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Covid-19 en Ecuador: un régimen sin capacidad de respuesta

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Es tiempo de replantear prioridades. Debemos estar listos y fortalecer la democracia para mejorar la gobernabilidad del país y enfrentar a las causas del malestar social y la crisis económica que están por venir.

Foto: José Vargas – Flickr Presidencia de la República

La pandemia del nuevo coronavirus ha desencadenado una crisis socioeconómica sin precedentes, con consecuencias también en lo político. Los ciudadanos  hemos observado a presidentes en el mundo con capacidad de decisión y liderazgo, y también a aquellos que con miopía e ineptitud, han puesto en peligro a sus poblaciones en la mayor crisis que esta generación ha experimentado.  

En Ecuador, la pandemia agrega presión al debilitado liderazgo de Lenín Moreno y su gabinete; a la incapacidad manifiesta para la organización y el orden; el manejo de datos; y, un sistema de salud en crisis. Los indicios de corrupción en la compra de insumos en el IESS; las quejas trasnochadas de la anterior Ministra de Salud respecto al no otorgamiento de fondos para atender la crisis, la dirección de la Secretaría de Gestión de Riesgos en manos de una persona cuya profesión es lejana a la función que desempeña, y hoy el manejo de  cadáveres, son apenas ejemplos que desnudan nuestra emergencia. 

Se emprendió una batalla sin instituciones, desempleo, pobreza, petróleo a la baja, salud pública saturada, y sin cultura ciudadana. Esto, me adelanto a afirmar, complicará aún más la gobernabilidad para Lenín, especialmente, luego de las paralizaciones y la violencia de octubre 2019. No es extraño ver mensajes en redes sociales que piden “palo y garrote” para los incumplidos; rechazo al traslado de pacientes de un hospital a otro, y también hay quienes admiran y añoran sistemas autoritarios y castrenses para controlar a los civiles; posibles efectos secundarios de la angustia y el confinamiento, que hacen que algunos pongan en duda los principios más elementales de los derechos humanos y del derecho humanitario, y propongan alternativas grotescas a la democracia, durante y después de la crisis. 

En los próximos días, se deberá resolver el conflicto de cuánto más prolongar la paralización de economía, dilema al que también se enfrentan varios países. Por supuesto, la dificultad de implantar medidas de “Quédate en casa” en poblaciones que viven en situaciones de pobreza y pobreza extrema; porque si bien, el Covid-19 supone un desafío para las familias, esto se profundiza en las que ya viven en emergencia.

La pandemia nos obliga a replantear las prioridades familiares y también a nivel de país. A soportar una vez más un sistema de ajuste para proteger a los más vulnerables. La situación merecerá un paquete de estrategias y planes de subsidios o incentivos tributarios para ayudar a los afectados por la parálisis de la cuarentena. La agenda deberá incluir planes de modernización y de profesionalización para el trabajador informal, uno de los puntos más débiles en la crisis, pues ha quedado evidenciado que allí radican dificultades adicionales para acatar medidas de  distanciamiento social y por supuesto ausencia completa de prestaciones sociales. 

Paradójicamente, parece que el coronavirus servirá de test para este gobierno y también para los políticos venideros. La población ya ha visto el caos detrás de una figura presidencial negligente y sin instituciones que lo respalden.  Los invito a reflexionar y a rechazar los cantos de sirena de regímenes y figuras autoritarias. Debemos estar listos y fortalecer hoy más que nunca la democracia, para mejorar la gobernabilidad del país, y enfrentar a las causas del malestar social y la crisis económica que está por venir. Que el Covid-19 nos lleve a revalorizar el rol del Estado y de los liderazgos positivos en tiempos de paz, pero también en tiempos de temor e incertidumbre.

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