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Uno es más productivo, cuando es más feliz: Paulina Simon

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La escritora habla sobre la maternidad en su libro ‘La madre que puedo ser’. Pero detrás de ese relato está la inflexibilidad de las reglas laborales que lastiman la vida familiar. Ella identifica esas rupturas y las expone en este diálogo.

Paulina Simon es una escritora, especialista en cine, periodista, esposa y madre. Esa combinación, como la de muchas mujeres ‘multitarea’, puede poner de cabeza a cualquier familia. En el libro de Simon, ‘La madre que puedo ser’, relata las anécdotas de malabares diarios que ejecuta una mujer. Una que lidia con la maternidad. Ella se despega de esa imagen bien fabricada para la tarjeta o el regalo del Día de la Madre, bonachona, que todo lo hace por amor a sus hijos.

Pese a que la maternidad es el nacimiento de una nueva vida, y claro que llena de expectativas el futuro, en la realidad interrumpe el convivir diario, en lo laboral y muchísimas veces la tranquilidad familiar. El amor a los hijos está intacto, pero el mundo real parece que no gusta de las madres con hijos.

En el texto, editado por Paidos, revela con crudeza a una madre que lucha por brindar una adecuada crianza a sus hijos en una sociedad que parece que desprecia esa experiencia universal. Uno de los temas de fondo es lo laboral. El trabajo y el ser madre no van de la mano en Ecuador. En esos íntimos pasajes, Paulina Simon deja ver la rigidez de las reglas para trabajar y ganarse los dólares. Ese tema le propusimos. Aquí los extractos de esa entrevista.

¿La maternidad coarta la vida laboral de una mujer?
El tipo de maternidad que uno quiere llevar es lo que puede coartar. Cuántas de nuestras mamás trabajaron y no tuvieron que ocuparse de los hijos, porque tenían que mantenernos y demás. Hay ciertas formas de crianza donde finalmente se encarga la crianza de los hijos a alguien más para poder trabajar. Pero si una quiere ser la madre que se ocupa de sus hijos, darles de lactar, cuidar los a diario, la que los recibe de la escuela, eso definitivamente está escindido por el trabajo. Es casi incompatible.

¿Por qué sentencia como incompatible?
Hay que llegar a unos acuerdos previos: con la forma con la que uno trabaja, con el estilo de vida que uno tiene, con la rebaja de la carga horaria. Desde que tuve hijos he tenido varias experiencias laborales y de todo tipo. La mayoría ha sido de largas temporadas de ser free- lance, y me he ajustado a ciertas dinámicas laborales, es decir, con el guagua en el canguro. Siempre que haya una persona que ofrezca esa flexibilidad, una puede seguir trabajando. Pero cuando entras en el círculo de tener el tiempo completo, en la burocracia por ejemplo, donde te obligan a timbrar tarjeta… eso se convierte en un caos.

En uno de los pasajes de su libro relata el episodio cuando regresa a trabajar luego de los tres meses de licencia por maternidad. Tiene pánico porque el niño quedaba desprotegido y usted era un ser humano cansado. Eso es casi normal. ¿Cómo se puede mejorar el retorno al trabajo?
Es cruel. Cualquier persona que ha tenido hijos sabe que a los tres meses una criatura necesita de su madre, por el contacto, la lactancia. Es una criatura muy indefensa… por eso dejarlo en una guardería o con alguien más, es cruel. Ecuador está dentro del promedio en tiempo de retorno. Otros países como Estados Unidos otorgan ocho días. Países europeos dan un año, año y medio, más otro medio año con mitad del sueldo. Fue algo acertado el aumentar el permiso de lactancia por seis meses. Son dos horas diarias libres. Esto no es funcional ya que nadie respeta estas cosas. Estuve en el sector público, y esas dos horas les resulta un inconveniente, ven a una persona con la que no pueden contar todo el tiempo. Dentro de las mismas instituciones y empresas minimizan a la familia. Esto hace que muchas mujeres opten por dejar sus trabajos.

¿Ese un momento crítico de la maternidad?
Uno puede tener toda la capacidad profesional e intelectual, pero cuando uno es padre o madre aparece algo nuevo que tiene que ver con el cuidado al ser humano. Puede tratarse de la mejor profesional, pero si en esos lugares no valoran el ser madre… de qué sirve. Estamos subidos en esto del progreso, eficiencia, éxito… si no estás en esos tres pilares no sirves para nada.

Usted se pregunta en su libro cuál es el sentido de que trabajemos de la forma que lo hacemos y pagar guardería, médicos, escuelas, si no ve a la familia. ¿Qué se ha respondido?
Hay una culpa sembrada en quienes somos padres. Por un lado nos exigen todo y, por el otro, nos señalan. Dicen: “Usted ha dejado a sus hijos, les da demasiada televisión, demasiadas pantallas, no pasan tiempo juntos. O: los abusos pasan cuando los padres están ausentes”. Nuestra generación está afectada. Pero esto puede equilibrarse con flexibilidad. Una persona que es feliz, que está con sus hijos, con su familia, es mucho más productiva que una que es infeliz, que está en el tráfico y con un uniforme horrible durante 12 horas.

Eso pasa a los hombres y mujeres. Sin embargo, usted relata algo más. Cuenta que una feminista le insultó por denigrar el trabajo de las madres y amas de casa luego que le dijo que no trabaja. ¿Cómo ve usted esa presión?
Hay unas formas de feminismo que nos llegan retorcidas, lastimosamente. Pero el feminismo que yo trato de vivir es el sinónimo de humanismo, en un país donde se precariza el trabajo de ama de casa, que dicen que no es un trabajo. Escribo para que la gente se ría, pero esto da para una reflexión sobre cómo nos señalamos con el dedo. El mundo se aceleró demasiado, y la maternidad y paternidad son conflictivas en esta época.

¿Cuáles son las interrupciones de la eficiencia y la productividad en la vida familiar?
Hay muchas formas de trabajo que pueden cambiar. Otras, como los empleos en una fábrica no. Pero la sociedad del trabajo es inflexible. Si en determinadas áreas existiera flexibilización se sentiría más fluida la convivencia. El mismo hecho que nosotros trabajemos de 08:00 a 17:00 hace que el tráfico sea lo que es. En Quito nadie habla de otra cosa. Todos llegan tarde. Si las empresas e instituciones crearan horarios diversificados sería más fácil. Sería mejor.

¿Qué tipo de soluciones ha pensado sobre la flexibilidad luego de su relato?
Considerar que uno es más productivo cuando es más feliz. Conseguir un tipo de trabajo más a control remoto. Aprovechar la tecnología, no solo embobarnos con la tecnología. Pasamos imbecilizados. Pero la tecnología para trabajar es maravillosa, por ejemplo tienes un Google Doc con el que puedes trabajar entre algunos al mismo tiempo. ¿Cómo es posible que perdamos el tiempo en una oficina? Si usáramos eso para producir no tendríamos que estar siempre lejos de nuestras familias. Podríamos estar en nuestras casas, ir menos a la oficina.

En el fondo usted plantea un cambio en las reglas laborales. Pero hay un discurso que eso es precarizar y vulnerar derechos. ¿Qué cree usted?
El ser freelance, como lo he sido, es precarizar mi economía. No tengo afiliación al IESS desde el 2016, trabajo con facturas. No he pensado en jubilación, pero lo que me resta al final del meses para un seguro médico privado. Eso es precario. Pero estamos en esas dos corrientes, o eres freelance y eres precario, o eres el asalariado a tiempo completo. Hay algunos trabajos que se pueden realizar desde casa.

Así, entonces, la rigidez laboral incide en la maternidad.  En el texto desbarata el cliché de que las madres son más comprensivas, cuando en realidad son seres muy cansados y que no quieren más problemas. ¿Ve cambio hacia el futuro?
Si compartiéramos tareas con las parejas, sería distinto. Mi caso es típico, la señora trabaja freelance, pero alguien debe tener el trabajo a tiempo completo, IESS. Yo me quedo en casa. Si pudiéramos alternar entre marido y mujer las condiciones serían distintas, tendríamos IESS, hacer más profesionalmente, y compartir con los hijos.

¿Los ciudadanos estamos preparados para ese cambio?
Seguramente será paulatino. Pero a todos nos gusta que nos traten como personas. Se requiere de una propuesta donde primero esté la persona, y no sólo la fuerza de trabajo, donde no vale nada la persona, la familia.

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