Las razones de la migración: vuelven a salir los ecuatorianos…
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Las historias de migración de los ecuatorianos no han acabado. La pandemia causó una nueva ola. Pero hay una historia detrás. Lea este análisis.

54 543 ecuatorianos fueron detenidos o deportados en su intento por cruzar la frontera de EE. UU. durante el 2021, según 1800migrante.com, una organización que trata de ayudar a los migrantes en la ciudad de Cuenca. Además, señala que hay un incremento del 400% en relación con el 2020.
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El punto de quiebre fue la pandemia del coronavirus, con la restricción y encierro de las personas, provocando la quiebra y cierre de muchas empresas en el 2020. En el 2021, alrededor de medio millón de personas perdieron su trabajo formal en el Ecuador. Muchos migrantes se han endeudado con redes formales o informales de migración para hacer viajes aéreos de Guayaquil a México y luego, en camión y autobús hasta ciertos puntos cercanos a la frontera y el último tramo a pie, para ingresar irregularmente a EE.UU..
Estas historias son frecuentes, desde finales del siglo XX hasta la actualidad, en provincias como Azuay y Cañar, fundamentalmente en las zonas rurales. Muchas localidades se van quedando sin pobladores, especialmente jóvenes, que se contactan con “coyoteros” (tratantes de personas), a los que pagan entre USD 15 000 a USD 18 000 para viajar a México y luego alcanzar la frontera con EE.UU. por pasos ilegales. Se recuerdan las imágenes de un coyotero lanzando desde el muro a dos niñas ecuatorianas, detectado por cámaras de seguridad de la oficina fronteriza estadounidense.
En los últimos ocho meses se ha dado un comportamiento inusual en la salida de personas desde el país. El ministerio de gobierno informa que 56 390 ecuatorianos que salieron entre enero y mayo no regresaron. Es la cifra más elevada desde 2017. 85% de ellos permanecieron en México para tratar de llegar a EE. UU. Desde México no volvieron 30 117 y desde territorio estadounidense 18 313, según datos del ministerio. Las razones de la migración son los problemas económicos y sociales provocados por la pandemia.
El gobierno de Guillermo Lasso tiene el reto de generar políticas para frenar este éxodo. “El único mecanismo es la reactivación económica. La gente se va porque no tiene trabajo, el desempleo subió un punto y 7 de cada 10 no tienen un empleo formal”, según Homero Castanier, viceministro de gobierno.
Pero, a muchos migrantes estos ofrecimientos no les convencen. Los que han logrado ingresar irregularmente a los EE. UU. señalan que, apenas con unos meses de estancia y trabajo en ese país, pudieron cancelar todas sus deudas. Algo que, según dicen, en el Ecuador no es posible.
En la provincia del Azuay y en Quito y Guayaquil se puede ver, estos días, largas filas de personas en dependencias del registro civil y la cancillería, buscando obtener los pasaportes para intentar el “sueño americano”. Mientras esperan, cuentan sobre personas desaparecidas y muertas en la riesgosa travesía por pasos fronterizos. Solo entre el 1 y el 24 de junio 8 133 personas obtuvieron el pasaporte en las oficinas regionales cuencanas. Antes de la pandemia eran 3 000 documentos al mes.
Muchos dicen que van a México por turismo y para visitar a la virgen de Guadalupe, pero no es cierto. “Se percibe que quieren migrar”, cuentan los funcionarios de la oficina consular mexicana en Ecuador. Por eso, el gobierno de López Obrador volvió a imponer el visado a los ecuatorianos que viajen a ese país, colapsando las instalaciones de la embajada en Quito. Los viajes al territorio azteca se volvieron frecuentes desde el 2018, cuando México suprimió la visa como requisito para ingresar a ese país. Pero, a partir del 4 de septiembre, volvió a ser obligatorio.
Las motivaciones para viajar
¿Qué determina o fuerza a las personas a salir de su país de origen, dejando todo atrás, sin pensarlo? Aunque el fenómeno de las migraciones es tan antiguo como la existencia humana, hablar de migración es entender cómo se construyeron las sociedades en el mundo, por flujos de personas que, por diversas circunstancias, dejaron sus países de origen buscando establecerse, trabajar y formar nuevas comunidades en los países de destino.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el fenómeno de la migración se remonta a la antigüedad, porque el ser humano siempre se trasladó buscando mejores condiciones de vida. Muchas personas buscan trabajo o nuevas oportunidades económicas y otras poder reunirse con sus familiares o estudiar.
Éstas, se puede señalar, son características normales del fenómeno. Pero, la situación cambia por otras razones: personas que huyen de zonas de conflicto, de la guerra, por persecuciones, terrorismo o violaciones de los derechos humanos. Sin embargo, también hay factores climáticos y desastres naturales (como terremotos o inundaciones) que activan procesos masivos de migración.
Las oleadas migratorias de los últimos tiempos se originan en situaciones políticas, sociales o económicas. Según la Organización de las Naciones Unidas para las Migraciones, en 2017 había 258 millones de migrantes, comparados con los 173 millones del año 2000. En un lapso menor a veinte años, hubo un incremento de 85 millones. El dato aumentó en los estos tres años, por la pandemia del coronavirus.
Hay personas que migran por voluntad propia y otras por necesidad. Se calcula alrededor de 68 millones de personas desplazadas por la fuerza, siendo de ese total unos 25 millones de refugiados, otras 3 millones de personas piden asilo y unos 40 millones son desplazados internos.
La decisión de emigrar, muchas veces, se debe a que la economía del país de origen está en recesión, con desempleo, subempleo y deudas que no se pueden pagar. Así, una o más personas de una familia migran para conseguir trabajo y van a un país menos pobre o a uno desarrollado donde hay más posibilidades y mejor remuneración.
Muchos trabajadores dejan sus países porque requieren más ingresos económicos, para enviar dinero a los parientes que permanecen en el país y cuando las condiciones se estabilizan, logran que sus familiares viajen a esos países a reunirse con ellos produciéndose un abandono de las raíces y la exigencia de nuevas formas de vida (nuevo idioma, costumbres y cultura del país receptor). Es una especie de sincretismo moderno. El problema migratorio siempre resulta complejo, pero es imposible determinar cuáles son las principales razones que activan la decisión de emigrar. Entre las principales, empleo mejor remunerado, desempleo, subempleo, deudas adquiridas, recesión o crisis sociopolíticas.
Existen redes sociales que facilitan la migración por vínculos familiares y de amistad, pero también hay mafias de la trata internacional (que reclutan personas con fines sexuales y laborales), generando uno de los negocios ilícitos más lucrativos de la actualidad, junto con el narcotráfico y el tráfico de armas, según datos de la ONU. En la mayoría de los casos, los tres ilícitos están relacionados.
Cruzar las fronteras
Un fenómeno más contemporáneo, por los efectos de la globalización, es que los trabajadores cambian de empleo y se desplazan a través de las fronteras de países vecinos u otros (como pasa con los mexicanos, centroamericanos, venezolanos y en este tiempo con los ecuatorianos, a EE.UU.). Son trabajadores ocasionales que van de uno a otro país por ocupación temporal (las estaciones de siembra y cosecha en el sector agrícola) o que se establecen definitivamente.
Según la CEPAL, más de 25 millones de migrantes latinoamericanos y caribeños son parte de este enorme y creciente flujo mundial de personas. 22 millones están en América del Norte, Europa y Japón, mientras que entre 3 y 5 millones trabajan en países limítrofes de América Latina y el Caribe.

Estos flujos migratorios se generan por la búsqueda de mejores oportunidades laborales para asegurar el bienestar y futuro de sus familias, pero generan, a su vez, fenómenos de familias disfuncionales, hijos criados por abuelos o tíos, mientras los padres emigran. Surgen conflictos (violencia y el abuso sexual, entre otros) en las familias que permanecen u ocurre un cambio de estatus civil de quienes migraron (forman otras familias y cambian sus afectos).
La creciente demanda de mano de obra que proveen los países en desarrollo, que suele ser menos remunerada y explotada en los países de destino se da porque los migrantes realizan tareas que los locales no desean hacer (albañilería, agricultura o limpieza doméstica y de calles). Sin embargo, países como EE.UU. intentaron restringir la migración, especialmente en el gobierno del expresidente Donald Trump. Las medidas se ablandaron con Joe Biden. En la mayoría de los casos, la mano de obra calificada o personas con educación formal son el menor porcentaje de la migración mundial.
La inestabilidad política en los países expulsores y la situación de vulnerabilidad que genera en las personas que buscan migrar puede ser también un detonante de conflictos en ambos países. Un migrante que lo hace por razones políticas es porque su país no le ofrece condiciones para quedarse. Pero, su presencia en los países receptores produce tensiones, que obligan a generar regulaciones y requisitos de permanencia. La reciente decisión del gobierno de México de solicitar visado a los migrantes ecuatorianos fue porque el 80% de las personas que llegaban a ese país lo hacían para cruzar la frontera hacia EE.UU..
Hay redes formales e informales que, gracias a la tecnología, persuaden de la necesidad de migrar, mostrando las oportunidades para los migrantes en los lugares de destino, lo que origina, como se dijo antes, redes de trata de personas, negocio ilícito que produce muchos ingresos a mafias, también vinculadas a otros delitos internacionales, como el tráfico de drogas y de armas.
No hay que olvidar que el fenómeno de la xenofobia en los países de destino logra que grupos políticos extremistas posicionen el mensaje para captar votantes, como pasó con Donald Trump entre 2016 y 2020 en EE.UU. y casos puntuales de partidos europeos racistas y xenófobos, como el Frente Nacional (Francia), la Liga del Norte (Italia) o Alternativa (Alemania), que proponen “detener la migración desde África, Asia o Latinoamérica”.
Desarrollo Histórico del problema
Más de 15 millones de esclavos fueron comercializados por redes de tráfico de personas entre los siglos XVII y XIX, creando prosperidad para los grandes imperios europeos y sus territorios de ultramar. El alto precio de los productos americanos (café, cacao, algodón y azúcar), generó demanda por mano de obra para las plantaciones y las minas para satisfacer al mercado europeo. Así se capturó millones de habitantes del oeste de África y de Madagascar, provocando un movimiento étnico muy fuerte en algunas zonas del continente americano.
Entre mediados del siglo XIX hasta 1913 (un año antes de la primera guerra mundial) en un período de liberalización e integración comercial, se movieron capitales y mano de obra, por el bajo costo del transporte marítimo y la apertura de los canales de Suez y Panamá. En el norte de América y en Europa se desarrollaron sistemas ferroviarios facilitando la movilidad humana. Desde Europa se produjeron movimientos migratorios, a ultramar y al interior del continente, buscando en EE.UU. y América Latina un destino frente a la proletarización.
Entre 1914-1945, en el periodo entre las guerras mundiales, hubo un retroceso de las políticas liberalizadoras y de integración, caracterizada por el proteccionismo estatal, que restringió la movilidad de las personas, cayendo notablemente la llegada de migrantes a los EE.UU., por ejemplo.
Desde 1945 en adelante, tras el final de la segunda guerra mundial y el inicio del proceso de globalización hubo dos etapas. La primera (1945-1971), coincidiendo con la creación de la ONU, el FMI y el Banco Mundial, hasta la crisis energética de inicios de la década del 70. Fue un período de auge económico y demanda de trabajadores en EE.UU. y en Europa (en esa época se creó la Comunidad Económica del Carbón y el Acero, antecedente de la Unión Europea).
Desde los ‘70, hasta la actualidad, unos 150 millones de personas viven fuera de su lugar de nacimiento: es un 2,4% de la población total, porcentaje similar a las migraciones internacionales de los años sesenta. Aunque los flujos no aumentan, cambió su composición y complejidad por los cambios de distintas sociedades.
La migración ecuatoriana en 1999
Este fenómeno de migración masiva tuvo lugar en el gobierno de Jamil Mahuad (1998-2000), que comenzó intentando calmar a los sectores sociales y financieros, pero que tuvo muchos vínculos con sectores bancarios, como los hermanos Isaías -exdueños de Filanbanco-, Guillermo Lasso -entonces propietario del Banco de Guayaquil- o Álvaro Guerrero -expropietario de La Previsora-.
Su discurso de posesión, con menciones bíblicas y salidas políticas, mostró una personalidad muy apegada a aspectos religiosos y equilibrios de los que hablan las creencias andinas ancestrales. Después, vino lo peor. Tras la firma de la paz con Perú (26 de octubre de 1998), el régimen creía haber apagado una tormenta.
Pero llegó la crisis bancaria, generada especialmente por un impuesto a los cheques (creado en el congreso por los socialcristianos –liderados por Jaime Nebot-) y aceptado por el entonces mandatario, generando una especulación sin precedentes y una crisis de liquidez (la gente sacaba sus ahorros del país o guardaba el efectivo en el llamado “banco del colchón”, para evitar el impuesto).
Mahuad impuso ajustes económicos sugeridos por el Fondo Monetario Internacional: alzas de combustibles, impuestos, el gas doméstico, los servicios básicos, etc. Los taxistas y otros gremios reclamaron. Se paralizaron los transportistas. Los choferes de taxis y buses bloquearon las vías en todo el país. Luego llegó el colapso bancario de marzo de 1999 y se congelaron las cuentas bancarias de los ecuatorianos.
Aunque Mahuad anunció que, desde su primer día, haría una guerra frontal a la corrupción y trabajar por la paz interna y externa, mejorar la energía e infraestructura, sin afectar al medio ambiente, sus promesas pronto se fueron desvaneciendo. Movimientos sociales, obreros y sindicales incrementaban las protestas.
Pocos días después, un coronel que le negó el saludo en un acto militar en diciembre de 1999 hizo su entrada en la escena política (Lucio Gutiérrez), mientras Mahuad dejaba la presidencia. En el sentir popular había fe y también una secreta esperanza sobre Mahuad: «no podía ni debía fallar» porque en campaña dijo que sabía qué hacer y cómo hacerlo, pero los ecuatorianos quedaron defraudados, porque parecía la persona más calificada para ejercer la presidencia, pero en ese momento pudieron más sus compromisos con algunos sectores.
Como la situación tocaba fondo y los sectores productivos más representativos, especialmente de Guayaquil, presionaban para dolarizar la economía, reemplazando al muy debilitado sucre, se llegó a fines de 1999 a la toma de una drástica decisión que, sin embargo, no impidió la caída del presidente, porque seguía latente el peligro de una hiperinflación. Así, el 9 de enero del 2000, Mahuad, en acción desesperada, estableció la dolarización, para frenar el alza del dólar respecto al sucre (el día del anuncio costaba 25 000 sucres).
La medida hoy es elogiada, porque la dolarización creó estabilidad y detuvo la inflación, pero la situación política siguió siendo complicada. Tras la caída de Mahuad asumió Gustavo Noboa, quien mantuvo la medida. En 2003 lo sucedió Lucio Gutiérrez, depuesto dos años después, asumiendo su vicepresidente Alfredo Palacio. La principal causa para la emigración masiva fue la crisis experimentada por el Ecuador. Al final de la década de los 1990, también fue ocasionada por factores económicos, políticos e incluso naturales (el fenómeno del Niño).
Entre los impactos económicos estaba la reducción de la competitividad del aparato productivo, la quiebra de empresas, la reducción de empleo, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, la precarización de las condiciones de trabajo, el congelamiento de los depósitos bancarios, la crisis de las instituciones estatales, el deterioro de los servicios públicos, inestabilidad política (cinco presidentes en cuatro años), fracturas regionales y étnicas e inseguridad ciudadana.
Los destinos preferidos para la migración ecuatoriana fueron y siguen siendo España e Italia (por facilidades de idioma y leyes blandas para acoger migrantes), pero también otros países del norte de Europa, una vez que las legislaciones italiana y española se endurecieron.
Otro sitio para migrar ha seguido siendo EE.UU., que, desde las primeras décadas del siglo XX, atrajo a muchos ecuatorianos. En 1999 la solicitud de visas y paso ilegal por las fronteras estadounidenses (con redes de trata, los coyoteros), fue grande y en Cañar, Azuay, Loja y Chimborazo se desarrolló el lucrativo -para los tratantes- e ilícito negocio.Los ecuatorianos siempre han visto en esos países las posibilidades que no tienen en aquí: empleo, mejoras salariales, ahorrar y enviar remesas, entre otros factores.
Mientras en el país no existan condiciones políticas y económicas estables, muchos de los que migran no regresan, produciendo un fenómeno de desarraigo, que concluye cuando las siguientes generaciones pierden la perspectiva de quien migró. Por eso, el estado debe crear condiciones adecuadas para que este fenómeno no siga ocurriendo.