóbal piensa en aquellos factores que lo sacan de su zona de confort y, pese a mencionar algunas como la inconsecuencia de la gente, es el abandono el que refleja en sus ojos un lugar oscuro. Un lugar de dolor. “Desde pequeño tengo un serio problema con sentirme abandonado. Me es muy difícil eso”.

Una dura revelación… pero sus ojos, de pronto, recuperan su brillo cuando habla de su docencia. “Yo enseño arte en el Colegio Americano de Quito, que es un lugar especial para mí, porque yo estudié ahí.  Este es un aspecto muy importante en mi vida, porque estoy en un momento en el que me siento listo para dar lo poco o mucho que sé, pero a la vez es contradictorio porque las personas adultas -en este mundo- como que se convierten en una piedra en el zapato, vivimos en un mundo que se lleva por la rapidez, la tecnología y en el movimiento”.

Cristóbal

No podría tener dos amantes a la vez…

La pintura y él son uno solo, pero en el camino de Cristóbal la poesía también juega un papel importante. “Algún rato quisiera escribir, no sé cuándo porque soy muy radical en eso, no podría tener dos amantes a la vez”. Quizás esto corre -también- porque Cristóbal atraviesa un buen momento en su vida y la poesía surge de él cuando la tristeza lo ensombrece… así como pasó hace 13 años con la partida de Martha. Cristóbal, después de luchar con una enfermedad y ayudarle a vivir, esperó poder volar lejos de la jaula, “pero me acostumbré tanto a ella que regresé”. Su esposa ahora vive en sus recuerdos y en sus pinturas.

Hay algo en lo que quiero ser enfático. Me parece inaudito, inadmisible y vergonzoso para la Alcaldía de Quito que el mural de Luigi Stornaiolo esté siendo retirado de la ciudad. ¿Cómo puede ser posible que a un artista consagrado como él, premio Nacional Eugenio Espejo, que es admirado y respetado, se le retire ? ¿Con qué criterio?

Cristóbal González Guzmán

Entre sus amores, hay uno que no puede tocar, pero sí sentir. En las mañanas, con un café que inunda el lugar, Cristóbal se sumerge en la bruma que lo visita cada mañana en su ventana con una espectacular vista a Guápulo. Un momento íntimo entre Cristóbal y la bruma es más una admiración que inspiración. “Yo soy un artista que no piensa que va a venir una musa a inspirarme y me voy a elevar. Yo creo en el trabajo, la pasión y la dedicación que debemos tener todos los días para hacer arte, en este y otros países”.     

Una curiosidad sobre Cristóbal. “Yo solo escucho música los fines de semana. Soy un poco excéntrico en ese tema, mi canción favorita es Un Lobo en París”.   

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