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La magia, la ciencia y la suerte contra la pandemia

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Los científicos y expertos advierten el peligro de la pandemia que vivimos, los ciudadanos van aceptando tardía y remolonamente las medidas de prevención. Nadie sabe todavía el costo económico y social que exigirá la guerra contra el Covid-19.

Foto: Flickr Eneas De Troya

Los políticos de todos los países han debido tomar decisiones inéditas obligados por un virus desconocido que ha puesto en vilo al mundo entero. Los políticos, claro, todo miden desde la perspectiva de su popularidad y cada acción o decisión la toman considerando si beneficia o perjudica a su popularidad. Y todos los adulones que rodean a los políticos, ni dicen lo que sienten ni hacen lo que dicen, sino lo que conviene a la popularidad del jefe porque van, en el sube y baja de la vida, del mismo lado del jefe y si él sube, suben; si él baja, bajan.

Por eso las decisiones se toman en general con retraso, (aunque hay vivarachos que están atentos a las medidas que se van a tomar más arriba para adelantarse y sacar alguna ventaja), se toman a medias y sin medir las consecuencias. Parecería que en la guerra contra la pandemia todo iba a ser más fácil porque está involucrado el mundo entero, (unos 165 países) y las primeras víctimas han sido las sociedades más avanzadas en economía, en organización social, en tecnología en servicios sanitarios, etc. Había pues de quién aprender los aciertos y los errores. Sin embargo, nadie renuncia a descubrir el agua tibia y resulta sorprendente la diversidad de conductas en los políticos del sobrecogido planeta. Algunas de esas conductas son inverosímiles:

Los mexicanos confían en la magia
El presidente mexicano, Andrés López Obrador es un hombre que confía en la magia, es un populista que se identifica con el pueblo, habla más de una hora diaria, directamente con el pueblo, aunque haya en sus ruedas de prensa algunos periodistas como figurantes. Nadie se atreve a cuestionar su popularidad y su estilo. Lo más interesante, o tal vez pernicioso, es que el pueblo también cree en el carisma y la magia de su presidente. El vocero de la salud pública dice que “la fuerza del Presidente es moral, no es  una fuerza de contagio”. Un 38% de los mexicanos tiene una actitud positiva hacia el gobierno, un 26% es neutral y solo un 36% le critica.  Pues bien, el presidente López Obrador ha dicho que el plan contra el coronavirus ha dado resultado. ¿dónde está nuestra fortaleza? Se preguntaba ayer en la rueda de prensa y se respondía a sí mismo: “pues en nuestro pueblo y su cultura. “¿Qué no han resistido los mexicanos en su historia? Todo: invasiones, inundaciones, terremotos, epidemias, gobiernos corruptos, y estamos de pie”.

Quizá tenga razón, es el pueblo, no sus gobernantes, el que toma las decisiones acertadas. Cuando el mundo tiene ya siete mil muertos, López Obrador sigue organizando mítines y repartiendo besos a los niños, dice que no es necesario cancelar eventos, aislarse o suspender clases, no hace falta hacer tantas pruebas ni ser tan drásticos como otros países. En su propio palacio le ofrecieron gel antibacterial y lo rechazó. Pero la gente, por su cuenta, se aísla; las universidades suspenden clases; los empresarios apelan al teletrabajo; los artistas suspenden sus conciertos; los clubes suspenden la liga de futbol mexicano.

Foto: Eduardo Santillán – Flickr Presidencia de la República

Los ecuatorianos no creen en nadie
Cuando el gobierno dictó medidas de emergencia, en la plaza de la Marín la aglomeración era como en cualquier día, la gente paseaba en las calles, los buses viajaban a la playa y la gente seguía haciendo fiestas en casa. Entre las presiones del gobierno, el Municipio, los medios de comunicación y los expertos no consiguieron alarmar a la gente. Fue necesario dictar el estado de excepción y toque de queda para que la gente advirtiera la seriedad del problema y lo que significa vivir una pandemia.

El presidente Lenín Moreno que ha pasado tres años tratando de evitar las medidas que todos consideran inevitables, tiene ahora la tormenta perfecta: caída de los precios del petróleo, déficit de más de USD 6 000 millones, riesgo país que no se había registrado nunca, y ahora una pandemia que no permite trabajar, que hará quebrar a muchas empresas, que despedirá trabajadores, todo al iniciar su último año de gobierno. 

Otros gobiernos están destinando fondos para ayudar a las personas y las empresas más afectadas por la pandemia, el gobierno ecuatoriano está pidiendo más contribuciones. Todos los economistas parecen saber lo que hay que hacer, pero ni ellos ni el gobierno tienen el capital político necesario para imponer esas medias a una sociedad que no cree en nadie. Ni la Asamblea Nacional, ni los dirigentes sindicales ni los líderes indígenas cuentan nada a la hora de aportar soluciones y es a quienes más teme el gobierno. Ahora tendrá que apelar a todos los demás para sacar al país desde no sabemos todavía qué profundidades.

Nicaragua apuesta por Cuba y el turismo
Mientras los países vecinos prohíben aglomeraciones y reuniones de más de 75 personas, el dictador de Nicaragua y su esposa apuestan por el turismo y se preparan para recibir a los visitantes nacionales y extranjeros. Estamos preparados, dice Rosario Murillo, “para atender a turistas durante la temporada alta de verano como la Semana Santa”. La dictadura no ha restringido la entrada de extranjeros al país y ha preparado más de doscientos eventos culturales, actividades sociales festividades y hasta celebraciones religiosas porque la Iglesia no ha   suspendido las ceremonias de Semana Santa.

El sábado 14 a las cuatro de la tarde se realizó una marcha denominada “Amor en los tiempos del Covid-19”. Los empleados públicos fueron obligados a participar en ella, pero los Ortega no asistieron. La exministra de salud, Dora María Téllez, dijo que era una irresponsabilidad criminal del gobierno porque el virus ya está circulando en Nicaragua, aunque no lo hayan detectado (En España circuló el virus cuatro semanas sin ser detectado).

El único preparativo de los Ortega para una eventual llegada de la pandemia es una brigada de médicos cubanos que llegará con todos los tratamientos que han resultado exitosos sobre todo en China donde los cubanos contribuyeron al freno de la pandemia, según la primera dama Rosario Murillo. Seguramente confía en la versión que han echado a rodar portales cubanos, que Cuba ya descubrió la vacuna para el Coronavirus y que hay al menos doce países interesados. Mencionan el Interferón alfa 2B, pero no está probado que cure ni que se hayan hecho pruebas con enfermos de coronavirus.

El mundo confía en la ciencia
Los países de Europa, Corea del Sur, Japón, Estados Unidos y China están en una carrera para fabricar una vacuna que ofrezca posibilidades de derrotar la pandemia, como ocurrió con la viruela, el tifus, la gripe española y otras pandemias. Estados Unidos, China y Corea ya tienen voluntarios para probar las medicinas que pudieran servir para el coronavirus, pero una vacuna toma tiempo debido a las pruebas necesarias para impedir que los efectos colaterales empeoren el problema en lugar de resolverlo.

Alemania y Gran Bretaña siguen el dictamen poco esperanzador de los expertos que piensan que el virus puede llegar a infectar hasta al 70% de la población y se preparan para reducir los efectos en la economía y las finanzas de un mundo que no estaba preparado para la pandemia del virus y del miedo. España acaba de asignar 200 000 millones de euros para paliar los efectos económicos de la pandemia y tienen, todos los países de Europa, la tasa de interés en cero. Las empresas pueden acceder a recursos para liquidez y aplazarán el pago de impuestos y planillas con ayuda de la Unión Europea. 

Otros países que no pueden poner la fe en la ciencia ni son tan pintorescos como mexicanos y nicaragüenses, esperan más bien en la suerte y confían en que llegue tarde la enfermedad, no sea tan grave y que pronto algún laboratorio haga escuchar el grito que todos esperamos: ¡Eureka!

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