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Educación: la posibilidad de transformar un pequeño mundo

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Aida Paredes empezó su emprendimiento en el mundo de la educación para darse cuenta de que no era solo un negocio, sino una oportunidad para transformar vidas.

Foto: Gianna Benalcázar – CCQ

Una educación de calidad es una puerta que abre oportunidades, genera desarrollo pleno en las personas y mejora sus condiciones de vida a largo plazo. Es un factor que afecta directamente al progreso de la sociedad y por ello se considera uno de los objetivos de desarrollo sostenible para transformar el mundo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura UNESCO.

World Vision Ecuador destaca que la educación de calidad es el primer paso para erradicar la pobreza, ya que permite el desarrollo personal de los alumnos y alumnas, reduce las desigualdades y crea una sociedad más preparada.

Aida Paredes, anhelaba cumplir el sueño de su madre e invirtió su primera liquidación en un jardín de infantes, pero al sumergirse en este mundo, el sueño de aportar en la educación se hizo propio y empezó a verlo como una posibilidad para la transformación social. “El momento en que uno se siente vinculado con los niños y sus necesidades, cambian los objetivos y llegas a entender que el maestro es transcendental en la construcción social de la vida de un niño”

Aida empezó la institución con 5 niños y 8 maestros, sin medir el riesgo y con el anhelo de emprender; hoy lleva 26 años como directora general de la Unidad Educativa American Basic Reuven Fuerstein en Sangolquí. “La parte educativa de los niños va mucho más allá de querer producir, es transformar vidas. Me di cuenta de que lo principal que debía cuidar era el talento humano, que los maestros estén vinculados con la necesidad del ser”, destacó.

La educación consiste en más que la transferencia de información del docente al estudiante, tiene que ver con el desarrollo cognitivo, emocional, personal y social de los alumnos mediante un debido proceso de enseñanza. Según una nota del Diario El Comercio, en Ecuador hay una pérdida de aprendizaje de 1,8 años. En matemáticas y lengua, el rendimiento de los alumnos está por debajo de los niveles mínimos aceptables. Este es solo uno de los cuatro retos que afronta el sector educativo en el país.  

Reimaginar la educación

Aida es ingeniera comercial y se enfrentó al reto de entender el mundo educativo, porque tenía un pensamiento administrativo-productivo y miraba a la escuela como una fábrica; sin embargo, su pasión por la educación y por ofrecer lo mejor a sus estudiantes la motivaron a prepararse para comprender el lado humano y social.  

Su inconformidad y curiosidad la llevaron a replantear la metodología de enseñanza de la institución y hace 16 años implementó la ruta de la oralidad, una metodología que está fundamentada en las escuelas lectoras planteadas por Soledad Mena, sobre la base del sistema fonológico. Esta metodología es una forma diferente de enseñar, en la que se considera a la escuela como una comunidad de gente que aprende los unos de los otros. “Según lo plantea el educador y escritor Ken Robinson, enseñar es un arte, entonces, nosotros reimaginamos cómo lograríamos que los estudiantes sean usuarios de lo que aprenden y consumidores de lo que quieren aprender” mencionó Aida.

Según Claudia González, máster en Psicopedagogía basada en neurociencia, existen dos factores de gran influencia en el aprendizaje: la motivación y la atención. Para aplicar un buen método de enseñanza-aprendizaje se debe partir de la evaluación de los perfiles de aprendizaje de los alumnos y adaptar los temas curriculares a los mejores canales para transmitir ese conocimiento. “El docente debe ser creativo. La enseñanza se imparte, no como el docente piensa que es mejor, sino pensando en lo que sus estudiantes necesitan”, apuntó.

En la Unidad Educativa American Basic se llevan a cabo proyectos interdisciplinarios cuyo fin es poner en diálogo a las diferentes disciplinas. Se dividen en conjuntos de competencias como: lenguaje, historia y geografía; y matemática, física y química. Geoconda Ramos, madre de familia de la unidad educativa, mencionó que esta nueva metodología de enseñanza ha dado frutos en su hijo. “El slogan de la escuela es educación con amor y se ve el apoyo de la directora, así como de los docentes en el aprendizaje de los alumnos. Los niños aprenden mediante un grupo de disciplinas, conocen diferentes realidades e interactúan con compañeros de diferentes edades y capacidades”, dijo.

Claudia González explica que este es un método de aprendizaje funcional en el que se indica el paso a paso para aplicar el conocimiento en el diario vivir. A diferencia de la asignatura, una disciplina cultiva el aprendizaje, respetando el ritmo del estudiante para que absorba lo que más le interese y le sirva, por lo tanto, presenta una motivación de base y eso facilita el proceso.

Compromiso de todos

La educación comprende el compromiso de un equipo conformado por el docente, el padre o la madre de familia y el estudiante. Claudia González destacó que los padres tienen que motivar en sus hijos un aprendizaje constante y, además, brindarles un sistema familiar adecuado: alimento, cuidado básico, techo, abrigo, útiles escolares y demás. Por otra parte, los docentes son los encargados de impartir el conocimiento, pero también de acompañar el proceso de aprendizaje y facilitar la socialización de los estudiantes ya que conocen su día a día.

La responsabilidad de cada uno de los actores del sistema educativo permite el correcto desarrollo del aprendizaje en los estudiantes y Aida tiene en claro el objetivo que impulsa su unidad educativa: construir una sociedad diferente, no salvando al mundo, sino marcando un cambio en el pedacito de sociedad que le tocó.

Los retos que Aida ha enfrentado han sido varios, pero siempre estuvo consciente de que, si los profesores no contaban con su remuneración, no tenían la responsabilidad de dar lo mejor de sí. Mediante diferentes propuestas y actividades, la institución tuvo que sostenerse económicamente y no paró frente a la dolarización, el cierre de instituciones particulares o a la pandemia.

Según la UNESCO, el cierre de escuelas en América Latina impactó no solo el aprendizaje, sino también la nutrición de los niños, la vida familiar y los ingresos de los docentes. En Ecuador, un país donde la educación virtual todavía era incipiente, el paso de las clases presenciales a las plataformas digitales fue un desafío para las familias, los estudiantes y docentes. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF apuntó que 120.000 estudiantes pasaron a la educación pública debido a las dificultades económicas de sus familias en el 2020.

Aida tuvo que aprender sobre redes sociales y plataformas de las que nunca había escuchado. A diferencia del resto de instituciones educativas, mantuvo la jornada completa y la dividió en proyectos disciplinares acompañados por recesos.

Frente a la preocupación de los docentes por la disminución de horas laborales y, por ende, la reducción de su sueldo, Aida no negoció el nivel académico de la institución y rehusó acogerse a la denominada Ley Humanitaria. “Nos jugamos el todo por el todo. Las realidades eran variadas y recuerdo que abrimos un mercadito en las instalaciones de la institución para que los padres de familia que se quedaron sin trabajo puedan vender algo con la condición de que distribuyan el dinero para su casa y para la pensión” mencionó Aida, quien pese a la difícil situación pudo generar oportunidades y captar más alumnos en su institución.

Una puerta abierta

Como apasionada de la educación, Aida siempre ha buscado capacitarse para mejorar la institución, en esa búsqueda, fueron varias las puertas que se le cerraron. “Antes había participado en proyectos o concursos, pero me negaban la oportunidad de avanzar por mi edad. Se me ha ido la vida y no me he dado cuenta”.

Cuando la aceptaron en el proyecto We3A estuvo muy agradecida por la oportunidad y la aprovechó al máximo. “We3A ha cambiado mi forma de pensar en la parte administrativa. Ahora valoro todo lo que he hecho, he puesto orden a las cosas y tengo un objetivo claro. Me enseñaron a armar el camino, porque sabía qué quería, pero no sabía cómo hacerlo”, dijo Aida.

Actualmente, la Unidad Educativa American Basic Reuven Fuerstein cuenta con 362 alumnos, desde inicial 1 hasta 3ro de bachillerato y tiene 22 colaboradores. La visión de Aida es tener un local propio, autosuntentable, de economía circular y donde prevalezca el valor familia con niños autocontrolados que aprendan a tomar decisiones.  

“Somos seres productivos y la producción implica riesgos que no nos deben frenar, sino que deben motivarnos a construir. Emprender no solo es para uno mismo, significa que podemos generar fuentes de empleo”.

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